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12 joyas escondidas de Cádiz

Senderismo en Barbate con vistas al Estrecho, huellas romanas en el pueblo blanco de Jimena y una noche en el palacio de los Medina Sidonia. Planes originales en la provincia andaluza

Un tramo del sendero de la Torre del Tajo, en el parque natural de la Breña y Marismas del Barbate (Cádiz).
Un tramo del sendero de la Torre del Tajo, en el parque natural de la Breña y Marismas del Barbate (Cádiz). gonzalo azumendi

Ya lo dejó dicho la escritora y viajera romántica Katharine Lee Bates cuando visitó esa Sanlúcar de Barrameda de 1899: “Para conocer la absoluta honestidad, la cortesía y la dignidad del español de a pie, uno tiene que salirse de las rutas de los que buscan sólo paisajes”. Lo que la precursora académica estadounidense recomendaba en Spanish Highways and Byways (carreteras y caminos de España) no era más que el consejo heredado del hispanista inglés Richard Ford, que ya, a mediados del siglo XIX, invitaba a sus lectores a que se internasen por los caminos de herradura para hacer un viaje en el tiempo en el sur de la península Ibérica.

cova fernández

Quedan ya pocos senderos de tierra en Cádiz como esos que recorrieron los viajeros internacionales del pasado, pero su filosofía de la aventura romántica y casi introspectiva es fácilmente extrapolable al mundo de hoy. Los caminos conocidos de la Cádiz de antaño son ahora los lugares más fotografiados e instagrameables en una provincia que esconde perfectos enclaves al margen del turista moderno. Más allá de las playas famosas, los monumentos renombrados y los rincones mil veces recomendados, existe una realidad de joyas escondidas y ritmo sosegado. En plena pandemia del coronavirus en la que la soledad se cotiza alto, estas son 12 propuestas que bien habrían aprobado los viajeros de hace dos siglos.

Por el sendero de la Torre del Tajo

Barbate

El estrecho de Gibraltar es tan inmenso como para ser uno de los puntos clave en el tráfico de mercancías del mundo, y tan cercano como para poder contemplar con detalle desde la costa gaditana la orilla africana en los días claros. Uno de los lugares más especiales para deleitarse con esa estampa es el sendero de la Torre del Tajo, en el parque natural de la Breña y Marismas del Barbate. El denso bosque de pinos y enebros se abre a un impresionante acantilado de algo más de 100 metros de altura al que se asoma el camino.

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La ruta, de apenas 2,1 kilómetros y un desnivel máximo de 30 metros, se recorre en unos 45 minutos. En ese tiempo se descubre la sorpresa que aguarda en el punto más destacado de la caminata: la torre del Tajo. Conocida también como Tembladera, la construcción del siglo XVI forma parte de una red de atalayas almenaras que, a lo largo de toda la costa del Estrecho, servían para controlar las incursiones de corsarios berberiscos. Al llegar a la torre se puede regresar por el mismo camino o tomar senderos que se dirigen hacia el Este o el Oeste.

Una maqueta de ébano y caoba

Museo de las Cortes (Cádiz)

La primera Constitución española se aprobó en el bello templo de planta ovalada de San Felipe Neri, en la ciudad de Cádiz. Junto a esta iglesia del siglo XVIII, se erige el Museo de las Cortes de Cádiz (calle de Santa Inés, 9), un pequeño edificio decimonónico que pasa prácticamente inadvertido. Construido para el primer centenario de la Carta Magna, el monumento —de acceso gratuito— atesora una interesante colección de objetos vinculados a esas Cortes Constituyentes, como documentos de la época, medallas conmemorativas o retratos de algunos de los personajes clave en 1812.

Con todo, el tesoro más destacado de este edificio municipal es una impresionante maqueta de Cádiz, en ébano, caoba y marfil, que data de 1777. La de la capital —construida por el ingeniero militar Alfonso Jiménez— fue la única que se llegó a tallar del encargo original del rey Carlos III, que encomendó realizar maquetas de todas las plazas fuertes del reino. En una superficie de 12,52 × 6,92 metros, la recreación permite viajar al urbanismo de la ciudad del siglo XVIII a través de la reproducción pormenorizada de edificios, calles y plazas en 333 piezas.

