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Pasión por Granada

La vista de la Alhambra desde el Albaicín es inolvidable. Descubrimos la ciudad con la coreógrafa Blanca Li, el rockero Nani Castañeda y los escritores Justo Navarro y Cristina Morales

La Alhambra desde la terraza del restaurante El Huerto de Juan Ranas, en Granada.
La Alhambra desde la terraza del restaurante El Huerto de Juan Ranas, en Granada.Gonzalo Azumendi

Dentro de la plaza de la Universidad de Granada, cerca de la catedral, hay varias Granadas. La estudiantil (más de 57.000 universitarios y 1.918 erasmus anuales, según datos del Ayuntamiento), representada por la sede central de la Facultad de Derecho. La monumental, encarnada por la colegiata de los Santos Justo y Pastor, del siglo XVI. La indie de la tienda de discos Bora-Bora, que en 2012 abrió en el número 1 de esta plaza. Y es que en Granada, con sus 238.000 habitantes, abundan los estilos superpuestos como capas de Photoshop. Albaicineros y japoneses sacando fotos. La Virgen del Rosario y el Cristo de los Favores de procesión por el moderno barrio del Realejo cuando llega Semana Santa. Una Granada en transformación de la que dan cuenta aquí algunos de sus personajes más devotos.

javier belloso

En el Generalife

La coreógrafa y bailarina granadina Blanca Li visita su ciudad natal regularmente con sus hijos, “para que también ellos tengan relación con esta ciudad que es tan importante para mí”, cuenta desde París. “Como vuelvo a menudo, no me doy cuenta de los cambios, pero cuando pienso en mi infancia, ¡claro que los hay!”, dice. Echa de menos los puestos de la plaza de Bib-Rambla a los que iba a comprar zambombas y panderetas por Navidad. Aunque su rincón favorito es el Corral del Carbón (Mariana Pineda, s/n), donde de niña jugaba con sus primos y donde ahora se venden las entradas para la Alhambra. También los jardines del Generalife, “porque en ellos viví una de las experiencias más bonitas de mi carrera, actuando cada noche, tres semanas, con mi espectáculo Poeta en Nueva York”. Ha visitado la Alhambra innumerables veces. “Una de las que más disfruté fue cuando rodamos el vídeo de Morente sueña la Alhambra, con Israel Galván”, recuerda.

El rincón favorito de la coreógrafa Blanca Li es el Corral del Carbón, donde de pequeña jugaba con sus primos

Mestizaje y fusión

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“Creo que hay un cambio generacional. Los que tenían 20 años en los ochenta han pasado a la reserva, y ahora llevamos proyectos y dirigimos instituciones los que teníamos 20 años a final de los noventa. Queremos contribuir con una mirada interdisciplinar y ecléctica”, comenta Nani Castañeda, batería del grupo granadino Niños Mutantes. El Bora-Bora es un buen ejemplo de esto: vende camisetas, acoge presentaciones y pequeños conciertos. También Marcapasos (Duquesa, 6), Subterránea Cómics (Horno de Abad, 12), y un bar que vende discos como el Loop Bar & Records (San Matías, 8).

Estudio del lutier Daniel Gil de Avalle, en Granada.
Estudio del lutier Daniel Gil de Avalle, en Granada.G. Azumendi

Bagaje rockero

Nani Castañeda es además director de la Feria del Libro y promotor de Granada Ciudad del Rock, una ruta turística puesta en marcha por el Ayuntamiento para potenciar el bagaje rockero de la ciudad. Se concentra en el centro y la zona de Pedro Antonio de Alarcón, antiguo meollo copero. Algunas de las paradas de la ruta son Planta Baja (Horno de Abad, 11), Pub Peatón (Sócrates, 25), Ruido Rosa (Sol, 18), El Bar de Eric (Escuelas, 8), el Provincias (Provincias, 9), el Soria (Laurel de las Tablas, 3), el Amador (Pintor López Mezquita, 13), el Botánico (Málaga, 3), JAM Instrumentos Musicales (Obispo Hurtado, 11) y la Escuela de Música Gabba Hey (Pintor Zuloaga, 4), donde José Ignacio Lapido, de 091, ha dado clases de historia del rock.

Vicente de Luna Ruiz los va enumerando desde su hotel, Lemon Rock Bar & Hostel (Montalbán, 6), un albergue de diseño para mochileros con bar donde todos los días hay conciertos en directo (y gratis). Subimos a la terraza, donde pincha un dj, y, quizá por asociación de ideas, Vicente se acuerda de la sala Boogaclub (Santa Bárbara, 3), “que se ha especializado en dj y música en directo”. Más lejos, en la plaza de toros, el Magic (Doctor Oloriz, 25) programa ciclos de jazz los miércoles organizados por Ool-Ya-Koo, asociación cultural de jazz en Granada. Más lejos aún están El Tren (carretera de Málaga) y la Sala Industrial Copera, con nueva ubicación en La Zubia.

