Belleza durmiente en Atenas
A la diosa Afrodita y al dios Hermes les salió el hijo -Hermafrodito- guapo. Tanto, que según cuenta Ovidio en Las metamorfosis, la hermosa náyade Salmacis se prendó de él y pidió a Zeus que sus cuerpos nunca se separasen, fundidos para siempre en un solo ser con rasgos femeninos y atributos masculinos. Lo consiguió. La leyenda de Hermafrodito y Salmacis es un tema recurrente en el arte. Su versión más conocida es el Hermafrodito dormido del Louvre de París. El tema también inspiró las voluptuosas Venus recostadas de Giorgione, Tiziano, Rubens y Velázquez. O más cerca en el tiempo, las Musas durmientes de Constantin Brancusi (1876-1957), algunos poemas de Shelley y de Gautier o, en su versión rock, el tema La fuente de Salmacis, del álbum Nursery Cryme (1971) de Génesis. La delicada criatura de mármol de la foto, original griego titulado Hermafrodito dormido, reposa en una de las salas de escultura helenística del Museo Nacional de Atenas (vuelos de ida y vuelta con Iberia por 273 euros, precio final).
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