El yacimiento arqueológico de Ocuri

Ubrique

Ocuri es uno de esos yacimientos en los que, como ocurre en la célebre Baelo Claudia, en Bolonia, “el patrimonio arqueológico se funde con el medioambiental en una perfecta armonía”, tal y como explica Ángel Muñoz, jefe del departamento de Protección del Patrimonio Histórico de la Delegación de Cultura en Cádiz. Descubierto a finales del siglo XVIII, Ocuri, a un kilómetro del núcleo urbano de Ubrique, es un excepcional vestigio de una ciudad romana que alcanzó su máximo esplendor en el siglo II después de Cristo, pero que hunde sus orígenes, al menos, en el siglo VI antes de nuestra era.

El yacimiento, ubicado en un cerro rodeado de la naturaleza exuberante de la sierra de Cádiz, destaca por su núcleo urbano amurallado, donde se conservan restos de unas cisternas para almacenamiento de agua, unas termas, un foro, tabernas o viviendas. Aunque su rasgo más valioso se encuentra a las afueras de la muralla, en la necrópolis, donde se conserva un mausoleo para cenizas único en Andalucía. El yacimiento se puede visitar, previa reserva, en rutas guiadas —dos en la mañana y una en la tarde— de grupos reducidos de 15 personas y por un importe de dos euros.

La biblioteca de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, en el palacio de los Duques de Medina Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda.
La biblioteca de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, en el palacio de los Duques de Medina Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda.paco puentes

Noche en el palacio de los Medina Sidonia

Sanlúcar de Barrameda

Dormir como un duque, en un monumento único y rodeado de historia, es posible en Sanlúcar de Barrameda. El majestuoso palacio de los Duques de Medina Sidonia domina la parte alta de la ciudad y, desde él, se contempla la desembocadura del Guadalquivir y el parque nacional de Doñana. La sede del archivo nobiliario y privado más importante de Europa es también una hospedería de nueve habitaciones en las que se puede descansar entre obras de arte de la escuela española del siglo XVII.

La apertura del palacio al público fue el sueño de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, escritora y XXI duquesa de Medina Sidonia. Hoy una fundación público-privada cumple su voluntad con un archivo visitable para investigadores, rutas guiadas por las estancias del palacio y una cafetería. Aunque las dos últimas iniciativas están por ahora paralizadas por la crisis del coronavirus, el monumento continúa abierto como alojamiento. Con la estancia, los huéspedes sí tienen incluida una exclusiva visita guiada en grupos máximos de dos personas con la que se pueden conocer las dependencias más destacadas de este edificio del XVI.

La playa de Camposoto, en la localidad gaditana de San Fernando.
La playa de Camposoto, en la localidad gaditana de San Fernando.juan carlos toro

La playa virgen de Camposoto

San Fernando

Dista de ser de los arenales más conocidos de la provincia andaluza, aunque méritos no le faltan: más de seis kilómetros de playa virgen, enclavada en mitad del parque natural Bahía de Cádiz. Es la playa de Camposoto, en el municipio de San Fernando. A su estado semisalvaje contribuyó en buena medida que, durante décadas, su acceso estuviera limitado por ser un campo de tiro explotado por el Ministerio de Defensa. De ese pasado y de la importancia defensiva que tuvo dan buena cuenta las cinco baterías defensivas que jalonan una playa que tiene una zona reservada a la que los bañistas pueden acudir con perros. Pero las edificaciones militares más destacadas que aquí se encuentran son los dos grandes búnkeres —el Camposoto 1 y 2— que se mantienen a duras penas en pie. Están ahí desde que se edificaron durante la guerra civil española ante un eventual ataque —nunca producido— de las fuerzas republicanas. Escorados y semihundidos por la acción del mar, las moles son hoy fantasmas de hormigón a la deriva en mitad de la naturaleza salvaje.

Logia renacentista en el palacio de los Ribera

Bornos

No es el jardín de un fastuoso palacio italiano, aunque bien lo parece. El pueblo blanco de Bornos, de apenas 7.750 habitantes, es conocido en la provincia de Cádiz por poseer uno de los pantanos que le da de beber. Sin embargo, la localidad oculta en su urbanismo una logia renacentista del siglo XVI que es de las más destacadas de Andalucía. El bello espacio porticado se encuentra en el interior del castillo palacio de los Ribera, hoy edificio municipal habilitado para visitas turísticas (abre a diario en horario de mañana y tarde).

