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Rutas enológicas

Las alegres tierras de Baco

La comarca del Salnés, cuna del albariño en Galicia; las espectaculares bodegas de Rioja y la zona de Jerez con su gracia amontillada. Tres viajes con mucha chispa

Carlos Delgado
El palacio de Fefiñanes, en Cambados (Pontevedra).
El palacio de Fefiñanes, en Cambados (Pontevedra).Gonzalo Azumendi

Finales de septiembre ofrece la oportunidad de viajar por la vendimia en España. A la degustación de sus excelentes creaciones se añade el atractivo de conocer gran variedad de paisajes y pueblos donde el vino es parte de su alma. Viaje que nos permite intervenir en la recolección; visitar y alojarnos en bodegas históricas o modernas; participar en cursos de cata; degustar la gastronomía regional o conocer el patrimonio histórico-artístico. Un viaje de paisaje, vino y bodega.

01 Corazón del albariño

En Cambados (Pontevedra), corazón marino del albariño, se da la mayor y más espléndida concentración de pazos y torres, cuya cantería contrasta con viñedos y sembradíos. Por lo que un recorrido por la comarca del Salnés puede resultar inolvidable. Empecemos por visitar el monasterio de Armenteira, exponente del románico gallego que une a su belleza arquitectónica un paisaje boscoso donde la luz crea increíbles celosías. Fue construido por los monjes del Císter, que introdujeron la variedad albariño en la zona. A través de un paisaje de ensueño, con pazos, hórreos y cruceros de granito, llegamos a Barrantes, casa-torre solariega cuyos fundamentos se remontan a finales del siglo XV. La magnífica bodega, construida en granito del país, se levanta junto al pazo. Cerca, Fefiñanes, con su pazo que es palacio —magistral edificio del siglo XVI y de visita obligada—. Integrado en un conjunto monumental que forma plaza con la iglesia de San Benito, construida en 1588, se trata de la obra arquitectónica más serena y ensoñadora de todas las moradas palaciegas gallegas. Y a la hora de dormir (también de comer o beber), el Pazo Carrasqueira, casa rural del XVII convertida en hotelito y bodega. El que guste sentir el rumor del oleaje tiene el parador, frente a la ría de Arousa.

Viñedos riojanos con el pueblo de Briones al fondo.
Viñedos riojanos con el pueblo de Briones al fondo.Gonzalo Azumendi

02 Rioja de crianza

Pasear por el viñedo riojano, de suaves pendientes entre los meandros del río Ebro, es adentrarse en la historia enológica española, que ha tenido en el Rioja el paradigma del vino de crianza. Por aquí pasó el Camino de Santiago, sembrando la ruta jacobea de hermosas joyas románicas. Los monjes benedictinos de Borgoña transitaron por estas tierras trayendo devoción, cepas y conocimientos vitivinícolas.

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Para empezar, el barrio de la Estación en Haro. Allí, junto a las vías del viejo ferrocarril, se agrupan algunas de las bodegas que han hecho historia y dado lustre al Rioja: CVNE, Viña Tondonia, Rioja Alta, Muga o la última en llegar, Roda. En las cavas subterráneas de estas bodegas hay vinos que parecen tocados por la inmortalidad.

En la Rioja Alavesa, Marqués de Riscal ejemplifica la mejor síntesis de clasicismo y modernidad. La bodega de Elciego, construida en 1883, se enriquece con la Sede Social creada por el arquitecto Frank O. Gehry. Así, las viejas prensas hidráulicas verticales, auténtica reliquia, conviven con el titanio y las formas voladizas del genial arquitecto.

Y en Laguardia, villa medieval minada de bodegas subterráneas, simbólicamente defendidas por murallas jubiladas, el viajero puede visitar bodegas como Ysios, proyectada por Santiago Calatrava y que ya forma parte del paisaje con su perfil sinuoso y la ondulada esbeltez de su cubierta laminar en aluminio recortándose sobre la sierra de Cantabria.

Una de las instalaciones de las bodegas de González Byass (Tío Pepe), en Jerez de la Frontera (Cádiz).
Una de las instalaciones de las bodegas de González Byass (Tío Pepe), en Jerez de la Frontera (Cádiz).Gonzalo Azumendi

03 Fino de Jerez

En la costa atlántica gaditana, separados por kilómetros de playa, se encuentran pueblos de tanta belleza como tradición marinera: Sanlúcar de Barrameda, a orillas del Parque Nacional de Doñana, donde el fino es manzanilla. Y en la campiña, soñando con el mar, Jerez de la Frontera, con sus viñedos sobre tierra blanca, entre caballos, arte y vino. Hay en Jerez, El Puerto de Santa María y Sanlúcar preciosas bodegas, sin parangón en el mundo enológico, cuya visita nos transporta a otra dimensión. Como la de González Byass, una de las mayores de España, y desde luego la mayor de Jerez. Aquí nace, en 1844, Tío Pepe, el primer fino. Sus naves de crianza, verdaderas catedrales del vino como Los Apóstoles, La Cuadrada o La Concha, transportan al visitante a otra dimensión enológica llena de magia.

En Sanlúcar de Barrameda, Antonio Barbadillo, fundada en 1837, es toda una institución. No sólo posee la bodega mayor y más importante, sino que ha sido el pionero en lanzar al mercado una manzanilla en rama. Pero donde destaca Barbadillo es en la elaboración de sus reliquias, viejos vinos generosos, de soberbia factura, tanto amontillados como olorosos y dulces.

Osborne, William & Humbert, El Maestro Sierra, Emilio Lustau o Fundador Pedro Domecq,  cuyo complejo recuerda el Jerez del siglo XVIII…, todas merecen una visita a sus instalaciones tocadas por la gracia gaditana y el embrujo de sus vinos.

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Sobre la firma

Carlos Delgado
Periodista, escritor, y crítico enogastronómico. Premio Nacional de Gastronomía 2002. Es crítico enológico de EL PAÍS desde finales de los ochenta. En 1989 participó en la fundación de Slow Food, donde ha sido vicepresidente internacional y presidente nacional. Es autor de libros como 'El Libro del Vino' y 'El Libro de los Aguardientes y Licores'.

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