_
_
_
_
_

Arte y diseño en Lyon

NATURALMENTE discreta, durante mucho tiempo Lyón sólo ha sido famosa por su tranquilidad, su patrimonio histórico, sus barrios antiguos y sus atascos monstruosos en cualquier salida de vacaciones. Pero desde hace unos quince años, la ciudad no ha dejado de abrirse al exterior y, sin renunciar a nada de su pasado, apostar por la modernidad, ya sea en el campo arquitectónico, artístico, urbanístico o cultural. Así, varios arquitectos de renombre han trabajado estos últimos años, y siguen trabajando, en Lyón. El pistoletazo de salida lo dio Jean Nouvel a principios de los pasados años noventa, con la renovación de la Ópera, que provocó un escándalo con su cristalera semicilíndrica y sus espacios interiores negros, pero que hoy es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Igual que la estación del tren de alta velocidad (TGV) de Santiago Calatrava, con forma de ala de avión, o la Ciudad Internacional, diseñada por Renzo Piano, que se enriquecerá el año que viene con un anfiteatro de 3.000 plazas en forma de platillo volante. El barrio de la Vaise, a orillas del Saona, es un auténtico laboratorio de arquitectura, y los proyectos de recalificación (de los muelles y los solares industriales, sobre todo) prosperan por todas partes, a menudo acompañados de proyectos culturales. Así, la Sucrière, un antiguo almacén de azúcar, alberga ahora la prestigiosa Bienal de Arte Contemporáneo, que alterna con la igualmente prestigiosa Bienal de Danza en las programaciones más destacadas. Sin duda, Lyón es una ciudad del arte, que está presente incluso en los lugares más insólitos: prueba de ello es la construcción de seis aparcamientos, surgidos de la colaboración de diseñadores y arquitectos -entre ellos, Daniel Buren o Jean-Michel Wilmotte-, que se visitan como si fueran auténticas obras de arte.

Pero si Lyón es hoy una ciudad en movimiento, lo es también gracias a los numerosos creadores que trabajan ahí, en la moda, el diseño o la joyería. Aunque las marcas de lujo y las grandes firmas del diseño ocupan las calles del bien llamado cuadrado de oro, entre la plaza de Bellecour y la de los Jacobinos, a los nuevos talentos hay que buscarlos en las pendientes del viejo barrio de la Cruz Roja, donde se han instalado estos últimos años un gran número de jóvenes creadores. Comparten el barrio con las mejores galerías de arte y varios cafés, restaurantes y nuevos bistrots a la moda. Porque incluso la gastronomía lionesa, considerada tradicional y bastante pesada, se ha rejuvenecido bajo el impulso de una nueva generación de chefs. También aquí se encuentran direcciones inesperadas, como el A, un restaurante de comida rápida y biológica situado en la planta baja del completamente nuevo hospital de San Lucas y San José. También, en el apartado de curiosidades, hay que probar un medio de transporte tan ecológico como original, concebido por lioneses: el ciclopolitano. Un triciclo eléctrico con forma de huevo y de colores vivos con el que es posible deslizarse, por una módica suma, por las callejuelas y las calles peatonales de la ciudad antigua.

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_