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Reportaje:FUERA DE RUTA

El Benidorm de Nepal

Pokhara, capital del turismo de aventura junto a los Himalayas

Pokhara es la segunda ciudad nepalesa después de su capital, Katmandú. Podríamos decir que es el Benidorm de Nepal. No tiene playa, pero tiene el precioso lago Phewa, de aguas tranquilas y limpias rodeadas de naturaleza, donde es posible bañarse y relajarse. Tampoco tiene torres de 30 pisos, pero cuando el cielo está claro pueden verse los Himalayas asomando por encima de las verdes montañas. "Justo allí", me dice un joven, "detrás de esa cordillera". Miro entrecerrando los ojos, pero no consigo ver nada. "¿Estás seguro?", pregunto. Asiente y me dice: "Vuelva en octubre, cuando se ven perfectos".

La comparación con Benidorm no es gratuita. El número de tiendas de souvenirs, hoteles, restaurantes y agencias de turismo y aventura, cuyo principal oferta es el trekking por el Annapurna, es elevadísimo. Es una ciudad orientada al turismo, aunque me da la sensación de que por la zona del lakeside (la orilla del lago) hay más vendedores que turistas. Vendedores que intentan atraer mi atención desde tiendas de ropa, telas o plata. Antes de las revueltas maoístas era diferente, me comenta uno de ellos, antes había muchísimo turismo y todo se vendía por el triple. Antes.

La Pagoda de la Paz

Con la excusa de tener una panorámica del valle de Pokhara (y la secreta intención de conseguir echar un ojo a los Himalayas), asciendo por un sendero hacia la Pagoda de la Paz Mundial, un templo budista de blanco y oro que corona una montaña cercana a la población. Es un templo diminuto, pero las vistas son espectaculares. Se pueden contar cinco cadenas montañosas, una detrás de otra, difuminándose hasta casi desaparecer. Pero ni el Annapurna ni el Dhaulagiri ni ninguno de los gigantes blancos son visibles.

Junto a la pagoda conozco a Omar. Es de Tarragona y lleva un año y medio viajando por la zona. Me cuenta que ese templo fue un regalo de los japoneses al pueblo nepalés. Bajamos juntos a la ciudad y una vez allí nos sentamos frente al diminuto embarcadero del lago Phewa. Los barqueros, al verme con Omar, no me insisten para llevarme al templo Vahari en barca, como hacen con el resto de turistas. Lleva más de un mes por la zona y ya lo conocen. Le piden un cigarro. Un poco más allá, algunas mujeres con sus vestidos rojos tradicionales siegan el campo y van colocando la hierba cortada en grandes cestas de mimbre que acarrean a la espalda.

Precio local

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"¿Vamos a comer algo?", pregunta Omar. Le digo que el restaurante de mi hotel es muy barato. Pokhara es una ciudad más cara que el resto del país, pero la calidad de sus hoteles y servicios es considerablemente mejor, y el precio al cambio no deja de ser barato. Omar se niega a ir al hotel como si fuera un turista. "Local price", me dice. Y me indica que le siga.

El restaurante es pequeño y no hay extranjeros. La camarera saluda a Omar. Es muy gorda y tiene rasgos indios. Me explica mediante gestos que es cristiana. Hace el ademán de rezar, mira al cielo, se toca el corazón. Cada 15 días un autobús la lleva a la iglesia más cercana, donde va a misa con otros cristianos. Eso creo entender. Le pregunto si es normal. Me dice que no, que la mayoría son hinduistas o musulmanes. Me sorprende saber que la religión mayoritaria del país donde Buda nació y alcanzó la iluminación no es el budismo.

La camarera sonríe mostrando un montón de cosas que quisiera decirme pero no sabe cómo hacerlo. Yo también le sonrío. Me siente su hermano de religión. Ni se me pasa por la cabeza decirle que no creo en ese dios europeo al que ella cada 15 días va a adorar. Es un momento bonito que vale la pena no estropear. Seguimos sonriendo. En la pared, una postal amarillenta del Himalaya llama mi atención. Lo señalo. Me señalo los ojos. Niega con la cabeza. Traduzco su gesto como: en octubre se ven perfectos, ahora no.

Omar se despide. Dice que tal vez nos encontremos otro día por la ciudad. Le digo que solo estaré un día más. Se sorprende. Comenta que hacen falta al menos dos meses para poder unirnos al ritmo cotidiano de la ciudad, a su vaivén. Supongo que tiene razón; además Pokhara ofrece muchas cosas para hacer sin ni siquiera salir de los límites de la ciudad. Se puede pasear por la orilla del lago, donde los pescadores faenan en pequeñas barcas, las mujeres lavan la ropa y los niños nadan. O por los tranquilos campos de arroz, donde encontraremos una de las estampas más típicas de Asia: los campesinos con pantalones pirata y sombreros de mimbre trabajando en los arrozales. Hay algunos templos interesantes y también la Davi's Fall, una espectacular cascada junto al campamento de refugiados tibetanos. Uno de los tantos campamentos tibetanos que se encuentran en Nepal debido a la diáspora.

Fantasmas blancos

Mi última tarde alquilo una moto y me alejo de la ciudad a través de puertos de montaña. Hacia los ochomiles, pero sin suerte tampoco esta vez. Ya me he hecho a la idea de marcharme sin verlos. A la mañana siguiente me levanto a las cinco para coger el autobús que me llevará a Katmandú. Está amaneciendo cuando llego al descampado de tierra que hace las veces de estación. De pronto los veo. Sin saber ni cómo están delante de mí: las enormes siluetas que llevo varios días buscando. Mucho más altas de lo que esperaba. Reconozco el Annapurna y el Machhapuchhre, el pico en forma de cola de pez. Gigantescos fantasmas blancos que apenas tardan unos minutos en desvanecerse, cuando aparece el sol, fundiéndose con el cielo como si no existieran. Les agradezco la deferencia de haberse mostrado a mí finalmente. Como si fueran dioses. Porque lo cierto es que no parecen pertenecer a este mundo.

» Alberto Torres Blandina es autor de Mapa desplegable del laberinto (Siruela).

Desde Pokhara se contemplan, con suerte y en un día claro, las cumbres nevadas de la cordillera del Himalaya.
Desde Pokhara se contemplan, con suerte y en un día claro, las cumbres nevadas de la cordillera del Himalaya.DAVID SUTHERLAND

Guía

Cómo llegar

» Pokhara está a 200 kilómetros al oeste de Katmandú. Dispone de un aeropuerto con conexiones con Katmandú, Jomsom y Manang.

» Lufthansa (www.lufthansa.com), Jetairways (www.jetairways.com) o Iberia (www.iberia.com) vuelan desde Madrid a Katmandú por unos 850 euros ida y vuelta.

Viajes organizados

» Catai Tours ofrece viajes organizados como Nepal activo o Maravillas de Nepal que recalan en Pokhara e incluyen rutas de senderismo para todos los públicos.

12 días, por unos 2.000 euros, vuelos incluidos.

» Trekking y Aventura (www.trekkingyaventura.com) ofrece un Tour de los Annapurnas desde 1.073 euros por 19 días (13 de trekking en altura), sin vuelos internacionales incluidos.

» Orixá Viatges (www.orixa.com) ofrece tanto viajes en grupo como viajes a medida por Nepal a partir de unos 1.000 euros los 15 días, sin vuelos internacionales incluidos.

Información

» Turismo de Nepal (http://welcomenepal.com).

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