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Calpe, estrellas Michelin a los pies del peñón de Ifach

Una docena larga de playas, tres locales laureados en la famosa guía y numerosos restaurantes indios hacen de la localidad alicantina un lugar para entregarse a la buena vida

Vista de la playa del Racó, en Calpe, con el peñón de Ifach al fondo.
Vista de la playa del Racó, en Calpe, con el peñón de Ifach al fondo.

Kalpe fue el primer nombre del peñón de Gibraltar, uno de los montes que Hércules separó para formar el Estrecho. Luego se fundó Calpe en el norte de Alicante, a la sombra de otro inmenso peñón, el de Ifach, pero a veces uno cree estar en el primero porque los británicos aquí son legión. Es un destino de playa, sí, pero tiene montañas alucinantes, como el propio peñón. Y una oferta gastronómica que no se limita a la paella y la horchata: hay un montón de restaurantes indios que chiflan a los ingleses y tres estrellas Michelin. Una de ellas, la de Orobianco, considerado el mejor italiano de España.

9.00. Desayuno internacional

El desayuno inglés y las crepes de la cafetería Flandes (1) y el strudel de manzana de Deutscher Bäcker (avenida de los Ejércitos Españoles, 48) (2) son perfectos para subir con energía al peñón de Ifach (3). Un túnel perforado en 1920 une la cara norte con la oriental, donde una senda asegurada con cadenas lleva sin problemas hasta la cima, a 332 metros sobre el mar. No se puede andar con chanclas como por un paseo marítimo, desde luego, pero hay incluso visitantes que suben con niños en mochilas portabebés. Difícil, salvo que se tenga un vértigo patológico, no es. La recompensa es una vista tremenda, que abarca 50 kilómetros de esta Costa Blanca y montañosa: desde la Serra Gelada, que es poco más alta que los rascacielos de Benidorm, hasta el gigante dormido del Montgó, entre Xàbia y Dénia. En total, se tarda hora y media en subir. Es preciso reservar antes siguiendo las instrucciones que se dan en la web calpe.es.

Ascensión a la cima del peñón de Ifach.
Ascensión a la cima del peñón de Ifach.ANDRÉS CAMPOS

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11.00. Un helado y al agua

Al bajar de la cumbre (una media hora por el mismo camino), para refrescarse nada como un helado artesanal de Arrivo (Gabriel Miró, 34) (4) y un baño en la cala del Racó (5), al lado mismo del peñón. Pero hay otros 13 arenales para elegir en 13 kilómetros de costa: las playas urbanas de la Fossa y Arenal-Bol, al norte y al oeste del peñón, respectivamente, y un montón de calas (Les Bassetes, Mallorquí, La Calalga, del Penyal, Morelló, La Manzanera, Les Urques…). Para bucear, El Racó también es idónea: en temporada alta cuenta incluso con un sendero submarino señalizado con boyas y paneles informativos. Dive & Dive organiza cursos e inmersiones. Con la escuela de vela Las Antípodas se puede hacer catamarán, windsurf, paddle surf, kayak… Y si el agua no es nuestro elemento, a esta misma hora arranca un tour gratuito (solo se da propina) de GuruWalk por el casco antiguo de Calpe, que estaba y está a prudente distancia del mar y amurallado, por si los piratas. Detrás del ayuntamiento se saca la mejor foto del viejo Calpe: la de la esquina de la muralla que preside el Torreó de la Peça (6). Peça es pieza, porque aquí había una de artillería.

14.00. Curri o arroz del senyoret

Si donde fueres, haz lo que vieres, en Calpe hay que comer en un restaurante indio, que son los que triunfan entre los visitantes. Indian Curry Calpe (7), Mango Curry Calpe (8), Punjabi Curry (9), Bombay Grill (10) y ­Buddha Castle (calle del Jardín, 6) (11) son los mejores. Para comer algo más de la zona, un arroz, iremos a El Cantonet (12), El Cantal (13) o Baydal (14). En este último establecimiento, que tiene 80 años, se inventó el arroz del senyoret. Abiss (15), tanto el restaurante como la gastrobarra, es otra excelente opción, creativa, de alto nivel.

16.00. Café junto al mar

Café, copa y lo que se tercie en Garden 2016 (Gibraltar, 6) (16), con vistas a la playa de la Fossa y la cara norte del peñón. Muy cerca, tierra adentro, están las Salinas (17), una gran laguna salada de la que se extrajo el oro blanco desde tiempos de los romanos hasta 1988. En media hora se puede rodear su orilla de un par de kilómetros siguiendo un sendero y un carril bici y peatonal. Al norte hay un observatorio para contemplar a los flamencos y otras 172 especies de aves. Al suroeste, entre la playa del Cantal Roig y la cala del Morelló, se ven los Baños de la Reina (18), estanques excavados en la roca donde se creía que venían antiguamente los reyes y los nobles a bañarse (de ahí su nombre) y que en realidad son los restos de un vivero de peces asociado a una factoría de salazones romana. A esta hora también podemos visitar el puerto, cuando se descarga la pesca. Solos o con un guía de Cuéntame un Puerto.

19.00. Atardecer en el Morro de Toix

Otro magnífico observatorio de aves y de atardeceres es el Morro de Toix, donde la sierra de Bernia se despeña en el mar formando acantilados de más de 200 metros, habitados por los vencejos reales, los roqueros solitarios y las collalbas negras. Al mirador del Morro de Toix se tarda 10 minutos andando desde el final de la carretera que sube a lo más alto de la urbanización Maryvilla, a tres kilómetros al oeste de la población alicantina. La foto de la bahía, con el peñón enrojecido por el último sol, es de postal.

21.00. Cenar por todo lo alto

En menos de cuatro años, Calpe ha pasado de no tener ninguna estrella Michelin a tener tres, algo de lo que no puede presumir ningún otro lugar de solo 23.000 habitantes. Orobianco (19) es el único italiano con dicha distinción en España. Aquí, además de alta cocina italiana contemporánea (nada de espaguetis a la boloñesa y pizza cuatro estaciones), se disfruta de un soberbio panorama desde lo alto de una colina, con el peñón de Ifach asomando como la aleta de un tiburón gigante sobre el skyline playero. En verano, después de cenar, seguiremos flipando con las mismas vistas en La Azotea de Orobianco, además de con sus cócteles de autor. En el Audrey’s (20), Rafa Soler le da un toque cosmopolita a la cocina tradicional valenciana. ¿Y por qué se llama así? Pues por Audrey Hepburn, que era el no va más de la elegancia y el buen gusto. La tercera estrella Michelin, Beat (21), dispone de una Mesa Cero, un espacio exclusivo, aledaño a la cocina, para ver en acción al hacedor de sus maravillas: José Manuel Miguel. Audrey’s y Beat, además, están en dos buenos hoteles: el AR Diamante Beach (22) y The Cookbook Hotel (23), respectivamente. No hay que andar mucho para irse a la cama.

La galera y la gamba blanca son dos de las capturas más deliciosas de la bahía calpina. En la foto, gamba blanca de Calpe con avellana y limón fermentado del restaurante Orobianco.
La galera y la gamba blanca son dos de las capturas más deliciosas de la bahía calpina. En la foto, gamba blanca de Calpe con avellana y limón fermentado del restaurante Orobianco.

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