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Fuera de ruta

Tradición y manga en una tarde de superkabuki en Tokio

El ancestral teatro japonés, en el barrio de Ginza, evoluciona con adaptaciones de historias manga y complejos efectos luminosos

El teatro Kabuki-za, en el barrio de Ginza, en Tokio (Japón). Christian Kober (awl)
El teatro Kabuki-za, en el barrio de Ginza, en Tokio (Japón). Christian Kober (awl)Christian Kober (awl)
Héctor Llanos Martínez
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Solo hace falta observar la fachada del teatro Kabuki-za, rodeado de las lujosas boutiques de grandes casas de moda francesas y de los sofisticados restaurantes del barrio tokiota de Ginza, para entender que es el equivalente japonés a los grandes templos de la ópera en la cultura occidental. En su interior se reproduce una de las formas de arte más elevadas para la sociedad del país: el género kabuki, cuyo nombre se refiere desde hace más de cuatro siglos al “arte de bailar y cantar”. Surgió poco después de las representaciones de Shakespeare y Calderón de la Barca. El dramático maquillaje con el que los actores cubren su rostro y las vestimentas tradicionales que lucen sobre el escenario contrastan, como ocurre tan a menudo en esta ciudad, con la modernidad del entorno.

El género, patrimonio cultural intangible de la Unesco desde 2008, pierde poco a poco el contacto con un público cada vez más acostumbrado a las pantallas y a los relatos espídicos del cine y la televisión. Pero en los últimos años se ha consolidado una nueva propuesta escénica que atrae de nuevo al espectador al teatro con temáticas y narrativas renovadas y el mismo magnetismo hipnótico de su predecesor. Su nombre es lo suficientemente elocuente como para seducir a una sociedad tendente a la hipérbole y adicta al neón: superkabuki, con un lenguaje contemporáneo y accesible.

Cova Fernández

Sin salir de Ginza, el teatro Shinbashi Enbujō, de discreta arquitectura en comparación con el cercano Kabuki-za, programa algunas piezas de este subgénero. “El superkabuki buscaba una auténtica renovación sin renunciar por completo a sus raíces, así que se asentó sobre tres principios narrativos: argumento, espectacularidad y velocidad”, explica el gerente del teatro, Yoshikazu Shindo, con amplia experiencia como productor de esta apuesta teatral.

Una tarde de otoño, un tumulto de personas de todas las edades recorren el vestíbulo del teatro a la espera de que empiece la función vespertina del relato medieval Oguri. Mientras que en el kabuki clásico los asistentes acuden a la cita con elaborados quimonos, aquí domina el atuendo casual. La comodidad es clave para engancharse a una trama que se prolonga durante más de cuatro horas y media. En ella no pueden faltar guerreros samuráis con un amplio dominio de las artes marciales, aguerridas princesas y crueles embrujos que dificultan el amor de la pareja protagonista a lo largo de tres actos. La tragedia y la comedia, la acción y la introspección se intercalan con soltura.

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Representación de la función 'Oguri' en el teatro Shinbashi Enbujō de Tokio.
Representación de la función 'Oguri' en el teatro Shinbashi Enbujō de Tokio.Shochiku Co. LT

En realidad, es la forma de contar la historia la que marca la diferencia. Caballos voladores, complejos efectos luminosos y tanques de agua que aparecen y desaparecen del escenario en cuestión de segundos consolidan un espectáculo con más recursos visuales que el más ambicioso de los musicales de Broadway. Son casi 100 personas las que trabajan entre bambalinas durante cada función. Ante tal despliegue de medios, el idioma no es un problema para el visitante occidental. Tan solo necesita leer la extensa sinopsis impresa en el programa de mano para no perderse en el devenir de los personajes.

El montaje de Oguri fue uno de los primeros de este género, que ideó a mediados de la década de 1980 una leyenda interpretativa del país, Ennosuke Ichikawa III. Es ahora su sobrino —cuarto miembro de la saga Ennosuke— el que se encarga de llevar el superkabuki a un entorno digital. “Las nuevas generaciones quieren que el teatro refleje de algún modo el mundo en el que viven. Y la tecnología forma parte de esa realidad”, dice Shindo, quien no parece preocupado ante las críticas del sector más purista. “Nuestra intención no es obligar a nadie a que le gusten nuestras ideas, sino conectar con un sector más amplio de la sociedad”.

Los productores de superkabuki necesitan mes y medio para construir el escenario de una de sus obras y más de un año de preparaciones previas para convertir en realidad lo escrito en el libreto. Pero su plan de expansión no piensa conformarse con el acomodado entorno del barrio de Ginza. Esta versión de Oguri viajará por el resto de Japón y se representará a partir de marzo de 2020 en el teatro Minami-za de Kioto.

Un catálogo selectivo

Europa y Estados Unidos también están marcados en la agenda a corto plazo. Sus responsables han dado con la clave para hacer que el espectador occidental se sienta familiarizado de inmediato con una forma de teatro tan rupturista. El selectivo catálogo del superkabuki, que se compone de apenas una decena de títulos, también apuesta por abrazar la cultura popular. Por eso, incluye una adaptación de One Piece, el manga y posterior serie de anime que triunfa en todo el planeta a través de las plataformas de streaming. Sería, según sus responsables, la mejor forma de mostrar al público internacional que el entretenimiento es el principal objetivo del superkabuki, y la versatilidad, su modo de conseguirlo.

Pero a pesar de todo el proceso de modernización que ha enfrentado en tan poco tiempo, este subgénero sigue manteniendo una cuenta pendiente heredada del kabuki tradicional. Solo intérpretes masculinos pueden subirse al escenario. Como en los tiempos del teatro de Shakespeare, son algunos hombres los que se encargan de los personajes femeninos. Se trata de los llamados onnagata, que reciben un entrenamiento especial para encarnar al género opuesto sin caer en la parodia. “De momento se ha decidido mantener esta parte del legado, pero quién sabe en el futuro. Es un género que se está construyendo sobre la marcha”, admite Yoshikazu Shindo.

Guía

  • El teatro Shinbashi Enbujō (shinbashi-enbujo.co.jp), en el barrio de Ginza de Tokio, es el único que programa obras de superkabuki en la ciudad japonesa. Precio de las entradas, desde 25 euros.
  • Teatro Kabuki-za (kabuki-za.co.jp)
  • Oficina de turismo de Tokio (gotokyo.org)
  • Oficina de turismo de Japón (japan.travel).

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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