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Reportaje:AIRE LIBRE

Un río chulo y sus chulapas

En el oriente cántabro nace el saltarín Asón, para precipitarse después por un acantilado de 70 metros en un paisaje sorprendente

Todos los años, desde 1839, las mujeres de Ramales sacan un día sus mantones de Manila y bailan chotis al ritmo de un organillo y se pasean del brazo de sus chulapos por la vera de un río que no es el madrileño Manzanares, como cabría inferir por lo anterior, sino el cántabro Asón. Para entender esta festiva costumbre, tan exótica y castiza al mismo tiempo, hay que remontarse a las postrimerías de la primera guerra carlista, cuando las tropas comandadas por el general Maroto, defensoras de la causa del infante don Carlos, salieron por piernas de la localidad montañesa, abandonando en su precipitada huida un baúl lleno de aquellos sedosos indumentos. El general Espartero, liberal en todos los sentidos de la palabra, se los regaló a las mozas de Ramales, que desde entonces se apellida de la Victoria y celebra la verbena del Mantón.

Más chulo que el mujerío de Ramales, y ya es difícil, se nos antoja el Asón, que siendo uno de los ríos más chicos de España, hace lo que ningún otro: tirarse al nacer desde un acantilado de 70 metros de altura y descender otros 500 en apenas 30 kilómetros, los que separa su alta cuna de las marismas de Santoña. Corrientes mucho mayores han sido incapaces de inspirar una sola leyenda, en tanto que el Asón, con su airosa forma de venir al mundo, ha originado dos. Una dice que la cascada es la cola del caballo blanco de Santiago, que permanece milagrosamente estabulado en el interior de la montaña, en espera de que el santo guerrero participe en una nueva batalla. Y otra, que es la cabellera de plata de una anjana o hada que traía frita a la población del valle con sus travesuras y a la que su propia hermana sepultó en la roca sin percatarse, pues era noche de Luna nueva, que la argéntea melena se quedaba fuera.

El Asón es un río que merece disfrutar de fama universal, como el Niágara o el Iguazú. Y la disfruta. Pero no por su salto, sino por las más de 4.000 cuevas que han sido catalogadas en su cuenca alta, casi la mitad de las que hay en Cantabria. Miles de años lloviendo a cántaros han disuelto la roca caliza de estos montes como si fuera azúcar, formando una gigantesca topera que absorbe cual esponja el enésimo chaparrón, agua que ahonda más y más en la herida hasta que, al llegar a un corte del terreno, irrumpe súbitamente. Así, por la boca de una cueva, surge el Asón. Y si ayer llovió, lo hace a lo bestia, con un chorro que deja alelado al observador.

El Asón, además de saltarín y cavernícola, es un río salmonero e indiano. Ambos tipos, salmones e indianos, tienen mucho en común: eclosionar monte arriba, aventurarse en las aguas saladas y, tras hartarse de dar tumbos, volver a la fuente. A un indiano de Arredondo le dio por levantar una torre-faro, sobre la iglesia de San Pelayo, para ver el mar. Tal vez por eso Arredondo se hace llamar la capital del mundo, porque aquél y otros muchos emigrantes llegaron a la filosófica conclusión -y no les faltaba razón- de que el centro del mundo está donde a uno le da la gana; en su caso, a orillas del Asón. Es el mismo relativismo geográfico que lleva a algunos vecinos a asegurar que el pintor Solana nació en Arredondo, cuando lo hizo en Madrid. En realidad, era sobrino del que construyó la torre-faro. No mienten, en cambio, los que dicen que por aquí pasa "el único río que va pa'arriba", el chulo Asón que, tras bañar Arredondo, atraviesa Riva.

A 17 kilómetros de la capital de la comarca, Ramales, y a cinco de la capital del mundo, Arredondo, se encuentra el pueblo de Asón, desde donde, emulando a los salmones y los indianos, vamos a remontar el río en busca de su origen. Y lo hacemos caminando carretera arriba, sin perder de vista las marcas de pintura blanca y amarilla que balizan el itinerario, para desviarnos luego a la derecha por una buena pista que lleva al barrio de San Antonio (30 minutos). El estruendo del río envuelve la ermita y el camposanto de este lugar que estuvo abandonado hasta 2001 y que hoy alegran unas casas rurales donde los turistas, por lo dicho del fragor, deben de hablar con señas.

Vacas satisfechas

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Tras cruzar poco más adelante el río por un puente, continuamos avanzando valle arriba entre prados y cabañas, cientos de vacas satisfechas, hayas monumentales y paredones cada vez más elevados cerniéndose sobre nuestras cabezas. Así, hasta llegar en otra media hora a un vado que plantea una paradoja, pues cuando más hermosa está la cascada del nacimiento, en épocas lluviosas, más difícil es atravesar la corriente. Si el vado resulta impracticable, no queda otra alternativa que seguir de frente abriéndose paso por una selva de avellanos, helechos y bloques colosales desprendidos de las alturas hasta alcanzar la base del acantilado donde el recién nacido Asón cae poniendo hecho una sopa al explorador, que hará bien en armarse de paciencia y de un paraguas.

Lo normal, no obstante, es que el río nos permita vadearlo y podamos seguir el sendero señalizado por la misma margen que iniciamos la andadura, culebreando ahora entre espinos y endrinos para salir, cumplida una hora y media de marcha, a una pradera situada frente por frente de la cascada del Asón. Cailagua le llaman los nativos, y aunque no todos los días haga honor a este nombre con una caída estrepitosa, siempre ofrece, al menos, la absorbente visión de sus aguas deshaciéndose en mil hebras y una llovizna suave, delicada y acariciadora como un mantón de seda.

Más propuestas en la Guía de Cantabria e información útil en la Guía de restaurantes y hoteles de EL VIAJERO

Acantilado de 70 metros por el que se precipita el río Asón  poco después de nacer.
Acantilado de 70 metros por el que se precipita el río Asón poco después de nacer.ANDRÉS CAMPOS
Vídeo: CANAL VIAJAR

Guía

Cómo llegar

Asón dista 47 kilómetros de Santander yendo por Valdecilla, La Cavada, el puerto de Alisas y Arredondo. Desde el sur, tiene acceso por Espinosa de los Monteros (Burgos) y el puerto de la Sía.

Comer

» Rufaco (942 67 73 06). Barrio de La Gándara (Soba). Cocido montañés, alubias rojas, carnes y, en temporada, lechazo y setas. 20 euros.

» La Cascada (942 67 80 31). Asón. Cocina tradicional y matanza casera. 30 euros.

Dormir

» Casona de Quintana (casonadequintana.com; 942 67 73 53). Sitio del Castillo, 1. Quintana. Casa montañesa del siglo XVIII, con antigüedades y muebles provenzales. La doble, desde 85 euros.

» La Almadreña (942 86 52 13 / 679 95 26 93).

Valcaba de Soba. Casa rural montañesa con zaguán y gran balconada, apta para 14 personas. Alquiler completo por noche, 315 euros más IVA.

Información

» Centro de Interpretación Parque Natural de los Collados de Asón (635 36 95 35). La Gándara (Soba).

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