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Reportaje:FIN DE SEMANA

Mensaje en morse para Churchill

Un palacio desde cuyo telégrafo un conde aragonés se comunicaba con el 'premier' británico. De Fonz a Rubielos de Mora, los fantasmas de tres casas señoriales sirven de guía a través de originales colecciones

A nadie le extraña que haya tanta gente que peregrine a Santiago dejándose las plantas de los pies en las piedras del camino, o que se monte en una Harley para quemar el asfalto de la Ruta 66, o que se suba a una carreta para ir de romería al Rocío. Y sin embargo, seguro que a muchos les parece una excentricidad que yo no esté dispuesto a renunciar a mi mejor sueño: atravesar Aragón en un carruaje, de palacio en palacio.

No es un sueño que acaricie desde niño. Fue en el palacio de los Azara, en Barbuñales, donde me vi recorriendo las solitarias carreteras aragonesas en el asiento de un carruaje como el que allí tienen en el patio. Para cumplir mi sueño me faltan el carruaje, el caballo y un cochero. Nada que la imaginación no pueda suplir.

Los barones de Valdeolivos

Vistos desde fuera, los palacios aragoneses no son tan espectaculares como los de Las mil y una noches. Pero de puertas para adentro no resultan menos fascinantes. Fonz fue algo así como la Marbella del siglo XVI. Diez palacios y hasta treinta casonas señoriales atesora todavía esta villa altoaragonesa que tiene en la casa Ric, conocida también como el palacio de los barones de Valdeolivos, un museo vivo en el que palpitan la historia de Aragón y las novelescas historias de los que han sido sus inquilinos, esos atildados fantasmas que lucen la insignia de la Orden de Calatrava en la sala de retratos.

Cada una de las salas del palacio tiene su propio nombre y su propio carácter, como la sala de las conchas, en la que, pegados a las paredes, hay 12 relicarios en vieiras, en los que están representados los 11 apóstoles (falta Judas) y Jesús. Y todas las estancias son gabinetes de curiosidades y maravillas: sedas orientales, un piano austriaco, un tú y yo o un escritorio de raíz de olivo con incrustaciones de nácar y una pieza de auténtica tinta china. Pero para maravillas y curiosidades, las que contiene el archivo-biblioteca, situado en lo que eran las cocheras del palacio: desde flores secas de la Muralla China hasta una colección de reproducciones de sellos pendientes compuesta de 200 ejemplares.

Los muros de Bureta

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Qué vida tan dura le esperaba tras la muerte a la condesa de Bureta, cuyo espectro debe desplazarse cada noche en un carruaje tirado por veloces caballos fantasmales desde la provincia de Huesca hasta la de Zaragoza, porque además de en el palacio de Valdeolivos tiene también que comparecer en el palacio de Bureta, allí donde se difumina la sombra del Moncayo. Don Mariano de los Dolores Francia López-Fernández de Heredia e Izquierdo, decimotercer conde de Bureta, le ha devuelto al palacio veraniego de sus antepasados su antiguo esplendor. Recorrer las habitaciones y los secretos del edificio siguiendo sus pasos y sus explicaciones es un lujo al alcance de los bolsillos más plebeyos. Este palacio es como una novela histórica, pero viva, y a la que no le falta ese perfume que les hace perder el juicio a los lectores adictos al folletín.

En las sábanas de seda que cubren la cama de la condesa parece que sigue impreso todavía el hueco de su cuerpo; y el telégrafo con el que uno de los condes, Francisco Fernández Navarrete, se comunicaba desde su biblioteca de recreo con aficionados a la telegrafía de todo el mundo, como Winston Churchill, parece que aún emite vibraciones con quién sabe qué secretos en clave de morse. Y si en la habitación de costura, con sus sillas enanas, parece que flota el charloteo de las mujeres de palacio, en el oratorio desde el que los condes asistían a misa sin salir de casa, lo que parece flotar es el bisbiseo de los rezos. Ecos remotos que de vez en cuando se rompen con el entrechocar de las bolas de colmillo de elefante de la centenaria mesa de billar.

Los Villasegura

He aparcado mi carruaje en la plaza Hispanoamérica de Rubielos de Mora. Mientras mi caballo imaginario sacia su sed en la fuente de la Negrita, llamo a la puerta del palacio de los marqueses de Villasegura. La puerta se abre con un solemne chirrido de los goznes, y de inmediato me pierdo en un laberinto de escaleras y pasillos que conduce a una sala de juego con mesas cubiertas de tapetes verdes, lámparas de altura regulable, reyes de la baraja enmarcados y colgados de las paredes y una antigua caja fuerte. Me hubiera gustado ser rico sólo para dilapidar toda mi fortuna en un lugar como éste. Luego habría ido a pedirle perdón o un milagro a la Virgen del Pilar, que en el mismo palacio tiene una capilla barroca a ella consagrada.

» Julio José Ordovás (Zaragoza, 1976) es autor de Nomeolvides (PUZ, 2008).

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Uno de los salones del palacio de los Condes de Bureta, en la localidad zaragozana del mismo nombre.
Uno de los salones del palacio de los Condes de Bureta, en la localidad zaragozana del mismo nombre.JULIO FOSTER

Guía

Cómo ir

» Fonz. Se encuentra a 69 kilómetros de Huesca por la N240.

» Bureta. A 68 kilómetros de Zaragoza por la A-68.

» Rubielos de Mora. A 62 kilómetros de Teruel, por la A-23.

Visitas

» Casa Ric, palacio de los Barones de Valdeolivos. De 10.00 a 13.30 y de 16.30 a 20.00. En Fonz. La visita guiada (centro del renacimiento, iglesia y palacio) se acuerda en la oficina de turismo (plaza Mayor, 3; 974 41 20 01). 2,50 euros.

» Casa Palacio de los Condes de Bureta (www.condadodebureta.com; 976 86 87 99). Plaza de la Condesa de Bureta, 4. Bureta. De martes a domingo. El horario de la visita (5 euros) se acuerda por teléfono.

» Palacio de los Marqueses de Villasegura. San Antonio, 12. Rubielos de Mora. Se puede apreciar su fachada de piedra vista, pero no se visita.

Información

» Turismo de Fonz (www.fonz.es; 974 41 20 01).

» Información de Bureta (www.campodeborja.es). Web de la comarca del pueblo.

» Oficina de turismo de Rubielos de Mora (www.rubielosdemora.net; 978 80 40 96).

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