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Almere, un regalo arquitectónico ganado al mar

Con un centro urbano diseñado por Rem Koolhaas, esta joven ciudad neerlandesa invita a un paseo entre canales, espacios verdes y llamativos edificios

La construcción De Citadel, en la ciudad de Almere (Países Bajos).
La construcción De Citadel, en la ciudad de Almere (Países Bajos). Luuk KRAMER / Christian de Portzamparc

Una tercera parte de los Países Bajos se encuentra bajo el nivel del mar. El control del agua para los neerlandeses es capital, algo que han hecho desde hace cientos de años y con inteligencia. Pequeñas y grandes obras hidráulicas se han convertido en iconos del país, desde los míticos molinos hasta las estaciones de bombeo, esclusas, diques y pólderes (superficies de tierra ganadas al mar). Sobre uno de estos terrenos desecados se asienta la joven ciudad de Almere, la principal de la provincia de Flevoland y vecina de Ámsterdam (a unos 20 minutos en tren cruzando el lago IJmeer). Su origen se remonta a la década de 1970 y, desde entonces, su población no ha parado de crecer. Actualmente asciende a 200.000 personas, cifra que, si se doblase, probablemente no afectaría a la calidad de vida de sus habitantes.

La mitad de sus 248,77 kilómetros cuadrados son agua que está entre dos y cinco metros por encima de las calles de la localidad. Esta condición anfibia atrae hasta Almere a entusiastas de los deportes acuáticos, de la ingeniería y de la arquitectura. Todos sus edificios son nuevos, incluso modernos, diseñados en algunos casos por arquitectos galardonados con el Premio Pritzker, como Rem Koolhaas. Innovadora y sugerente, es una ciudad de canales y espacios verdes que invita a ser visitada.

cova fernández

10.00 Del tren a la bici

En los Países Bajos las estaciones de tren proyectan un perfil histórico y cultural de las ciudades, excepto en Almere. Su insulsa estación central (1) es el punto de partida para muchos visitantes procedentes del aeropuerto internacional de Schiphol o de las metrópolis de Ámsterdam y Róterdam (esta, a una hora de trayecto). Turistas a los que aguardan muchas sorpresas en una urbe convertida en un regalo para los arquitectos. La visita se puede hacer andando o en bicicleta eléctrica —hay un punto de alquiler junto a la oficina de turismo, De Diago­naal, 199; visitalmere.com ­(2)­—, ya que cuenta con un carril bici de más de 440 kilómetros de longitud.

10.30 Una fortaleza moderna

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El arquitecto Rem Koolhaas fue el encargado de diseñar el centro urbano de Almere, un cuadrado de 800 × 800 metros en el que todavía se trabaja y en el que se ha creado el lago Weer. En el núcleo de esta ciudad sin referencias históricas se encuentra De Citadel (La Ciudadela) (3), una moderna construcción de Christian de Portzamparc, quien se inspiró en las fortalezas medievales para su diseño. Compuesta por cuatro cuadrantes, en el nivel del suelo encontramos tiendas, rematadas por un borde de hormigón que se proyecta hacia arriba y que hace referencia a las capas geológicas de la tierra que se hallan debajo. Los pisos superiores están ocupados por terrazas, cafeterías, restaurantes y viviendas alrededor de un gran manto verde. En Almere, vivienda social y arquitectura van de la mano, como lo imaginaron y plasmaron en sus proyectos Le Corbusier y Walter Gropius, entre otros arquitectos.

12.00 Tentempié entre libros

Caminar por Almere es ir descubriendo singularidades y extravagancias arquitectónicas. Además, uno puede meterse dentro de los edificios y comprobar si estética y funcionalidad van de la mano. La Nueva Biblioteca (Stadhuisplein, 101) (4), muy cerca del ayuntamiento (5), es un buen ejemplo. El complejo tiene forma triangular y su exterior luce unas franjas horizontales acristaladas que coinciden con cada piso del edificio. En el interior, los libros están expuestos en grandes estantes curvos y desde el suelo al techo se disfruta de una vista diáfana, sin interferencias. En la biblioteca hay una cafetería sin pretensiones; si se prefiere algo más elaborado, se pueden probar las bebidas que preparan en MockaMore (De Diagonaal, 3). Un buen sitio para comer, y cercano, es la zona de Belfort (6), con restaurantes de cocinas de varios países del mundo como Surinam, Italia, Francia, Grecia o Japón.

Según la hora del día y los rayos del sol, las fachadas del interior del complejo La Défense, inaugurado en 2004, cambian de color animando sus patios.
Según la hora del día y los rayos del sol, las fachadas del interior del complejo La Défense, inaugurado en 2004, cambian de color animando sus patios.Christian Richters

15.30 Paredes multicolor

Un inconveniente en la visita de un día a Almere es que no hay tiempo para detenerse ante todos sus edificios, ya sean oficiales o particulares. Cada uno de ellos tiene algo que enseñar y contar, pero hay varios especialmente interesantes. La Défense (W. Dreesweg) (7), proyecto de UNStudio, es un complejo de oficinas municipales que, desde el cielo, se asemeja a las casas con tejado a dos aguas que pintan los niños. Un singular laberinto iridiscente cuya fachada exterior es un reflejo de su contexto urbano mientras las interiores de los patios se han diseñado pensando en los ocupantes de las oficinas que alberga; están revestidas de paneles de vidrio integrados con una lámina multicolor que cambia de tono en función de la hora del día y el ángulo de incidencia de los rayos del sol.

Detalle del edificio The Wave, en Almere.
Detalle del edificio The Wave, en Almere.alamy

The Wave (8) y Side by Side (9) son dos edificios de viviendas par­ticulares a orillas del lago Weer, en la vía conocida como Koetsierbaan. El primero tiene una fachada que simula cajas de cerillas abiertas, pero es su estructura curva, en forma de ola, la que le da nombre. Muy cerca de este edificio está Side by Side, complejo de dos torres residenciales alineadas en ángulo recto entre sí.

Retirados del centro urbano se encuentran los tres edificios rojos residenciales de Regenboogbuurt (Pastelstraat, 1) (10), obra de Rode Donders a orillas de un canal, que se elevan como centinelas a las puertas de Almere. Son la postal de la ciudad, un recuerdo de los silos de granos que había antiguamente en este pólder.

19.30 Teatro con haiku

Después de cenar en el restaurante De Kapitein Almere (Boelijn, 70) (11) o en el Boathouse (Noorderplassenweg, 150) (12), ambos con fantásticas vistas acuáticas de Noorderplassen, hay dos buenos planes para concluir la jornada: ir al cine o al teatro. Kinepolis (Forum, 16) (13) es la sala de cine más grande de Almere, y el teatro KAF (14), un espacio en el que se representan diferentes manifestaciones artísticas diseñado por los japoneses Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, motivo por el que en la piedra conmemorativa de esta construcción hay grabado un haiku. Si decidimos pasar la noche, muy cerca del teatro se encuentra el novedoso hotel Apollo (Koetsierbaan, 2) (15), en el que antes de dormir se puede disfrutar de una cerveza artesana en su bar Bierfabriek.

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