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Escapadas

Es el momento de descubrir Braga

Música electrónica, arquitectura rompedora y locales coquetos se funden a la perfección con la piedra noble y los azulejos portugueses. Pura efervescencia al norte de Oporto

Concierto en GNRation, antiguo cuartel de la policía militar transformado en un centro cultural en Braga (Portugal).
Concierto en GNRation, antiguo cuartel de la policía militar transformado en un centro cultural en Braga (Portugal).
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Suenan las campanas en Braga. Nada raro en la capital religiosa de Portugal, con más de 40 iglesias y cientos de campanas asomadas a sus campanarios. Pero hoy el sonido es otro, su tañido no llama a misa ni anuncia bodas ni entierros, sino que inunda toda la ciudad de música en un concierto de campanas creado por Llorenç Barber y Montserrat, que junto con 60 voluntarios dan voz a los campanarios creando una sinfonía envolvente que bien podía ser la banda sonora misma de Braga. Una banda sonora ideal para acompañar las calles adoquinadas, los rutilantes palacios barrocos, las casas cubiertas de azulejos, los conventos y las iglesias diseminadas por la ciudad.

Pero Braga tiene también otra banda sonora, con acordes de música electrónica y alternativa, que resuena en espacios culturales, hace retumbar el estuco de sus más nobles teatros y es protagonista en festivales musicales como Semibreve (del 25 al 27 de octubre) y Noite Branca, la gran celebración de la cultura de Braga, en una noche que abarca tres días (6, 7 y 8 de septiembre). La banda sonora que afortunadamente sí está ausente de la ciudad es la de los turistas en masa caminando sin rumbo. No es fácil encontrar un lugar tan bonito y tan tranquilo a la vez. La piedra noble suele ser reclamo seguro, pero de algún modo Braga y sus 180.000 habitantes han conseguido quedarse fuera del radar y seguir agazapados aprovechando, aliviados, que el imán de Oporto, a poco más de 50 kilómetros de distancia, sigue siendo el centro de todos los focos.

El restaurante Retrokitchen, en Braga (Portugal).
El restaurante Retrokitchen, en Braga (Portugal).

Así quieren que siga Tania Roberts y Rui Pereira, la encantadora pareja dueños de Retrokitchen, un restaurante cool a la portuguesa: sin postureo y donde se come muy bien y a buen precio. “Aquí nos conocemos todos”, dice Rui, y lo confirma parándose a charlar en cada mesa, haciéndole sentir a uno como un amigo al que han invitado a cenar a su casa. La divertida decoración retro del local, su deliciosa carta que cambia constantemente y sus precios harán que ya esté pensando en volver antes de haber acabado el postre.

La capilla de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Braga es uno de los proyectos del estudio de arquitectura Cerejeira Fontes en la ciudad portuguesa. 
La capilla de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Braga es uno de los proyectos del estudio de arquitectura Cerejeira Fontes en la ciudad portuguesa. NELSON GARRIDO

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Justo a la vuelta del restaurante, dentro de un seminario, se encuentra la capilla Árvore da Vida, una joya de la arquitectura moderna creada por el estudio de arquitectos Cerejeira Fontes. Pocos sitios como este demuestran que Braga, en lugar de vivir por y para el turismo, sigue sus propias reglas. El horario de visitas de la capilla es únicamente el viernes, de 17.00 a 18.00. Quien no pueda hacer coincidir la excursión con esa hora, puede visitar otra iglesia, la de la Inmaculada Concepción, diseñada por los mismos arquitectos y con horarios más flexibles para que todo el mundo pueda disfrutar de este concepto de arquitectura eclesiástica 2.0. Recubierta con una estructura de hormigón en forma de caparazón, alberga una capilla minimalista hecha de madera que se eleva 20 metros. El altar es una piedra fracturada sobre unas patas de acero que se hunden en un charco de agua. Con una acústica espectacular, este espacio sirve tanto para la palabra de Dios como para otros eventos musicales y artísticos a miles de kilómetros de los evangelios.

cova fdez.

