Viento Norte en Ann Arbor
La periodista Yolanda Villaluenga llegó a Ann Arbor, en Michigan, en septiembre de 2001. Un lugar amable. Ahora acaba de publicar una novela (en la editorial Demipage) con el nombre de la población estadounidense, de unos 100.000 habitantes.
¿Qué le fascinó tanto?
Observé durante un año el ritmo de la ciudad. Es muy cosmopolita. Fue fundada por dos especuladores del siglo XIX. Las mujeres de ambos se llamaban Ann.
¿Dónde se inspiraba usted?
En el Museo de Arte; en Mo Mo Tea, una tetería taiwanesa muy tranquila y con unos pasteles riquísimos, y en la Universidad de Michigan, que tiene allí su sede.
Así que juergas universitarias.
Boletín
Cumplí 40 años allí y lo celebré en Gandy Dancer, una marisquería donde probé una langosta que te mueres. Las fiestas no las sigo, pero el ambiente es increíble. Un ejemplo: Kiwanis, una tienda de segunda mano donde los estudiantes dejan sus pertenencias cuando se van.
¿Compró algo?
Un chal japonés y una bici que me costó 10 dólares y fue mi medio de transporte.
¿Iba a las librerías con ella?
Dicen que la ciudad tiene el mayor número de librerías por kilómetro cuadrado de EE UU. Y que en 1929 poseía el mayor número de teléfonos per capita.
¿Ahora tiene más iphones?
Puede ser. Allí dicen que viven adelantados porque el viento que llega del norte pasa dos días antes por Ann Arbor que por Chicago.
Y permiten fumar marihuana.
Desde los setenta tienen leyes que no criminalizan su uso.
¿Alguna pista más?
The Bird of Paradise, un club de jazz en el que conocí a Etta James, uno de los personajes de la novela.