Los Enríquez de Ribera compraron el castillo árabe original en 1398 y, con los años, lo convirtieron en un palacio de estilo renacentista y plateresco para el que contrataron a artistas españoles e italianos. El arquitecto Benvenuto Tortello se encargó de construir en sus jardines una logia con arcos y hornacinas en la que poder exponer esculturas clásicas. El espacio es motivo de orgullo de los habitantes de Bornos que, en 2016, se implicaron en realizar una campaña de micromecenazgo que hizo posible su rehabilitación.

Sardinas en el chiringuito El Tergal

Conil de la Frontera

El gran esfuerzo físico que supone la captura del atún en las almadrabas de Cádiz queda patente a las afueras del puerto pesquero de Conil de la Frontera. Allí, a la sombra de una de las torres almenaras que festonean la costa, se acumulan decenas de grandes anclas que se calan en la mar cada primavera para crear una laberíntica red en la que se caza el atún. Justo entre esas anclas se accede al chiringuito El Tergal (670 70 83 52), uno de los establecimientos de hostelería más recónditos de la provincia gaditana.

Es un bar de marineros, más exterior que interior, que funciona entre los meses de primavera, verano y parte del otoño. Esta extraña temporada estival tienen previsto estar abiertos, al menos, hasta mediados de septiembre. Su encanto está en sus sencillas mesas, distribuidas en una ladera bajo pinares. También en su carta de raciones generosas y precios ajustados: las sardinas a la plancha, las tortillitas de camarones o las albóndigas de choco y gambas son los platos más célebres y demandados.

Arte y descanso en la Casa de Indias

Una de las obras en la Casa de Indias, en El Puerto de Santa María.
Una de las obras en la Casa de Indias, en El Puerto de Santa María.

El Puerto de Santa María

Al matrimonio de coleccionistas Lola Martínez y César Jiménez, la Casa de Indias los “encontró”. Es así como el galerista madrileño define el idilio que se produjo cuando, buscando una vivienda familiar en El Puerto de Santa María, se toparon con una espectacular casa palacio del siglo XVIII que perteneció al dramaturgo Pedro Muñoz Seca. El edificio, hoy rehabilitado, alberga una interesante colección de arte contemporáneo, con obras de Ángela de la Cruz, Federico Miró, Tito Pérez Mora o Vivian Maier, y es visitable de forma gratuita.

Casa de Indias, en El Puerto, es un palacio reconvertido en hotel y espacio de arte contemporáneo

Tras alojar a unos amigos en su casa, el matrimonio se lanzó a dar un paso más y convirtió su residencia en un pequeño hotel boutique, Art Suites by Casa de Indias. Las 10 habitaciones que componen el alojamiento son un constante diálogo con el arte contemporáneo en el que se cuidan los detalles con desayunos caseros, amenities naturales o flores frescas. El establecimiento está a punto de inaugurar también un ático en el que ofrecerán un apartamento de cuatro dormitorios en la azotea con impresionantes vistas al caserío del casco histórico de El Puerto.

Vista aérea de las salinas de Chiclana (Cádiz).
Vista aérea de las salinas de Chiclana (Cádiz).gonzalo azumendi

Miles de hectáreas de salinas

Chiclana

Las 10.000 hectáreas de marismas antropizadas como salinas dan buena cuenta del poder que Cádiz llegó a ostentar en la producción de sal durante los siglos XVIII y XIX. Esa laberíntica red, actualmente en gran medida abandonada, forma parte del parque natural Bahía de Cádiz, en el que subsisten unas pocas empresas artesanales. En las salinas Santa María de Jesús, espacio reconvertido en un centro de recursos ambientales, es posible comprender la importancia que este sector artesanal tuvo para la zona y la rica biodiversidad que todavía generan.

Las Salinas de Chiclana son, además, el primer spa natural de España creado en una marisma antropizada. En los cristalizadores en los que antaño se terminaba de evaporar el agua ahora se pueden recibir relajantes baños de sal, envoltura con algas o fango. Además, el centro realiza visitas guiadas todas las mañanas y posee un restaurante —funciona solo con reserva previa— en el que se pueden degustar platos marineros como pescaíto frito, garbanzos con algas o crema de camarones.

