Callejeando por el hotel

Cenas románticas, rutas por una región volcánica y mucha calma. Las 14 habitaciones de Les Deux Abbesses ocupan 10 casas de Saint-Arcons-d'Allier.

El nuevo viaducto de Millau, obra de Norman Foster, ha facilitado el acceso a las regiones situadas en el centro de Francia. Éste es el caso de la volcánica Auvernia y de la escondida comarca del Allier, que acoge un hotel inclasificable, original y descollante: Les Deux Abbesses. Ambiente rural, reposo y toques de diseño son las credenciales del establecimiento, donde, como reza orgullosamente el eslogan, los pasillos del hotel son los callejones del pueblo. Hablamos de Saint-Arcons-d'Allier, un villorrio entre coladas de basalto que cuenta tan sólo con un puñado de habitantes.

El hotel, perteneciente a la cadena Relais & Châteaux, tiene su base de operaciones en un antiguo castillo medieval, restaurado en el siglo XVI por las abadesas Isabeau y Gabrielle de Lafayette. El comedor principal y diversas salas se sitúan en esta zona, decorada con antigüedades africanas y orientales que se alternan con objetos de procedencia local. Laurence Perceval ha sabido crear en este lugar remoto una fortificación de paz y buen gusto en plena armonía con el paisaje circundante.

Les Deux Abbesses tiene un punto de calculada rusticidad que no está reñido con las prestaciones propias del lujo. El mobiliario, los baños (donde el diseño se deja notar con mayor intensidad) y mil atenciones, como las zapatillas, los albornoces o la cuidada selección de jabones, reflejan esta pasión por el detalle. Todo ello coronado por la placidez de los magníficos jardines y la piscina.

Cada una de las casas y habitaciones tiene su propia personalidad y estilo. Las opciones incluyen desde sofisticadas estancias a maisonnettes que cuentan, en su interior, con elementos decorativos tan espectaculares como unos troncos de abedul. Algunas de las casas disponen de un jardín privado. Y la ausencia de televisores es una nota positiva de sosiego y paz. Es imprescindible hablar, finalmente, de los pantagruélicos desayunos, que se presentan con un despliegue fastuoso de elementos (manteles, copas, porcelanas...) y una cuidada selección de productos donde no faltan quesos y repostería.

Enormes tinas

Un lugar para perderse y descansar, con una situación muy cercana a diversos enclaves de máximo interés. Como observación puntillosa, sólo cabría citar la relativa proximidad de los trenes, que, con una regularidad más bien escasa, circulan a cierta distancia del hotel. O la discreta funcionalidad de los baños, que en este caso es defecto y virtud a la vez. Si uno se toma la higiene con humor y paciencia, disfrutará como un niño con grifos imposibles, bañeras de madera o enormes tinas de cobre convertidas en plato de ducha.

Desde Saint-Arcons-d'Allier se puede visitar Le Puy-en-Velay (Lo Puèi en occitano), una ciudad con un emplazamiento impactante formado por escarpados pitones volcánicos entre los cuales se arremolinan las viviendas. La población cuenta con un patrimonio inolvidable, en el que destacan Saint-Michel-d'Aiguilhe y la soberbia catedral románica de Notre-Dame, que conserva bonitos frescos y un claustro con magníficos capiteles. Pero la zona tiene más atractivos, como la iglesia de Sainte-Marie-des-Chazes, a orillas del Allier, cuya pequeñez armoniza con el enorme acantilado de basalto que la rodea. En Auvernia lo diminuto y lo inmenso se funden en un paisaje amplio y sin agobios, con un respeto admirable hacia el entorno y la arquitectura local. Y todo ello, desde hace poco tiempo, a un tiro de piedra. Volcánica, por supuesto. Lluís Calvo (Zaragoza, 1963) es autor de la novela L'expulsió del paradís (Destino, 2004).