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Reportaje:ESCAPADAS

Los siete montes del Rin

El parque de Siebengebirge, corazón mitológico nibelungo

Algunas veces, los viajes que hacemos tienen un sentido más cercano al reencuentro que al descubrimiento. Aunque nunca hayamos estado allí en persona, hemos estado allí mediante la lectura o, como en el caso del Rin, gracias a la música de Wagner. Hubo un tiempo que el parque Siebengebirge (Siete Montes) y en especial la colina de Drachenfels eran visitados por miles de personas debido a la saga operística de Richard Wagner.

En los años anteriores a la I Guerra Mundial, la fiebre wagneriana, ligada a las raíces del pueblo alemán en el Rin (vater Rhein, padre Rin, era llamado en los años veinte), hizo de este lugar uno de los más visitados de Alemania. Luego, todavía más, pues la otra orilla del río fue ocupada por los franceses y entonces la nostalgia por recuperarla hizo que del Rin se hablara como del "río del destino" alemán. En los años cincuenta y sesenta, debido a la proximidad de Bonn (entonces capital) y a que Konrad Adenauer (primer canciller de la República Federal Alemana, de 1949 a 1963) había nacido en la cercana Colonia, uno de los siete montes, el Drachenfels, recuperó parte de su esplendor, ahora un tanto perdido.

El nombre de Drachenfels -la roca del dragón- hace referencia a la saga germánica de Siegfried. El joven héroe abandona la casa de sus padres para ir a luchar contra el dragón. Tras singular combate, Siegfried consigue vencer al monstruo y se baña en su sangre. Así se hace invencible. Excepto en un punto de su espalda, donde se posó la hoja de un tilo, su talón de Aquiles. La cuestión es que la leyenda sitúa en Königswinter, al pie de la montaña de Drachenfels, el lugar donde los antiguos reyes germánicos escondieron su tesoro.

La gran llanura centroeuropea

Estamos hablando del lado derecho del Rin. Esa orilla, donde se inicia la gran llanura centroeuropea, nunca fue ocupada (si exceptuamos a Napoleón y a las fuerzas aliadas que vencieron al III Reich) por pueblo diferente del germánico. Las legiones romanas fueron detenidas precisamente por el Rin, y Colonia se convirtió en el último bastión romano en el norte.

En Königswinter, antes lugar de descanso del káiser y de la nobleza europea, empieza nuestra excursión a un mundo de leyenda y misterio. Con sus fachadas enmarcadas por tablones de madera, sus tejados de pizarra y su atmósfera plácida que invita a leer un libro cerca de la corriente, o tan sólo a contemplar el paso de las barcazas, Königswinter es un lugar de pensiones baratas donde el viajero puede pasar una noche o dos. Es un buen preámbulo antes de abordar las montañas. Un tren cremallera lleva hasta la cima de Drachenfels. Pero es mejor ascender a lomos de un burro o a pie, lo que lleva no mucho más de una hora, sin contar la obligada visita al Nibelungenhalle. En este museo construido en 1910 están representadas las más importantes escenas de la epopeya de Siegfried y de los nibelungos. Es un mundo ahora kitsch, pero entonces era el espejo mitológico de un pueblo orgulloso de sí mismo y de su káiser. La espada del héroe, los colores encendidos de su gloria y la trágica apoteosis de su destino se muestran como los ritos de una religión más antigua que la cristiandad.

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Los que no amen a Richard Wagner verán en el Nibelungenhalle confirmadas sus reservas o aversiones: la euforia enfermiza del músico de Bayreuth se sustentaba en su música impostada y facilona. Para los otros, sus más incondicionales seguidores, el museo de Drachenfels será como un baño, por muy kitsch y ajado que sea, de autenticidad wagneriana.

Seguimos ascendiendo por un sendero que deja ver en algunos puntos el agua brillante del río allá abajo. Por fin se llega a las ruinas de un antiguo castillo medieval edificado sobre la apuntalada roca. La vista allí conforma uno de los más bellos paisajes lacustres de Europa. El poderío del Rin, su vasto brazo serpenteante, las pequeñas islas que se despliegan en la corriente hacia Coblenza: todo construye un escenario romántico, mientras oímos el ronquido pesado del dragón en una de las máquinas automáticas que cuentan la leyenda. En días claros se perciben desde Drachenfels las torres de la catedral de Colonia además de los otros seis montes que forman Siebengebirge, el parque más antiguo de Alemania.

Si uno decide perderse bosque abajo, donde la naturaleza parece no tener fin, podría encontrarse con algún dragón enojado con el que entablar singular combate. En ese caso y tras el baño de sangre, conviene tener cuidado con las traicioneras hojas de los tilos.

José Luis de Juan (Palma de Mallorca, 1956)es autor de las novelas Sobre ascuas, Campo de Flandes y El apicultor de Bonaparte.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo ir- Königswinter se encuentra a 15 kilómetros de Bonn, a 45 de Colonia y a 155 de Francfort. Germanwings (www.germanwings.com) y Airberlin (www.airberlin.com) vuelan al aeropuerto de Colonia y Bonn.- Conexiones en tren: www.db.de.Información- Turismo de Siebengebirge (www.siebengebirge.com).- Oficina de turismo en Königswinter (00 49 22 23 91 77 11) y en Unkel (00 49 22 24 90 28 22).- www.romantischer-rhein.de.- Turismo de la región de Bonn (www.bonn-region.de).

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