Es precisamente aquí donde la ciudad ha sabido adaptarse a los tiempos y no le ha temblado el pulso a la hora de reinventarse y dar salida a su gran patrimonio eclesiástico. La música es la nueva religión, y los nuevos fieles que se acomodan en los bancos de madera de estos espacios buscan la iluminación a través de otras liturgias. Otro ejemplo de esta adaptación a los nuevos tiempos se encuentra en el monasterio de Tibães, a seis kilómetros en coche del centro de Braga. Este maravilloso edificio románico del siglo IV se convirtió en hogar de la Orden de los Benedictinos siglos más tarde. Aquí, rodeados de naturaleza y en la frugalidad de sus habitaciones celda, buscaban el retiro espiritual y la paz interior. Aún hoy es posible experimentar esa sensación monástica, pero con más confort, en la hospedería del monasterio. Durante el día es posible recorrer sus estancias y admirar la opulencia del rococó portugués en la iglesia de Tibães. El monasterio también abre sus puertas en noches que funciona como espacio escénico y expositivo, y es en una de esas noches en las que recorremos junto con un pequeño grupo de público sus inmensos pasillos coronados con techos de madera decorada rumbo a su sala estrella: la capilla mayor. En las paredes decoradas con azulejos cuelgan los retratos antiguos de papas, cardenales y demás hombres ilustres de la Iglesia. El banco corrido de madera dorada adosado a la pared forma la platea donde nos sentamos los espectadores. Cuando en una de las escenas de la provocativa obra de teatro Lo frío y lo cruel la actriz española Angélica Liddell se desnuda y camina descalza sobre excrementos de caballo desparramados por el suelo, no puedo evitar mirar de reojo a los cardenales de los retratos a ver si aún tienen los ojos abiertos. Más allá de su propuesta cultural, los alrededores del monasterio son un oasis que invita a perderse entre jardines y fuentes en un bosque de cuento donde crecen árboles centenarios.

El campanero Llorenç Barber, durante un concierto de campanas en Braga (Portugal).
El campanero Llorenç Barber, durante un concierto de campanas en Braga (Portugal).R.estefanía

Por la misma carretera que lleva al monasterio hay otra parada que conviene no perderse. Se trata de la galería Duarte Sequeira, lugar donde zambullirse en las últimas propuestas del arte contemporáneo. El blanco inmaculado del museo contrasta con el verde del prado donde se levanta y los árboles que lo rodean. A pesar de ser una galería privada, su calidad y pedigrí traspasan su función comercial y la convierten en todo un referente cultural de la ciudad. Duarte Sequeira y Despoina Tzanou son la jovencísima pareja que al frente de esta ilustre galería proponen a través de su nueva colección (inaugurada el pasado mes de marzo) un viaje conceptual hacia el origen del ser humano mediante videoinstalaciones, esculturas y otras formas de expresión plástica de 11 artistas de todo el mundo.

La escalinata que lleva a la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en Braga.
La escalinata que lleva a la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en Braga.R.estefanía

Dejamos atrás la cultura contemporánea para retroceder varios siglos a un tiempo en que la ilustre Bracara Augusta era la capital de Gallaecia. Las termas romanas de Maximinos, en el Alto da Cividade, y el teatro romano, cerrado al público y en pleno proceso de excavación, nos hablan de lo que aún esconde la ciudad oculto bajo siglos de tierra. Testimonio de esta Braga antigua es también la capilla de San Fructuoso de Montelios, una joya visigoda del siglo V que parece haber quedado fuera del circuito turístico. Serenidad y modestia que contrastan con la algarabía y la opulencia del templo de Bom Jesus do Monte, que a cinco kilómetros del centro de la ciudad es el lugar favorito de excursiones de fin de semana y escenario de selfis en Instagram. Y no es el templo el mayor reclamo, sino las espectaculares escaleras barrocas que llevan hasta él: 581 peldaños de granito zigzagueante en una escalinata llamada Vía Sacra flanqueada por docenas de estatuas que forman el espectacular acceso al santuario. Arriba esperan el templo, un hotel y varios restaurantes con terrazas desde donde ver Braga pegada al horizonte. La forma más amable de enfrentar las escaleras sin odiarlas es subiendo los 116 metros de desnivel en el evocativo teleférico y disfrutarlas después bajándolas a pie. Sin electricidad y operado por un sistema de contrapeso hidráulico, este es el teleférico más antiguo del mundo en funcionamiento con este ingenioso método.

