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Las Merindades en ocho saltos imprescindibles

Una ruta de Frías a Berberana admirando los milagros que el agua ha obrado en esta comarca situada en el norte de Burgos, incluido el puente natural sobre el que se alza Puentedey, el nuevo pueblo bonito de España

El salto del Nervión, en el monumento natural del Monte Santiago (Burgos).
El salto del Nervión, en el monumento natural del Monte Santiago (Burgos).Mimadeo (alamy)

Más de 360 pueblos integran Las Merindades, una amplísima comarca del norte de Burgos que ofrece un catálogo de románico puro, valles verdes a rabiar, desfiladeros y cascadas. El Ebro y sus no menos caudalosos afluentes acompañan a lo largo de esta ruta dando formidables brincos y horadando peñas. Pasaremos por el nuevo pueblo bonito de España y, al final, veremos al río Nervión nacer en estas tierras altas de Castilla y León y entrar en el País Vasco dando el mayor salto de la Península, de 222 metros.

1 Frías y su puente medieval

El castillo roquero más altivo de España, con su torre encaramada en un peñasco, señorea desde el siglo XII esta coqueta villa medieval, cuyas casas de roca tobácea con entramado de madera se apiñan a lo largo de angostas costanillas o cuelgan sobre el abismo. Llegando a Frías, en Tobera, el río Molinar, afluente del Ebro, atraviesa una estrecha garganta saltando de cascada en cascada y salpicando un humilladero, una ermita y un puente medieval. Para puente medieval, el que descubriremos saliendo de Frías: mide 143 metros, salva el Ebro de nueve zancadas y tiene una torre en medio donde en su día se cobraba el pontazgo.

El pueblo de Frías y su castillo, en la comarca burgalesa de Las Merindades.
El pueblo de Frías y su castillo, en la comarca burgalesa de Las Merindades.Prisma by Dukas (getty images)

2 Desfiladero del río Purón

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A unos 15 kilómetros de Frías, la aldea de Herrán guarda la entrada al desfiladero del río Purón, un cañón lleno de puentes medievales, buitres leonados y árboles de lo más variado, desde encinas hasta hayas, solo para los ojos de los senderistas. Por esta senda bajaron los primeros repobladores cristianos de la meseta a mediados del siglo IX, cuando Castilla era aún un pequeño rincón disputado a los musulmanes. Caminando una hora río arriba se llega a Ribera, ya en la vecina Álava, un pueblo que fue abandonado hace medio siglo y en el que solo permanece en pie la iglesia románica.

3 La cascada del Peñón

Todas las cascadas de Las Merindades son muy vistosas, pero ninguna se ofrece con tanta generosidad a la pública admiración como la del Peñón en Pedrosa de Tobalina, por la sencilla razón de que está en mitad de la población. Concretamente, detrás del bar Vélez. Allí mismo, el impetuoso Jerea, afluente del Ebro, se precipita por encima de una visera rocosa de 40 metros de largo (todo el ancho del río) en una fragorosa caída de nueve metros, formando dos cortinas de agua que se hacen una sola y más espesa cuando baja crecido, y entonces esto ya es el Niágara de Castilla.

Detalle de la ermita románica de San Pantaleón de Losa.
Detalle de la ermita románica de San Pantaleón de Losa.Wirestock (alamy)

4 La ermita de San Pantaleón

Al norte de Pedrosa de Tobalina se abre el valle de Losa, cuya maravilla es la ermita románica de San Pantaleón de Losa: erigida sobre una peña caliza de extraña figura, como la proa de un navío, su origen ha suscitado muchas teorías esotéricas. También es extraño el personaje escultórico de tamaño natural que custodia la puerta, y también que la sangre del mártir titular se licue cada 27 de julio en el convento madrileño de la Encarnación.

5 Bello Puentedey

Puente de Dios lo llamaron. Pero no ha sido obra de Él, sino del río Nela, afluente del Ebro, que durante 90 millones de años ha perforado en la roca un túnel de 90 metros, creando el puente natural sobre el que se asienta Puentedey, el más reciente miembro de la asociación Los Pueblos Más Bonitos de España. Se puede atravesar a pie el túnel y subir por el otro lado del peñasco contemplando la hornera de pan, el juego de bolos, el potro de herrar, el molino, el palacio de los Brizuela y la iglesia de San Pelayo, en cuya portada un hombre hace frente a una sierpe. Desde el mirador de San Andrés, que está en lo más alto, junto al cementerio, se ve el pueblo como Dios.

Vista del puente natural en la aldea de Puentedey.
Vista del puente natural en la aldea de Puentedey.Prisma by Dukas (alamy)

6 Las cuevas de Ojo Guareña

Lo que más llama la atención al pasar por la localidad de Merindad de Sotoscueva son las conchas. No es que abunden los moluscos, ni las veneras jacobeas. Es el nombre que los lugareños dan a las escarpadas sierras calizas que se alzan al sur del valle. En una de ellas se encuentra el complejo kárstico de Ojo Guareña, uno de los conjuntos de cuevas más extensos del planeta, de más de 100 kilómetros; grutas que fueron habitadas desde hace 70.000 años hasta la Edad Media. De marzo a diciembre se pueden visitar la cueva de Palomera y la ermita-gruta de San Bernabé, llena de pinturas murales de los siglos XVII y XVIII.

7 Espinosa de los Monteros

Hace 1.006 años, los hidalgos de Espinosa de los Monteros se ganaron en un lance de la Reconquista el fatigoso privilegio de proteger a los reyes mientras dormían. Hasta 1931, en que fueron disueltos, los monteros de cámara, como les llamaban, no pegaron ojo. Espinosa es una villa monumental, llena de torres, palacios y templos, pero también puede presumir de edificios antiguos en el vecino valle, el de Mena, en el que relumbran dos joyas románicas, la iglesia de San Lorenzo de Vallejo y la de Santa María de Siones, sobre las que se cuentan historias de templarios y santos griales.

8 Donde salta el Nervión

Un precipicio de más 300 metros separa Las Merindades del valle alavés de Ayala, Castilla y León del País Vasco. Por ese escalón se despeña el recién nacido Nervión en Berberana, cerca del puerto de Orduña, formando la mayor cascada de España. Desde la Casa del Parque de Monte Santiago, un sencillo paseo de poco más de media hora conduce hasta el mirador del Salto. El deshielo primaveral es la mejor época para asomarse. El resto del año se ve un hilillo de agua o no se ve nada, aparte del abismo. Antes, para abrir boca, nos habremos acercado a Cozuela, donde se otea otra señora cascada: la de Peñaladros.

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