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Macedonia del Norte, un secreto balcánico

Con un rico legado de las culturas griega, romana y otomana, este pequeño país presume de espectaculares montañas, arquitectura tradicional y lagos llenos de encanto

La iglesia de San Juan Kaneo, en el pueblo pesquero del mismo nombre, a las afueras de Ohrid.
La iglesia de San Juan Kaneo, en el pueblo pesquero del mismo nombre, a las afueras de Ohrid.
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La antigua república yugoslava de Macedonia es, desde 2019, la República de Macedonia del Norte, el nombre oficial de este pequeño país de los Balcanes (tiene poco más de dos millones de habitantes) tras el acuerdo con la vecina Grecia después de años de controversias. Pequeño y con un pasado fascinante: este rincón balcánico atesora un rico legado de las culturas griega, romana y otomana. Además, presume de espectaculares montañas, arquitectura tradicional y lagos llenos de encanto. Para los viajeros que siempre van en busca de algo nuevo, este 2020 puede ser el año para descubrir un país donde el turismo masivo no ha irrumpido todavía.

Llegar hasta Macedonia del Norte es relativamente fácil desde otros centros turísticos de los Balcanes y también goza de buenas conexiones internacionales por avión. Un vez allí, es fácil moverse en autobús por todo el territorio. Es la mejor manera de descubrir parques nacionales como los de Mavrovo, Galičica y Pelister, que están impulsando iniciativas interesantes de turismo cultural y culinario. En sus montañas y lagos se puede practicar senderismo, montar a caballo o descubrir playas curiosas. Y en Skopje o en Ohrid, pese a los atentados arquitectónicos de décadas pasadas, se puede descubrir un rico pasado otomano y rincones encantadores y auténticos. 

Casco antiguo de la ciudad de Ohrid, a orillas del lago del mismo nombre.
Casco antiguo de la ciudad de Ohrid, a orillas del lago del mismo nombre.

La magia tradicional de Ohrid

La joya y principal reclamo turístico de Macedonia del Norte es Ohrid, al oeste del país, una ciudad tradicional a orillas del tranquilo lago del mismo nombre cuyas costas comparte con la vecina Albania. En su casco antiguo, de calles adoquinadas y empinadas, coronadas por las ruinas de un castillo medieval, se encuentran hermosas iglesias, restaurantes tradicionales y animados cafés junto al lago, sobre todo en verano. Ohrid es lo bastante pequeña (42.000 habitantes) como para que pasemos, en cuestión de minutos, de estar pateando entre monumentos a descansar recostados sobre una tumbona con los pies sumergidos en el agua. Y aunque es uno de esos lugares con ambiente vacacional durante todo el año, la ciudad se anima especialmente de comienzos de julio a mediados de agosto, cuando se celebra el popular Festival de Verano.

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Entre sus prin­cipales encantos naturales destacan una pequeña y encantadora playa urbana y un paseo junto al lago. La caminata corre en paralelo a la superficie del lago Ohrid, de aguas frías y traslúcidas, y serpentea hasta el vecino pueblo pesquero de Kaneo para terminar en un saliente de playas rocosas con un puñado de pequeños restaurantes y bares. En lo alto del acantilado que resguarda esta playa se alza la impresionante iglesia de Sveti Jovan (San Juan Kaneo), del siglo XIII, probablemente el edificio más fotografíado del país. Otro de los lugares que merece la pena visitar es el yacimiento arqueológico de Plaosnik, en lo alto de la colina de Ohrid, con la iglesia medieval de Sveti Kliment i Pantelejmon, coronada por varias cúpulas, construida sobre los cimientos de una basílica del siglo V y con mosaicos cristianos antiguos en su interior.

Se encuentran otros dos templos formidables, pero hay que volver al casco antiguo para visitarlos. Se trata de las iglesias de Sveti Nikola Bolnicki y Sveta Bogoridica Bolnicka, ambas del siglo XIV, época en la que los forasteros pasaban la cuarentena confinados dentro de sus muros. Pero la iglesia más llamativa es, sin duda, la de Bogorodica Perivlepta, con unos frescos restaurados recientemente y unas magníficas vistas del lago y del casco antiguo desde su terraza. Sin olvidar por supuesto, la catedral, del siglo XI, con frescos bizantinos y con una excelente acústica que hace que a menudo se programen conciertos.

Del periodo helenístico lo que queda en Ohrid es un impresionante anfiteatro, que los romanos usaron para espectáculos de gladiadores pero también para ejecuciones de cristianos Hoy sobrevive encajonado entre viviendas y puede resultar hasta decepcionante, pero recupera todo su esplendor cuando es sede del Festival de Verano. Una última visita antes de dejar la ciudad debe ser el Taller Nacional de Papel Artesanal. En Ohrid se imprime papel desde el siglo XVI y este museo-tienda posee una de las dos únicas réplicas de la imprenta de Gutenberg (1400-1468). El personal a cargo del recinto muestra el proceso de fabricación de papel (en excelente inglés) y vende productos hechos a mano.