La tetería Kasbah, en el barrio granadino del Albaicín.
La tetería Kasbah, en el barrio granadino del Albaicín.G. Azumendi

El barrio de moda

La tercera zona que más turistas recibe por detrás del Albaicín y el centro histórico es el Realejo, bautizado como Chuecalejo o Hipsterlejo con humor granadino. Hay enotecas, tiendas de bicis y de segunda mano, como Vas de Retro (Santiago, 32). Están junto a la pollería y al constructor de guitarras de toda la vida. Es el territorio de Juan Alberto Martínez, cantante de Niños Mutantes, que enumera locales con familiaridad de parroquiano. El agradable Papaupa Retrofusionfood (Molinos, 16), Picoteca 3Maneras (Santa Escolástica, 19) y el Candela (Santa Escolástica, 9). “Aquí va a abrir un restaurante un chico japonés”, dice señalando una puerta destartalada. Es el feudo también de El Niño de las Pinturas, que se declara greñudo (el mote que reciben los habitantes del Realejo), y a mucha honra. En Granada se puede disfrutar de una ruta por sus grafitis, y buena parte de ellos se concentran en su barrio. Empezando por el de la parte de abajo de la placeta de Joe Strummer, líder de The Clash. Deteriorado por la intemperie, pero sin un solo trazo emborronándolo. A El Niño de las Pinturas se le respeta.

La tercera zona que más turistas recibe es el barrio del Realejo, por detrás del Albaicín y el centro histórico

Librerías para todos

Hace dos décadas, Nani Castañeda montó una librería con café y club de lectura, conferencias y conciertos. Tuvo que cerrar. “Ahora hay cinco o seis así, y todas funcionan”, dice Castañeda. Las recorremos junto a Jesús Lens, director de Granada Noir, el joven festival dedicado al género negro que organiza encuentros con escritores en bares y se mantiene activo todo el año.“Agapea [Puentezuelas, 28] es tan pequeña como activa”, dice entrando por su puerta con entusiasmo de bibliómano. De allí a Picasso (Obispo Hurtado, 5), la megatienda de libros que acaba de abrir local especializado en cómics y literatura infantil justo enfrente; o Praga (Gracia, 33), librería de viejo. Salvo excepciones como la recién inaugurada El Tiempo Perdido (Marqués de Falces 4), casi todo el ramo se arracima en La Magdalena, un barrio céntrico, con algunas calles peatonales, donde prenden negocios jóvenes como OVNI Bazar Bizarro (Duquesa, 6) o el espacio de coworking erranT (Cruz, 19). “Es zona de paso”, explica la propietaria de Ubú Libros (Buensuceso, 17).

Centro Cultural CajaGranada, proyectado por Alberto Campo Baeza, en Granada.
Centro Cultural CajaGranada, proyectado por Alberto Campo Baeza, en Granada.G. Azumendi

Los monumentos

La Alhambra, 2.474.231 visitantes en 2015. Referente en todas las charlas aunque sea para confesar que hace años que no se visita la gran ciudad palatina andalusí. Los entrevistados se quedan en el bosque que la rodea o pasean por sus rutas de acceso menos concurridas, como la cuesta del Rey Chico, que sube desde el paseo de los Tristes por su costado izquierdo. O la visitan cuando vienen amigos o familia de fuera, como le ocurre a Ernesto Páramo, director desde sus inicios (1995) del Parque de las Ciencias (avenida de la Ciencia, s/n). “La Alhambra es como un agujero negro que no rebota la luz”, dice. Eclipsa al resto de la ciudad.

Aunque la idea es que lo haga cada vez menos. “El excursionismo que solo ve la Alhambra sigue siendo importante; trabajamos para cambiar esto con la apertura de nuevos monumentos, como la Casa de Zafra [Portería de la Concepción, 8] o el Cuarto Real de Santo Domingo [plaza de los Campos, 6]”, dice un portavoz municipal. Y a esto se añaden apuestas como el propio Parque de las Ciencias, convertido en segundo gran atractivo turístico, con más de 657.000 visitantes en 2015. O, muy cerca, el Centro Cultural CajaGranada (avenida de la Ciencia, 2). La catedral (Gran Vía de Colón, 5), con medio millón de visitantes anuales, y la Capilla Real (Oficios, s/n), con más de 385.000 (donde está el cuadro de Botticelli que aparece en la novela Gran Granada, de Justo Navarro), completan el podio de monumentos más populares.

