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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Risottos' de delirio en el centro de Madrid

DELIRIUM, un nuevo restaurante de cocina italo-argentina a precios razonables

José Carlos Capel

En los tiempos que corren no es fácil definir un restaurante recurriendo a los conocidos adjetivos de siempre: bueno, bonito y barato. Cuando se encuentra un establecimiento de estilo actual, donde la comida es sabrosa y se presenta bien y las facturas rondan los 25 euros por persona, hay que celebrarlo como un gran hallazgo. Después de tres meses de rodaje, Delirium se ha consolidado en Madrid como un lugar nada pretencioso donde se elaboran platos italo-argentinos y españoles a precios bastante razonables. Propuestas vistosas que, o bien por su presentación o por las dimensiones de la vajilla, entroncan con ese efímero estilo fashion que en la hostelería actual exalta un mundo de falsas apariencias. Nada que ver con la realidad de este restaurante donde Cristian Díaz, cocinero curtido en dos prestigiosos locales italianos -Il Gusto y Piu di Prima-, pone a punto una cocina muy seria.

DELIRIUM

Conde Duque, 30. Madrid.

Teléfono 915 41 13 89.

Cierra domingos y lunes noche.

Precio medio, alrededor de 25 euros.

Menú mediodía, 9 euros. Ensalada 'caprese', 7,50. 'Risotto' a la milanesa, 9. Milanesa a la napolitana, 12. Tiramisú, 4 euros.

Pan ... 5

Café ... 6

Bodega ... 5

Ambiente ... 5,5

Servicio ... 5,5

Aseos ... 6

Dentro de su intencionada modestia, Delirium ofrece tres especialidades destacables: pastas, risottos (arroces cremosos) y carnes a la brasa. En su propio obrador se elaboran a diario las pastas frescas. A pesar de tal refinamiento, los resultados varían: son suculentos los agnolotti (grandes ravioles), rellenos de queso mozzarella; algo barrocos los tagliatelle al nero (tallarines negros), salpicados de gambas y atiborrados de verduras, e insustanciales los ñoquis de patata con salsa de tomate. Pero donde la casa da realmente la talla es en los arroces. Ni siquiera en la misma Italia es fácil encontrar un risotto a la milanesa tan auténtico y cremoso como éste, con el punto de cocción justo, perfumado apenas con azafrán y aderezado con tuétano de vaca. Ni tampoco un risotto con hongos y foie-gras con los sabores tan matizados. Dos hitos que justifican la visita.

Tampoco decepcionan las carnes, aunque no posean verdadera envergadura. Es muy tierno el entrecó de ternera de Ávila a las brasas, aromatizado por carbón de encina y acompañado de alcachofas. Lo mismo que la entraña y la tira a las brasas, dos cortes argentinos. O el escalope de ternera a la milanesa con mozzarella, sugerencia de perfil casero. Como suele ser habitual, el local es ruidoso, y el servicio, demasiado informal. Tampoco es raro que los olores de la cocina se desparramen por sus salas. Salvo por estos reparos, por casi todo lo demás merece la pena.

Sala del restaurante Delirium.
Sala del restaurante Delirium.CLAUDIO ÁLVAREZ

TIRAMISÚ Y BIZCOCHO FLUIDO DE CHOCOLATE

EL NUEVO DELIRIUM es un restaurante inaparente, de estética contemporánea, con dos salas emplazadas a distintas alturas. Al mediodía resulta más agradable el comedor superior, dotado de luz natural. Por las noches es más acogedora la planta baja. A la hora de plantearse el menú no hay que olvidar su relación de entrantes, platos ideales para compartir en el centro de la mesa. Destacan el suculento vitello tonnato, típica carne fiambre con mayonesa de atún, y también el queso provoleta gratinado al orégano. Son muy vistosas dos de sus ensaladas, la caprese (tomates cereza y queso mozzarella) y la templada de queso de cabra. En cambio, el carpaccio de carne no vale nada. Cada mediodía, la casa ofrece un menú al precio de nueve euros que incluye dos platos y postre, además de pan. Una oferta que rota a diario e incluye atractivas sugerencias de corte casero. Por lo general, pastas o verduras y alguna carne. Otro de los puntos fuertes son los postres. Destaca el tiramisú, atípica versión del conocido dulce italiano. Tampoco se queda atrás el bizcocho fluido de chocolate (tartin) con helado de mango. Ni su versión de la isla flotante, copos de chantilly sobre crema inglesa. Sin embargo, decepcionan los panqueques flameados (crêpes rellenos de dulce de leche), que no están a la altura del resto. Y como complemento, una escueta bodega con 15 vinos pertenecientes a 14 denominaciones de origen españolas. Marcas de relieve en las que la casa se rompe la cabeza para ofrecer lo mejor a precios ajustados.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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