El monasterio de Sveti Naum, al sur de Ohrid y cerca de la frontera con Albania, un enclave perfecto para captar las mejores panorámicas del lago Ohrid.
El monasterio de Sveti Naum, al sur de Ohrid y cerca de la frontera con Albania, un enclave perfecto para captar las mejores panorámicas del lago Ohrid.alamy

El pequeño lago más rico del mundo

La segunda visita imprescindible si se viaja a Macedonia es el lago Ohrid, inmenso, misterioso y deslumbrante, especialmente los días soleados, cuando sus aguas reflejan la luz como un espejo. Ubicado a caballo entre Macedonia del Norte (que abarca dos tercios de su superficie) y Albania (un tercio), con 300 metros de profundidad, 34 kilómetros de ancho y una antigüedad de tres millones de años, está considerado uno de los lagos más profundos y antiguos de Europa. La parte de Macedonia es patrimonio mundial de la Unesco por su herencia cultural y su naturaleza única. De hecho, está catalogado como el lago de su tamaño con mayor biodiversidad del mundo.

Al este de Ohrid se abre el parque nacional de Galičica, que engloba varios pue­blos de montaña, y el pico Magaro, al que se puede ascender. Y yendo más al sur se extiende una costa larga y boscosa con playas de guijarros, igle­sias y lugares donde acampar. Al recorrer esta zona es interesante hacer un alto en el monasterio de Sveti Naum, cerca de la frontera con Albania, para contemplar la imponente vista del lago desde lo alto de un acantilado. Para disfrutar de semejante espectáculo solo se necesita un día de excursión desde Ohrid. Rodeado por playas de arena, el monasterio es uno de los mejores lugares del lago para bañarse. A espaldas del complejo monástico hay un tranquilo jardín con fuentes, rosales y pavos reales, un lugar tranquilo perfecto para tomar algo.

En el otro extremo del lago, el pueblecito de Vevcani, en lo alto de una montaña, ejerce de vigía del lago. Es una tranquila población rural del siglo IX, conocida por sus restaurantes tradicionales y sus manantiales naturales. Sus viejas calles de piedra presumen de una cuidada arquitectura rural del siglo XIX mientras que la iglesia de San Nicolás observa el pueblo desde lo alto. La visita hay que empezarla en la parte baja de la villa e ir subiendo por sus estrechas callejuelas entre casas de piedra de dos pisos, construidas con el sistema bondruk (con marcos de madera) y rematadas con porches, también de madera. En la parte alta, los manantiales borbotean bajo el musgo de las rocas y conforman un lugar muy bonito para pasear o hacer un pícnic. En la zona abundan los senderos y pasarelas para caminar. Y si se quiere probar la cocina tradicional macedonia, en el restaurante Kutmicevca sirven platos imaginativos como la tarta de ortiga o las salchichas de cerdo con pimentón (lukanci). En el borde del lago, entre una colina y una tranquila bahía, Trpejca es el último pueblo pesquero tradicional de Ohrid, apenas un grupo de casas con tejas de barro y una playa de guijarros blancos.

La estatua de Gotse Delchev, un revolucionario búlgaro que perteneció al movimiento independentista macedonio, en el centro de Skopje. Al fondo, el Museo Arqueológico.
La estatua de Gotse Delchev, un revolucionario búlgaro que perteneció al movimiento independentista macedonio, en el centro de Skopje. Al fondo, el Museo Arqueológico.Kirill Rudenko (getty images)

Skopje, la cuna de Teresa de Calcuta

Skopje, al norte, es la capital del país, pero si de algo es conocida fuera de la región es por ser el lugar donde nació la madre Teresa de Calcuta (1910-1997), canonizada en 2016 por el papa Francisco y una de las figuras del catolicismo más respetada y admirada. Más allá de este hecho y a pesar de los destrozos urbanísticos perpetrados en épocas pasadas, la capital macedonia conserva bastante encanto. Aunque durante toda su historia ha sido una modesta ciudad balcánica conocida sobre todo por su animada vida local, en la última déca­da su centro se ha transformado en un extraño escenario de una civilización antigua: altísi­mas estatuas de guerreros, enormes edificios neoclásicos, museos revestidos de mármol, fuentes monumentales... y muchos leones. Todo ello es el resultado del controvertido proyecto nacionalista Skopie 2014, que puso en marcha el ex primer ministro Nikola Gruevski. El antiguo bazar otomano, la Carsija, es el epicentro de todo: situado en la ladera de una colina, con sus retorcidas calles, sus teterías, mezquitas y tiendas de artesanía, aquí se encuentran los mejores vestigios históricos y algunos museos.

