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Reportaje:FUERA DE RUTA

Nostalgia portuguesa y 'raves' en Goa

Ritmos incitantes en el Estado occidental de la India que sedujo a Vasco de Gama

Las estaciones de tren en la India son una prolongación más de sus calles. Una masa abigarrada de viajeros, porteadores, policías, vendedores, que transportan sus mercancías misteriosamente apiladas en altas columnas, como en levitación, barrenderos, pobres, taxistas en busca de clientes, maletas, paquetes, bultos de diferentes tamaños y carretillas conforman una barrera que, por momentos, se antoja infranqueable. La de Mangalore, en el Estado sureño de Karnataka, no es una excepción. Sin embargo, todo cambia en el momento en que se consigue acceder a los andenes o a las salas de espera. El frenesí exterior se transforma en el sosiego de una espera resignada que sólo altera levemente la llegada del tren; no hay lugar para el desbarajuste dentro de la histórica organización de los trenes de la India. El convoy a Mumbai es una forma cómoda de llegar a Goa, ese pequeño Estado que abre un paréntesis de larguísimas playas tropicales, muchas de ellas solitarias, donde aún es posible encontrar pueblos de pescadores encajados entre espolones verticales de tierra rojiza, en un país que tiende a la aglomeración.

A 10 kilómetros al este de Panaji, se encuentran los restos de Old Goa, la vieja capital colonial. Del antiguo esplendor que alcanzó esta ciudad -a finales del siglo XVI llegó a tener cerca de 300.000 habitantes, más que Lisboa- sólo quedan en pie 10 iglesias y conventos, declarados patrimonio de la humanidad. La pulcritud y el cuidado del entorno, con grandes avenidas ajardinadas, y el buen estado de los edificios no evitan la impresión de abandono y decadencia que, como la hiedra salvaje, se agarra a los poros de la piedra y termina por envolver todo el conjunto. Una sensación que se hace realidad al pasear por Monte Santo, un paraje en el que se agrupan varios conventos, iglesias y capillas cuyos restos emergen de las entrañas de una tupida vegetación. Frente a las ruinas, Bom Jesús, San Francisco o Santa Catalina exhiben la arrogancia de sus fachadas en buen estado tras las que se oculta la inutilidad de sus naves vacías. Los mosquitos y la malaria, que obligaron en su día a las autoridades coloniales a abandonar el lugar, fueron más letales con estos templos que la supresión de las órdenes religiosas a principios del siglo XIX.

Reducto de hedonismo

Pero pese a los esfuerzos de los colonizadores para convertir estas tierras en un reducto de iglesias, santos y crucifijos, la seña de identidad de Goa que ha terminado por imponerse en el subconsciente colectivo, acaso como respuesta a las atrocidades que practicó la Inquisición en sus delirios evangelizadores en la zona, es el hedonismo. A finales de los años sesenta, las playas vírgenes de la costa goana se convirtieron, como Katmandú, en Nepal, en un destino para los hippies. Miles de jóvenes trataron de encontrar allí su paraíso utópico y psicotrópico. En la actualidad, de aquel sueño también quedan las ruinas. Algunos pioneros, ciertamente más envejecidos, han echado raíces y tratan de mantener viva una llama parecida a la que los impulsó en su viaje de ida. Las fiestas en la playa de música Goa trance, un baile en el que se mezclan sonidos de la música india y del techno, todavía atraen a un buen número de jóvenes (ravers) de todo el mundo, aunque los tímidos esfuerzos de las autoridades indias por erradicar el nudismo y las drogas están ejerciendo un cierto freno.

El reducto de estos nómadas modernos de difícil catalogación es Anjuna, una playa de más de un kilómetro de arenas blancas y palmeras al norte de Panaji. Todos los miércoles se celebra en este pequeño pueblo un mercado, conocido con el nombre de las pulgas, en el que se funden el sari y el biquini, la vaca y la moto de época, encantadores de serpientes con internautas; una reunión que tiene tanto de rito como de negocio. Los tenderetes se despliegan a lo largo de la playa transformando la apacible relación del mar y la arena en una orgía de colores, olores, ruidos y gentes, donde muchas veces los comerciantes, tanto si son locales como occidentales, son más fascinantes que las mercancías.

Desde Anjuna se puede acceder fácilmente a Vagator, una de las playas más espectaculares de Goa. A lo largo de dos kilómetros de arrecifes se han ido formando pequeñas bahías de arena blanca bordeadas de frondosos palmerales. También aquí se pueden apreciar restos, acaso más decrépitos, del paraíso hippy que a duras penas sobrevive en la vecina Anjuna. El fenómeno del turismo, reacio a los excesos, se va apoderando paulatinamente de estos espacios, hasta el punto de haber colonizado prácticamente ya las playas de Goa que, como Calangute, Coval o Sinquerim, se encuentran más al sur, donde, incluso, se da una cierta especialización según el tipo de turista, aunque, afortunadamente, la masificación todavía no ha llegado.

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Un vendedor de helados rodeado de niños en Panaji (Goa).
Un vendedor de helados rodeado de niños en Panaji (Goa).ÁLVARO LEIVA

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos

Población: 1,3 millones. Superficie: 3.600 kilómetros cuadrados. Documentación: pasaporte con validez mínima de seis meses y visado (50 euros y tres fotos). Moneda: un euro equivale a 52,5 rupias.

Cómo ir

- Lufthansa (902 22 01 01; www.lufthansa.es). Vuelos de ida y vuelta a Bombay, desde 659 euros más tasas.

- KLM (902 222 747; www.klm.es). A Bombay, vía Amsterdam, desde 649 euros más tasas.

- Catai ofrece un paquete India-Goa de 12 días desde 1.632 euros (todo incluido). En agencias.

Dormir

- Park Lane Lodge (00 91 832 2 22 02 38), en la zona de Fontainhas, cerca de la capilla de San Sebastián. Panaji (Goa). Pensión rebosante de carácter en una mansión colonial. Unos siete euros.

- Palacio de Goa (00 91 832 2 42 42 89). Gama Pinto Road. Panaji. Fachada kitsch y restaurante vegetariano. Desde ocho euros.

- Anjuna Beach Resort ( 00 91 832 2 27 44 99). De Mello Vaddo, s/n. Anjuna. Habitaciones espaciosas desde ocho euros.

- Pensión Dolrina (www.goa-world.net/dolrina). Vagator. Unos ocho euros.

- Centrales de reserva en Internet: www.indianvisit.com y www.india-hotels-resorts.com.

Información

- Embajada de la India en Madrid (902 90 10 10 y www.embajadaindia.com).

- Turismo de la India (http://india-tourism.com y www.tourismofindia.com).

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