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El monstruo Ogopogo

Elías Vivancos, integrante del grupo de música y danza Los Vivancos, nunca olvida los años que pasó en las Montañas Rocosas canadienses cuando era adolescente

Elías Vivancos, integrante, junto a varios de sus hermanos, del grupo de música y danza Los Vivancos.
Elías Vivancos, integrante, junto a varios de sus hermanos, del grupo de música y danza Los Vivancos.

Elías Vivancos pertenece a una familia de artistas. Junto a seis de sus hermanos —­todos ellos con nombres bíblicos— integra el grupo de música y danza Los Vivancos, con el que ha recorrido medio mundo. Pero de los años que pasó en las Montañas Rocosas canadienses cuando era adolescente nunca se olvida.

Díganos algo ineludible para los visitantes de la región.

Lo más bonito de esa zona de la Columbia Británica son los paisajes y las montañas. Allí se encuentra el lago Okanagan. Es enorme y, según dicen, tiene su propio monstruo, parecido al del lago Ness. El de allí se llama Ogopogo. En el lago se pueden practicar deportes acuáticos y también pescar.

Además del monstruo, ¿qué otros animales encontraremos?

Hay una fauna impresionante: hemos llegado a ver osos —una madre con dos cachorros— a escasos metros de nosotros. También se encuentran pumas, aunque son difíciles de ver porque son muy esquivos. Y no faltan ardillas, siempre saltando de árbol en árbol. También mapaches: encontramos una cría perdida y estuvo varios meses en nuestra casa.

Tenían cerca las Montañas Rocosas. ¿Mucha nieve?

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Sí. En invierno se formaban capas de un metro de altura. Hacía muchísimo frío. Recuerdo que un día salí con la cabeza mojada y, en el trayecto de una casa a otra dentro de nuestro rancho, se me quedó el pelo helado. En cambio, en verano hacía muy buen tiempo y como la zona es fértil crecían muchas frutas: cerezas, melocotones…

¿En su rancho tenían frutales?

No, pero sí nos autoabastecíamos de huevos frescos y leche de cabra recién ordeñada.

Si volviera hoy, ¿qué visitaría?

Sin duda, el rancho, aunque ya lo vendimos. Pasearía nostálgico por sus alrededores. Y me iría a la ciudad cercana, Kelowna, a escuchar a la orquesta sinfónica local, de la que fui violonchelista. Una vez toqué como solista el Concierto en Mi Mayor de Camille Saint-Saëns con ellos. Un honor.

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