Chimenea en la caja de cristal

Collado Mediano es uno de esos pueblos burgueses de la sierra de Guadarrama que ha hecho felices a tantos madrileños con casa de veraneo y a su corte de amigos estacionales. La construcción en 1964 de Casa Varela, con planos del arquitecto Alejandro de la Sota, animó a muchos propietarios a poner énfasis en el diseño de las urbanizaciones surgidas a su abrigo. Mucho antes, a principios del siglo XX, ya se había edificado una colonia de chalecitos con delicados acentos del neoclasicismo decimonónico, algunas de las cuales no se resistieron al abandono debido a su alto coste de mantenimiento. Pilar Guillén, abogada y vecina de la localidad, terminó adquiriendo la del torreón para encargarle al Awa Estudio su reconversión en hotel.

El lugar llama la atención por sus altos pinos y cipreses, la alargada piscina de verano y, sobre todo, por la caja de cristal con chimenea que hace de salón otoñal. Y el interior es un jolgorio de diseño, con sillones Bauhaus y unos sofás que se dirían preparados para la foto. En las paredes cuelgan aguafuertes y litografías de diversos artistas. Del techo penden lámparas soñadas en un ambiente de pureza marcado por las tonalidades neutras de la decoración.

El equipo del hotel secunda a la propietaria en mimar al huésped con el énfasis que requiere una exhibición artística tan selecta. Hasta el desayuno, con pan de hogar, salmorejo y bizcochos de zanahoria, parece responder a este refinamiento estético. Una pequeña biblioteca acentúa la atmósfera culta de la casa.

Consideración aparte merecen los siete dormitorios, apretados en unos espacios más bien pequeños —salvo la suite dúplex La Torre— y con múltiples detalles de hotel urbano que no encuentran justificación en la excesiva factura abonada aquí por una noche. Aunque merecen aprecio algunas soluciones, como los metacrilatos, el contrachapado, los pavimentos de mortero pulido o el cajón de madera que contiene el baño, el huésped acaba sintiéndose embutido en un camarote de un barco. Lo aconsejable entonces es apuntarse a una sesión privada de 45 minutos en el spa.