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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pescaditos crujientes y espetones de sardinas

EL ANCLA, cerca de Marbella. Frituras y mariscos en un veterano chiringuito al borde del mar

José Carlos Capel

De las barcas de pesca a las cocinas y del calor del fuego hasta sus mesas. Tal podría ser el reclamo de este veterano chiringuito de playa, situado sobre un repecho al mismo borde del Mediterráneo en el municipio de San Pedro de Alcántara, cerca de Marbella. Un establecimiento de vistas panorámicas que, bajo la dirección de su patrón, Eduardo Mackintos, se ha convertido en un restaurante formal y bastante más serio que antaño.

Como suele ser habitual en las costas malagueñas, los clientes se topan a la entrada con un mostrador atiborrado de pescados y mariscos en el que se exhibe la pesca del día. Bandejas en las que no faltan los espectaculares besugos de Tarifa, salmonetes, gallinetas y róbalos (lubinas), casi todos de anzuelo. Y también, gambas blancas y rojas, carabineros, almejas, escupiñas y conchas finas, al lado de otras especies llegadas de las lonjas próximas. Materias primas de calidad que se someten a los métodos de cocción habituales en Andalucía -a la sal, plancha y fritura-, sin dejar de lado los asados al espeto con ascuas de encina, que ejecuta con acierto Tito Cayetano, especialista que oficia a la vista.

EL ANCLA

5,5. Av. de Carmen Sevilla s/ n. Linda Vista Playa. San Pedro de Alcántara (Málaga). Teléfono: 952 78 74 96. Cierra lunes. Entre 30 y 50 euros. Sardinas al espeto, 10 euros. Arroz negro de rape, 14 euros. Besugo a la sal, 50 euros (el kilogramo). Arroz con leche, 4 euros.

Pan .................. 4 Café .................. 4

Bodega ............. 5

Aseos ............. 6,5

Ambiente ......... 7

Servicio ........... 6

La estrella, los boquerones

De no ser por algunos resabios de su cocina y por la sobrecarga propia del verano, El Ancla alcanzaría cotas bastante más altas. Es absurdo que unos tomates de temporada, que sólo piden sal y aceite de oliva, se malogren con un terrorífico picadillo de ajo. O que las croquetas de pescado, de masa amazacotada, se arrasen con nuez moscada. O que las tortillitas de camarones se presenten casi requemadas, y que los pescados y mariscos (gambas) hechos a la plancha se perjudiquen, en parte, por la propensión a aplicar tiempos de cocción excesivamente largos.

Para evitar sus puntos débiles, lo más seguro es optar por las especialidades más sencillas, como sucede con las frituras. Los pescaditos (acedías, pijotas, adobo, calamares, salmonetes, puntillitas y colas de gambas rebozadas) se doran en aceite limpio y se sirven crujientes. Algunos son magníficos, como los boquerones. No se quedan atrás los pescados a la sal, una técnica difícil a la que esta casa tiene cogido el aire. Ni tampoco los espetones de sardinas, que constituyen uno de los hitos del lugar, que se deben solicitar poco hechos si se quieren evitar desilusiones graves.

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Terraza de El Ancla, en San Pedro de Alcántara (Málaga).
Terraza de El Ancla, en San Pedro de Alcántara (Málaga).JULIÁN ROJAS

ARROCES MELOSOS

TAN NUMEROSAS son las sugerencias que contiene la carta en el restaurante El Ancla, que por sí solas ponen en aprietos el buen funcionamiento de la cocina. De los entrantes se salta a los arroces, las sopas y los guisos marineros, y de ahí a los pescados y mariscos preparados al horno o de otras muchas maneras (incluidas las calderetas de langosta y el ragú de bogavante). Y, como guinda, los platos de carne.Demasiados retos para un restaurante convencional, y más tratándose de un establecimiento de playa que atiende a oleadas de clientes. Como contrapartida, sus precios recorren una escala bien amplia. Se puede comer de manera desenfadada por un coste razonable, o sumergirse en el lujo que acompaña a los mariscos. Están bien los mejillones abiertos al vapor, las coquinas salteadas y los huevos fritos con pimientitos verdes y patatas. Y son reconfortantes sus dos guarniciones más solicitadas, la ensalada de pimientos verdes asados, aliñada al modo andaluz, ideal para acompañar los pescados fritos, y las patatas (papas) arrugadas al estilo canario, que en este establecimiento se sirven con un mojo rojo contundente.Particular interés merecen sus arroces (paella de mariscos, de verduras, de carabineros...), que se presentan entre caldosos y melosos, de acuerdo con el estilo que gusta en la zona. Entre ellos, la paella negra de rape y langostinos es una de las más conseguidas. Con los postres (arroz con leche, flan, tocino de cielo), todos industriales, la casa rebaja sus pretensiones. Aunquela lista de vinos no es notable,al menos permite salir del paso.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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