Bombillas de colores frente al edificio del café A Brasileira, en Braga (Portugal).
Bombillas de colores frente al edificio del café A Brasileira, en Braga (Portugal).R.estefanía

Sátiros y tritones

De vuelta al centro histórico esperan nueve siglos de historia en el complejo de la catedral de Braga, en sus estancias, sus patios y en su museo religioso. En el interior del templo, por una vez no es el altar el que se lleva las miradas, sino los dos espectaculares órganos barrocos que a lomos de sátiros y tritones son los auténticos protagonistas.

Un grafiti en las calles de Braga (Portugal).
Un grafiti en las calles de Braga (Portugal).R.estefanía

Es hora de reponer fuerzas. A pocos metros de la catedral se sitúa el restaurante Dona Petisca. Una tabla de quesos y embutidos del Minho y una cazuela de arroz de pato en una comida tan simple como deliciosa que no hace daño al bolsillo recuerdan a ese Portugal barato y exquisito del que ya apenas queda rastro en Lisboa y Oporto. De postre, unos pasteles de nata en la Casa das Natas (los mejores de Braga) y un café en A Brasileira, uno de esos lugares que mantienen el sabor de su apertura en 1907 y el olor a café brasileño recién molido servido por camareros vestidos con chaquetilla. A continuación, un paseo por un centro de ciudad tan compacto y tan a escala humana que después de un par de días uno lo siente como suyo. De ahí a crear rituales, como los desayunos diarios en el patio jardín de la cafetería librería Centésima Página con un café y un delicioso sándwich de frango (pollo), y a fantasear con la idea de mudarse a vivir aquí hay solo un paso.

Casa das Velas, en Braga.
Casa das Velas, en Braga.R.estefanía

En un paseo por la avenida da Liberdade, flanqueada de flores y los jardines geométricos de Santa Bárbara, uno puede admirar las fachadas barrocas de la avenida Central y perderse por las calles comerciales del centro, donde lo mismo conviven la exclusiva Concept Store Janes en el interior de un fabuloso palacio con la modesta tienda Casa das Velas, en cuyos mostradores descansan figuras de piernas, riñones, pechos, corazones y demás órganos hechos de cera para ser depositados como ofrenda en alguno de los muchos altares de la ciudad. Contrastes y sorpresas continuas como la inexplicable Casa das Bananas, donde el vino dulce y las bananas forman un curioso maridaje. En Nochebuena, el bar se queda pequeño y Rua do Souto entera queda bloqueada por gente que, con un vaso de vino dulce en una mano y un plátano en la otra, disfrutan de un chute de azúcar capaz de hacerte trepar a los árboles.

Interior del Café Vianna, en Braga (Portugal).
Interior del Café Vianna, en Braga (Portugal).R.estefanía

En el corazón de Braga, la fuente de la plaza da República comienza su coreografía de chorros de agua elevándose más de 20 metros y creando una bruma líquida a través de la cual apenas se divisan las torres de la iglesia de los Congregados al fondo. Alrededor de la plaza, sentados en bancos o formando pequeños corrillos, charlan animadamente grupos de ancianos. En este lugar cuesta creer que estamos en una de las urbes más jóvenes de Europa, proclamada ciudad europea de la juventud en 2012. Y es que el impulso de la legión de jóvenes de esta ciudad universitaria no se ve aquí ni tampoco en los cafés de toda la vida como el evocador Café Vianna, una reliquia de 1858 que conserva esas mesas de mármol donde debatían escritores y poetas mientras en sus salones, políticos y militares maquinaban el golpe de Estado de 1926. Los jóvenes tienen en Braga sus propios templos, como el centro cultural GNRation, un antiguo cuartel de la policía militar transformado en 2013 en el lugar de referencia de la cultura de la ciudad. De aquel edificio se conserva la estructura y sus siglas, GNR (Guardia Nacional Republicana), que acertadamente tuneadas bautizaron este conjunto de patios, salas y espacios dedicados a la generación, producción y consumo de todo tipo de actividades artísticas. En este oasis cultural, la tecnología, el arte digital y el ocio van de la mano. Lo visitamos de día con su director artístico, Luís Fernandes, y también con él lo disfrutamos de noche durante el Open Day del centro, en una jornada en la que los horarios de apertura se expanden con conciertos que se suman a sesiones de DJ y live coding (creaciones visuales y musicales a partir de programación interactiva e improvisada) hasta la madrugada. “Este lugar es único en Portugal. En el apartado de arte y tecnología, Braga está por delante de Lisboa y Oporto”, dice Luís Fernandes.