Romanos y árabes en un pueblo blanco

Jimena de la Frontera

En mitad de la exuberante naturaleza del parque natural de los Alcornocales —uno de los bosques mediterráneos más importantes del sur, que también ocupa una parte de la provincia de Málaga— se erige, desparramado por la ladera del cerro de San Cristóbal, el pueblecito de Jimena de la Frontera. Perderse por las calles encaladas de su casco histórico es una buena opción para descubrir los encantos de esta localidad del Campo de Gibraltar que tuvo su origen en la ciudad romana de Oba.

Vista del pueblo de Jimena de la Frontera, en Cádiz.
Vista del pueblo de Jimena de la Frontera, en Cádiz.J.C. TORO

Para reencontrarse con ese pasado antiguo es preciso subir a su parte más alta y reconocible. Desde el castillo del siglo VIII que corona el cerro es fácil de comprender el valor estratégico que el emplazamiento tuvo tanto para los romanos como para los musulmanes, cuya impronta artística es fácil de identificar en distintos monumentos del pueblo. Es el caso de los restos del Baño de la Reina Mora, situados justo detrás del castillo, vestigios de una iglesia mozárabe labrada en la roca en el que se conserva una pileta de bautismo por inmersión propia de los primeros cristianos.

La ruta del río Majaceite

Benamahoma-El Bosque

Molinos, batanes o piscifactorías a la ribera de un riachuelo de aguas frías y transparentes. Si hay un lugar de la provincia de Cádiz en el que se puede comprender el trascendental valor del agua, ese es el sendero del río Majaceite, en pleno parque natural Sierra de Grazalema. En los apenas 5,3 kilómetros —unas dos horas de caminata— que separan los pueblos de Benamahoma y El Bosque se descubre un paisaje único y reverdecido por la constante presencia del agua, algo que contrasta con los paisajes de costa más conocidos de la provincia. El sendero arranca en la parte baja de Benamahoma, aunque antes de comenzar a andar es recomendable visitar el Ecomuseo del Agua (956 70 67 46), ubicado a pocos minutos del inicio del camino y radicado en un antiguo molino de molienda que se impulsaba con el río. A lo largo de la ribera los chopos, sauces y madreselvas dan sombra y frescor a un entorno natural salpicado de restos de batanes, molinos e incluso de una antigua represa para una fábrica de luz desaparecida. Al final aguarda El Bosque, una de las principales localidades de la sierra de Cádiz donde espera una amplia oferta gastronómica en la que degustar productos famosos de la zona, como los quesos de cabra payoya u oveja merina.

Monumental Cartuja

Jerez de la Frontera

Pese a su carácter casi desconocido para el foráneo, la Cartuja de Jerez de la Frontera está considerada como el conjunto monumental de mayor valor artístico de la provincia de Cádiz. Nada más atravesar el cancel de entrada sobrecoge el arco triunfal renacentista del monasterio, obra de Andrés de Ribera en 1571. Los exteriores son una lección de Historia del Arte: las trazas de gótico tardío de los orígenes (siglo XV) se mezclan con el manierismo de la sillería coral de la iglesia o la portada barroca del mismo templo. Tras varios periodos de abandono, actualmente el edificio está ocupado por las Hermanas de Belén, una orden de clausura que permite al visitante recorrer sus exteriores a pie (de 7.00 a 18.00) y la entrada a la iglesia durante las mañanas y tardes para el rezo de maitines, vísperas y misa.

La Cartuja Santa María de la Defensión es una histórica encrucijada de caminos, en el que las vías de ayer se cruzan con las modernas autovías de hoy. Ubicado al pie de la antigua carretera Jerez-Algeciras, cerca del actual nudo entre la autopista del Sur y la autovía Jerez-Los Barrios y lindero con la ribera del río Guadalete, el cenobio es la antítesis del mundanal ruido que le rodea. Pasear por sus jardines y el interior del templo, tan lejos y a la vez tan cerca, es saberse justo en ese lugar que recomendaban los viajeros románticos al margen del camino.

Es la Cádiz sosegada y desconocida que se oculta tras la foto con más likes en Instagram.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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