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Crítica:COMER | PISTAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Al rico perrito ibérico

Patricia Gosálvez

En la novela La conjura de los necios, el dueño de Salchichas Paraíso tiene que amenazar con un tenedor oxidado a Ignatius J. Reilly para que éste acepte trabajar empujando su carrito de hot dogs. Y encima, el protagonista acaba comiéndose el género en vez de venderlo. No parece un gran negocio, pero aun así el pasaje de la novela inspiró al chef Koldo Rodero (dueño de una estrella Michelin en su restaurante de Pamplona) a importar el concepto a España. "Con lo que sale la gente aquí, ¿por qué no hay tradición de comida ambulante?, ¿por qué sólo se ven castañeras o churrerías en las aceras?", dice el chef. "Con la vida que llevamos, existe una necesidad de comer algo caliente a pie de calle, este negocio triunfa en Estados Unidos, en Argentina, en Alemania...", apunta Floren Domenzain, su socio junto a su mujer. Desde su empresa de Tudela, Domenzain, ex batería de Barricada, distribuye frutas y verduras selectas a todos los grandes restaurantes de España.

Viendo el hueco en el mercado, los dos gastrónomos se metieron al negocio de la comida rápida sin necesidad de que los amenazasen con tenedor alguno. Y así, el hot dog se tradujo como Perrito Bravo, gracias al humor del actor Juan Echanove, amigo de la pareja.

Rápida, pero no basura

Ésta no es una salchicha cualquiera. "Queremos romper el tópico de que la comida rápida es comida basura", dice Domenzain. Con la máxima "si metes bueno, bueno sale", las salchichas de Perrito Bravo contienen 83 gramos de carne (un perrito americano no pasa de los 65 gramos). Lo más importante: es 100% ibérico. "La venta ambulante siempre levanta sospechas", dice Rodero. "Pero no somos feriantes haciendo el ganso", continúa Domenzain, "sino dos exponentes de la gastronomía con el máximo compromiso con la calidad y la higiene".

Lo más difícil fue encontrar los carritos. Así que poco antes de los sanfermines diseñó el suyo propio y contrató a un fabricante de maquinaria para que se los hiciese a medida. El 7 de julio tenía cinco colocados en Pamplona: "Preciosos, de acero inoxidable, totalmente autónomos". Vendieron 42.000 bocadillos en la fiesta. Tres al minuto.

Perrito Bravo cuenta ahora con 25 carritos que recorren fiestas y eventos deportivos, pero quieren establecer puestos fijos. El problema es la lentitud de la burocracia. "Existe un vacío legal para regular la venta de comida ambulante", explica Rodero. La empresa (www.elperritobravo.com) no teme a la crisis: "Comer caliente por tres euros... ¡es justo lo que la gente necesita!".

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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