Los antiguos baños turcos (los más grandes fuera de Estambul) sirven de escenario mágico para la colección permanente de la Galería Nacional. Sus siete salas restauradas exponen arte moderno y esculturas del país, que parecen cobrar vida con los rayos de sol que atraviesan los pequeños agujeros en forma de estrella en los techos abovedados. La fortaleza Tvrdina Kale, bizantina y más tarde otomana, hubiese sido digna de convertirse en un escenario de Juego de tronos y domina el horizonte de Skopie. También resulta llamativo el Museo Arqueológico de Macedonia, una enorme mole de mármol de estilo italiano que ha sido el principal destinatario del reciente derroche en monumentos patrocinados por el Gobierno para impulsar el orgullo patrio. Destacan los tesoros bizantinos, las sofisticadas reconstrucciones en tres dimensiones a partir de cráneos de los primeros rostros macedonios, la réplica en miniatura de una basílica cristiana primitiva y una necrópolis real fenicia.

Mucho más conmovedor resulta el Centro de la Memoria del Holocausto Judío de Macedonia, una exposición que recuerda la pérdida casi total de la cultura sefardí del país: el 98% de los judíos macedonios murieron víctimas de la llamada solución final aplicada por Hitler a las minorías europeas durante la Segunda Guerra Mundial. Pero la pieza central del proyecto de construcción de la nación a través de la arquitectura es la Plostad Makedonija, una gigantesca plaza con enormes estatuas dedicadas a los héroes nacionales y un incongruente arco de triunfo situado en la esquina sudeste. Pese a su dudosa estética es un lugar muy concurrido, sobre todo al atardecer, cuando se llenan sus cafés y hoteles.

Y para terminar el tour por los grandes museos, una parada en el de Arte Contemporáneo: un impresionante edificio modernista con enormes ventanales y encaramado a lo alto de una colina con maravillosas vistas de la ciudad. Las obras que alberga fueron donadas por museos de todo el mundo tras el devastador terremoto que sufrió Skopje en 1963. No se puede dejar esta ciudad sin visitar la Casa de la Madre Teresa, a la que se recuerda con citas suyas inscritas en placas diseminadas por todo el centro urbano. El monumento se alza sobre la antigua iglesia en la que la santa fue bautizada.

El cañón de Matka, cerca de Skopje, en Macedonia del Norte.
El cañón de Matka, cerca de Skopje, en Macedonia del Norte.

En los alrededores de Skopje: el monte Vodno y el cañón de Matka

Skopje no es una ciudad muy grande y lo ideal es hacer alguna de las excursiones más populares por los alrededores. El primer destino interesante está a solo unos cinco kilómetros al sur: la imponente masa del monte Vodno, con la Cruz del Milenio de 66 metros presidiendo su cima, que también es el símbolo de la ciudad. Una popular ruta de senderismo recorre sus laderas cubiertas de bosques y un teleférico sube hasta lo más alto desde la mitad de la loma, donde un par de restaurantes atienden a los excursionistas. Cerca de los dioses, en la ladera occidental del Vodno, el pueblo de Gorno Nerezi alberga el monasterio de San Pantaleón, de 1164, una de las iglesias más importantes de Macedonia del Norte. Las vistas desde su terraza son preciosas.

Otra de las excursiones habituales desde la capital es la que conduce hasta el cañón de Matka, el lugar elegido por los primeros cristianos, ascetas y revolucionarios para retirarse a las colinas huyendo del avance otomano. Matka significa “matriz” en macedonio, y este lugar siempre ha estado vinculado con el culto a la virgen María. Durante mucho tiempo, estas montañas han custodiado iglesias, capillas y monasterios, que están ahora en su mayoría en ruinas ya que la población de la zona es sobre todo musulmano-albanesa. El cañón se utiliza también para practicar kayak y senderismo, sobre todo los fines de semana, cuando se llena de familias. El lugar más especial del cañón es el monasterio de Sveta Bogorodica, con las montañas de fondo. Está todavía habitado por monjas, que conservan una bonita capilla del siglo XIV. También de ese siglo es la pequeña iglesia de Sveti Andrej, protegida por las imponentes paredes del cañón.

Los 'ojos' de Pelister

El ojo de Pelister.
El ojo de Pelister.