Los baños del Nogal, en el Albaicín (Granada).
Los baños del Nogal, en el Albaicín (Granada).G. Azumendi

El Albaicín de Morente

Patrimonio mundial junto con la Alhambra y el Generalife, el Albaicín es recorrido por mares de turistas que deambulan por Calderería Nueva y Vieja, pequeño zoco árabe con teterías y tiendas de souvenirs, y entran en los baños árabes de El Bañuelo (Carrera del Darro, 31). O suben hasta la plaza Larga y, los mejor informados, desembarcan en Casa Pasteles (plaza Larga, 1) o paran en Los Caracoles de la plaza de Aliatar.

El rapero Dellafuente recuerda que hace ocho años le gustaba subir en moto al mirador de San Nicolás, pero que ahora “hay demasiada gente”. Y prefiere refugiarse en bares curiosos como La Trastienda (plaza de Cuchilleros, 11), que parece una charcutería, o El Rincón del Cofrade (San Marcos, 8), donde a las doce de la noche se apagan las luces y se canta la salve.

El Albaicín figura en la ruta Granada Ciudad del Rock. El Enano Rojo (Elvira, 91), el mestizo Pata Palo (Naranjos, 2), La Porrona (plaza Larga, 4), donde se fraguó el disco Omega, de Lagartija Nick y Enrique Morente. Y la propia casa natal de Morente (cuesta de San Gregorio, 9).

Los visitantes deambulan a mares por Calderería Nueva y Vieja y entran en los baños árabes de El Bañuelo

Escenario de novela negra

“El barrio de San Matías sigue casi igual que hace 40 años, aunque con bares nuevos y más casas cerradas”, comenta el escritor, traductor y periodista Justo Navarro, nacido en la plaza de Bib-Rambla y criado en la calle de San Matías. El epicentro de la marcha nocturna masiva se ha trasladado a los alrededores, a las calles de Ganivet y Navas. Con clásicos como el primer bar Los Diamantes (Navas, 28) y locales de estreno como Artik (Ángel Ganivet, 11) o Pinot Noir (Ángel Ganivet, 6). Las coordenadas de su infancia, asegura el autor, serían el escenario perfecto para una novela negra, con la acción desarrollándose por la zona del palacio arzobispal y la catedral, la Alcaicería, la parroquia del Sagrario y las callejuelas solitarias que llevan a la Casa de los Tiros (Pavaneras, 19), por las que pasea siempre que vuelve.

Interior del espacio Alea, en Granada.
Interior del espacio Alea, en Granada.G. Azumendi

Granada alternativa

En Granada hay muchas Granadas, y la más subterránea es la que propone Cristina Morales, joven escritora afincada en Barcelona pero con mucha relación con su ciudad. Trufada de pequeños teatros alternativos como Compañía Vladimir Tzekov (Paz, 19) o El Apeadero (Ave María, s/n), donde ella ha ensayado. Una pequeña editorial independiente y autogestionada llamada Ediciones Paralelo. Un slam de poesía (torneo de lectura de poemas), el Granada Slam Poetry, que celebra varias veladas al año en un antiguo tablao flamenco (Elvira, 87). Y La Tertulia Arte Bar (Pintor López Mezquita, 3). Trincheras, según las llama, que busca para salir “sin volver a casa deprimida”, según dice. Para evadirse, la Casa Molino de Ángel Ganivet (cuesta de los Molinos, s/n), “de finales del XIX, con un jardín precioso, poco transitado y depauperado por los recortes”. Un lugar de reposo.

Escultura en la Fundación Rodríguez-Acosta, en Granada.
Escultura en la Fundación Rodríguez-Acosta, en Granada.G. Azumendi

Un carmen para soñar

Un lugar tan especial como la Fundación Rodríguez Acosta (callejón de los Niños del Rollo, 8) es mucho menos conocido que el Centro José Guerrero (Oficios, 8) o el Centro Federico García Lorca (plaza de Romanilla, s/n). La visita incluye los cinco niveles del edificio y los jardines ideados por José María Rodríguez-Acosta a principios del XX como estudio de pintura en vivo. Un carmen (vivienda urbana granadina con jardín) de 3.000 eclécticos metros cuadrados donde el estilo modernista convive con la arquitectura islámica, los rincones de inspiración clásica y las estampas románticas. Estatuas, fuentes, unos subterráneos sorprendentes. Y un museo nutrido por la enorme aportación del arqueólogo e historiador del románico Manuel Gómez-Moreno, que a su muerte donó a la Fundación su biblioteca, el archivo y la colección artística y arqueológica reunida a lo largo de su vida.

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