El centro cultural GNRation, en Braga.
El centro cultural GNRation, en Braga.Lino Silva

Dance en el teatro barroco

La noche no ha hecho más que empezar y es en otro lugar emblemático, el Theatro Circo, hacia donde dirigimos nuestros pasos siguiendo el consejo de Mauro Rodrigues, productor musical que lleva varios años a cargo de la Noite Branca de Braga. El espectacular espacio barroco del fastuoso Theatro Circo está ocupado hoy por la música electrónica de Branko, uno de los grandes de este género en Portugal. Tiembla la gigantesca lampara de araña y la mezcla de música dance y ritmos africanos enciende el patio de butacas y los palcos en este espacio que en sus más de 100 años de vida nunca sucumbió al elitismo y tuvo sus puertas siempre abiertas a todo tipo de propuestas musicales, teatrales y, como su nombre indica, circenses.

La Concept Store Janes, en Braga.
La Concept Store Janes, en Braga.R.estefanía

“El panorama cultural de Braga en los últimos años ha dado un giro tremendo. Como productor musical, es una de las ciudades más interesantes de Europa”, dice Mauro Rodrigues. De hecho, está a punto de dejar su casa en su ciudad, Oporto, para mudarse aquí. Algo similar cuentan en la recepción del hotel Vila Galé Collection, recién abierto en el que fuera el antiguo hospital barroco de San Marcos, donde cada vez son más los huéspedes que eligen Braga como base desde donde explorar Oporto —y no al contrario— evitando su masificación y sus altos precios.

Suenan de nuevo las campanas de la iglesia de Santa Cruz. Campanas centenarias forjadas en una pequeña fundición familiar a las afueras de la ciudad. “Las campanas son el alma de Braga”, asegura su dueño, Serafim da Silva. Un alma que tiene la capacidad de ser vieja y joven a la vez, unas veces antigua y otras veces moderna, pero por encima de todo siempre auténtica.

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Cómo llegar

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Dónde comer

Café de la tarde

De compras

Información

De Madrid a Braga hay unos 580 kilómetros por carretera (unas cinco horas y media de viaje). Air Europa, Iberia, Tap y Ryanair ofrecen vuelos directos a Oporto desde varias ciudades españolas. Del aeropuerto de Oporto a Braga se puede ir en autobús (14 euros, ida y vuelta) o en taxi (entre 25 y 30 euros por trayecto).

Porta Nova Collection House. Lo último de Braga. Diseño nórdico. Habitación doble, desde 100 euros.
Hotel Vila Galé Collection. Aires de parador en el antiguo hospital de San Marcos. La doble, desde 118 euros.

Librería Centésima Página. Avenida Central, 118-120. Patio con jardín.
Nordico Coffee Shop. Rua do Anjo, 90A. Delicioso brunch y ambiente joven.

Retrokitchen. Rua do Anjo, 96. Bueno, bonito y barato. El lugar más cool donde comer en Braga.
Dona Petisca. Rua Dom Paio Mendes, 32. Tapas portuguesas.
Tasquinha Dom Ferreira. Rua de São Vicente, 35. Cocina tradicional portuguesa.

A Brasileira. Largo Barão de São Martinho, 17. Famoso local de la fachada de azulejos.
Café Vianna. Praça da República. Todo un clásico de la ciudad.
Casa das Natas. Los mejores pasteles de nata de Braga.

Concept Store Janes (janes.pt). Rua do Souto, 17 y 30.
Casa das Velas. Rua Doutor Justino Cruz, 103-105.
Yntenzo. Rua do Souto, 99. Perfumes personalizados.

Oficina de turismo de Braga.
bragacool.com.

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