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Jardín con vistas en Donostia

Las playas de La Concha dan paso a apetecibles espacios verdes que invitan a largos paseos. Y desde ellos, propuestas para comer y salir de noche

A los ojos del visitante, San Sebastián tiene una perspectiva impactante en su atractiva concha marítima y el paseo de seis kilómetros al lado de las olas del Cantábrico: pero la ciudad mantiene escondida otra bella estampa, más sosegada y bucólica incluso. Tan desconocida como romántica es la ruta de los parques y espacios naturales, por los que dar un paseo se hace si cabe más recomendable cuando los días son lluviosos.

1. Cristina Enea

En pleno centro, un bosque ajardinado. El parque Cristina Enea (de Cristina), en su origen una parcela privada que fue diseñada a comienzos del XX por el jardinero francés Pierre Ducasse, es la joya verde de la ciudad. Su extenso arbolado, con variedades como el gingko o el cedro libanés, los senderos que lo atraviesan, un estanque con cisnes y patos y el antiguo palacio del duque de Mandas, el benefactor que en 1926 cedió la finca a los donostiarras, conceden a este privilegiado enclave un hechizo singular.

Dejando atrás la entrada principal, la antigua fábrica de cigarros aún conserva el aroma a éstos, aunque dejaron de producirse hace ya algunos años. Ahora, la Tabakalera se ha transformado el Centro Internacional de la Cultura ContemporáneaLe Buköwski (calle Egia, 18), un establecimiento con actuaciones musicales en directo que ha recuperado y mejorado el sabor que tenía otrora.

2. Parque de Aiete

En una de las colinas de la ciudad, un coto de alta alcurnia. El parque de Aiete fue espacio reservado para las grandes personalidades de la política y la aristocracia. En su palacio, construido en 1878 por los duques de Bailén, pasaban largas temporadas la reina María Cristina, el rey Alfonso XIII y el dictador Franco. Cuando en 1977 se levantó la restricción y se abrió al público, se descubrió un tesoro floreado que con el paso del tiempo se ha convertido en uno de los mejores refugios de las parejas de enamorados.

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3. Parque de Miramar

El de Aiete está bastante próximo al más visitado de la ciudad, el parque de Miramar. Asomado a la bahía, cuenta con un mirador privilegiado de las playas de Ondarreta y La Concha. La combinación del estilo inglés del palacio y el francés de los jardines también cautivó a la realeza española a comienzos del siglo pasado, pero después se ha popularizado y es uno de los parajes más queridos de la ciudad.

La oferta gastronómica del barrio del Antiguo, que linda con Miramar, no desmerece del de la parte vieja. En una zona menos concurrida, los bares Danena (calle de Matía, 6) o el Mogambo (plaza de José Mª Sert, 15), entre otros muchos, ofrecen una amplísima carta, variada, de cocina en miniatura.

4. Monte Urgull

De los tres montes que perfilan la ciudad ?Igueldo, Ulía y Urgull?, este último encierra un encanto especial, pues, además de señorear toda la urbe, las playas y el océano, permite retrotraerse a otra época y caminar entre ruinas medievales y recuerdos bélicos. Se sube por una empinada y erosionada escalera desde la parte vieja hacia el mirador que solían frecuentar los sacerdotes, ahora llamado paseo de los Curas, y recorrer en pendiente un castillo del siglo XII que fue clave en la defensa de la ciudad durante su invasión a comienzos del XIX. Entre cañones de la época, las sendas ascienden hasta el monumento al Sagrado Corazón, de 30 metros de altura, y de allí, muy cerca, al cementerio de los Ingleses, una de las atalayas más relajantes de la ciudad y que da su nombre en recuerdo y reconocimiento a los soldados ingleses que murieron en 1813.

Se puede descender hacia el paseo Nuevo, donde se erige la escultura Construcción vacía, de Jorge Oteiza, y continuar hacia el Aquarium para acceder, en pleno puerto donostiarra, al Museo Naval, donde se muestra la historia y hazañas del marino Andrés de Urdaneta, y que contiene numerosos elementos que explican el patrimonio marítimo vasco. De allí, a un paso, en plena parte vieja se encuentra uno de los establecimientos gastronómicos más de moda, el restaurante A Fuego Negro, que ha impactado por su atrevida apuesta y la originalidad en el pincho.

5. Parque de Miramón

Alejados de la cuadrícula urbana, otro patrimonio boscoso y florístico es el Parque de Miramón. Es una zona natural y tecnológica, pues en su gran extensión verde acoge un polígono de empresas de bata blanca. Es muy recomendable la visita a la colección de edificios de Guipúzcoa en miniatura, con maquetas del santuario de Arantzazu y de Loyola, la Universidad de Oñati o el palacio de la Diputación. Desde 1974 se alzan las torres de Arbide, que fueron trasladadas piedra a piedra (6.300 en total) desde una céntrica calle donostiarra y reconstruidas posteriormente en este emplazamiento respetando su diseño original.

En estas alturas de la capital, y dentro del parque de Miramón, se encuentra el Museo de la Ciencia, cuyo observatorio astronómico y el planetario digital multimedia hacen muy recomendable una visita con los niños. Tiene como lema "Prohibido no tocar". Al lado, un restaurante de lujo, el Arbelaitz (paseo de Mikeletegi, 53), regentado por Joxe Mari Arbelaitz, de cuya categoría habla su pertenencia a la saga que se forjó en el restaurante Zuberoa que dirige su hermano Hilario.

San Sebastián cuenta con 7,77 metros cuadrados de espacios verdes por habitante. Las localizaciones ajardinadas se reparten por todos los barrios de la ciudad y permiten hacer un itinerario casi interminable. Se puede tomar un aperitivo en cualquiera de las cantinas del barrio de Igueldo y pasear después por sus campas montañosas, o terminar el día presenciando el atardecer desde una loma del monte Ulía.

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Mirador del parque del monte Urgull y, en medio de la bahía, la isla de Santa Clara.
Mirador del parque del monte Urgull y, en medio de la bahía, la isla de Santa Clara.Javier Hernández

GUÍA

Información

Oficina de turismo de San Sebastián (943 48 11 66; www.sansebastianturismo.com) Boulevard, 8. La oficina de turismo municipal ofrece la tarjeta San Sebastián card. Tiene un precio de 13 euros, dura cinco días y con ella se pueden obtener descuentos en atracciones y visitas, obsequios en determinados establecimientos comerciales, una visita guiada gratuita por la ciudad, la entrada gratuita a algunos museos y discotecas y doce viajes en autobús.

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