Para los amantes de la naturaleza, uno de los principales atractivos aquí es Pelister, el parque nacional más antiguo de Macedonia del Norte. Creado en 1948, corona la tercera cordillera más alta del país, y el macizo de cuarzo de Baba, uno de los ocho picos que superan los 2.000 metros (2.601 metros), sorprende con dos lagos glaciares conocidos como “ojos de Pelister” en la cima. El Pelister y los lagos son una de las mayores atracciones del parque para los senderistas: alberga 88 familias de árboles que incluyen el raro pino de Macedonia, de cinco hojas, entre otras especies endémicas. Pero además el parque está a solo 30 minutos en coche de la histórica ciudad de Bitola. Con su aire alpino y sus posibilidades para hacer excursiones de un día, es un destino infravalorado. El campo base se puede establecer en la aldea de montaña de Dihovo, con sus casas de piedra, a 830 metros de altura y a tan solo cinco kilómetros de Bitola. Es un lugar encantador, rodeado de espesos pinares y arroyos de montaña, senderos de montaña y cascadas para refrescarse. Otro lugar idílico es el pueblo de Brajchino, cerca ya de la frontera con Grecia y un ejemplo de arquitectura rural tradicional en medio de un paisaje de cerezos, arroyos de agua fresca, cinco iglesias y un monasterio escondido entre los frondosos alrededores.

Frescos en la iglesia de Sant Peter, en la isla de Golem Grad, en el lago Prespa.
Frescos en la iglesia de Sant Peter, en la isla de Golem Grad, en el lago Prespa.GETTY IMAGES

Golem Grad, la isla misteriosa

Esta isla, cuyo nombre significa Ciudad Grande, a orillas del lago Prespa, a pocos kilómetros de territorio griego y albanés, está repleta de ruinas cubiertas de vegetación, alguna iglesia y es un lugar ideal para perseguir fantasmas, pelícanos y tortugas. El lago Prespa está en el parque nacional de Galicica, un lugar de ondulantes paisajes que separa los lagos Ohrid y Prespa, y el que se encuentran un puñado de aldeas de montaña y un montón de especies de plantas autóctonas. Toda la zona está protegida.

Golem Grad parece a la deriva en medio del lago. Quizá porque la isla solo mide 750 metros de largo y 450 metros de ancho, por lo que es fácil recorrerla a pie. Incluso se puede acampar por la noche. En otros tiempos fue el lugar de veraneo del rey, pero ahora es únicamente morada de tortugas salvajes, cormoranes, pelícanos y, si creemos a la leyenda, quizá algunos fantasmas. Las excavaciones en curso han desenterrado docenas de ruinas, muchas de ellas documentadas en carteles para los visitantes.

De vinos por la región de Tikves

Recorrer Tikves, la principal región de viñedos al sur del país, es otra de las alternativas para conocer Macedonia del Norte. Podemos hacerlo, por ejemplo, tomando como base la bodega de Popova Kula. La milenaria cultura del vino de Macedonia del Norte quedó sepultada tras 500 años de dominio otomano (musulmán) y durante muchos siglos su práctica quedó recluida en los monasterios. Pero hoy Tikves es la región vinícola más elogiada y desarrollada del país, con variedad de uvas que dan como resultado un tinto notable. La mayoría de los viñedos no están demasiado bien señalizados y ninguna de las bodegas acepta visitas sin cita previa, por lo que hay que planificarlas con antelación. Popova Kula es el único hotel-bodega y restaurante de la región que merece el esfuerzo. Se inspira en las bodegas de California y ofrece circuitos guiados a cargo de los propietarios, que suelen aportar una visión de su historia familiar muy interesante.

Una jornada de 'trekking' en el monte Korab.
Una jornada de 'trekking' en el monte Korab.

El monte Korab y el monasterio de Sveti Jovan Bigorski

Quienes planeen un viaje de Skopje a Ohrid se toparán por el camino con el parque nacional de Mavrovo. Sus cañones, pinares y cascadas ofrecen un soplo de aire fresco y unas hermosas vistas, sobre todo para aquellos que se animen a subir al pico más alto de Macedonia del Norte, el monte Korab (de 2.764 metros de altura), más conocido por su estación de esquí (la mayor del país), cerca de la ciudad de Mavrovo. Para los estándares internacionales, sus pistas resultan bastante mediocres, pero en verano es un lugar impresionante. Aquí está uno de los monasterios más importantes y accesibles del país, el Sveti Jovan Bigorski, y los pueblos tradicionales de Galicnik y Jance, separados por las montañas. Son famosas las llamadas bodas de Galicnik, una de las fiestas de verano más populares y peculiares. El venerado monasterio bizantino de San Juan Bautista, de 1020, está situado al final de una larga pista de curvas que parte de la carretera de Debar, junto a Jance. Durante la época comunista, el complejo se abandonó pero se ha reconstruido minuciosamente y hoy es tan impactante como hace siglos. La iglesia presume de sus frescos y de una reliquia (el antebrazo de San Juan), pero su mayor atractivo sigue siendo las maravillosas vistas de las montañas de Mavrovo.

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