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¡Ya toca playa! Ocho arenales del Mediterráneo perfectos para mayo

De Barcelona a Málaga, playas de fácil acceso que combinan con visitas culturales, beach clubs y restaurantes

Playa de Las Arenas, en Valencia.
Playa de Las Arenas, en Valencia. David Clapp (getty)

Las Arenas

Valencia

El puerto de Valencia se interpone en la corriente de levante, razón de que en Las Arenas/El Cabanyal luzca una sábana de arena expansivamente fina y dorada. Su raigambre urbana se constata en el paseo marítimo y en el hotel balneario Las Arenas.

Paseando por el frente playero de la ciudad de Valencia.
Paseando por el frente playero de la ciudad de Valencia.Gonzalo azumendi

En el Marina Beach Club lo mismo te sirven una copa de champán que tomas el sol en la piscina o comes en una hamaca, sin olvidar su restaurante. En el Marina, las paellas suelen ser las tradicionales de Valencia (huertanas), mientras que el restaurante más célebre de la playa, La Pepica, mantiene las esencias de la paella marinera.

Playa del Mal Pas, en Benidorm (Alicante).
Playa del Mal Pas, en Benidorm (Alicante).Tono balaguer (getty)

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Sant Salvador

El Vendrell (Tarragona)

Al Museo Pau Casals podemos acceder por la playa que disfrutaba el genial violonchelista nacido en El Vendrell. Fue su casa de veraneo desde 1909, y en sus salas podremos escucharle y repasar su pinacoteca, en especial el Retrat femení (1909), de Ramon Casas. Desde la terraza abalaustrada, Sant Salvador luce como la playa deslumbrante que es, en la que perviven casas burguesas que trasladan mentalmente al paseante cien años atrás. Merece la pena reservar para comer una de las 13 paellas —¿la de foie?— del restaurante Casinet, almacén portuario allá por 1780.

Museu Pau Casals, junto a la playa de Sant Salvador, en El Vendrell (Tarragona).
Museu Pau Casals, junto a la playa de Sant Salvador, en El Vendrell (Tarragona).Juan Bautista (alamy)

Mal Pas

Benidorm (Alicante)

He aquí la más pequeña, céntrica y desconocida de las calas de Benidorm, disfrutable mejor en primavera. Ello porque en verano se revela demasiado calurosa por sus paredones hormigonados en prevención de derrumbes. Las aguas remansadas miran al Balcón del Mediterráneo de la punta Canfali, que separa Levante y Poniente, donde refulge el vidriado azul de la parroquia. Resalta el no parar de los bañistas —­santo y seña benidormí— recorriendo los 80 metros de rompiente. Con tan solo subir las escaleras encontraremos los arroces del restaurante Mal Pas.

DJ en Purobeach Marbella, en Estepona (Málaga).
DJ en Purobeach Marbella, en Estepona (Málaga).

El Padrón

Estepona (Málaga)

La piscina de 32 metros del Purobeach Marbella (purobeach.com), decorada con un mandala, transporta a un hedonismo de palmeras y camas balinesas que tiene mucho de la escena marbellí; chapuzón a ritmo de deep house y degustando especialidades niponas. Tras bañarnos en un mar de grises piedrecillas, podemos encarar el peñón de Gibraltar por la flamante senda litoral que nos deja en 10 minutos en el oasis subtropical mediterráneo del Kempinski Hotel Bahía, con la torre almenara que da nombre a la playa y el recién inaugurado Spiler Beach Club.

Playa de los Tres Micos, en Caldes d'Estrac (Barcelona).
Playa de los Tres Micos, en Caldes d'Estrac (Barcelona).age fotostock

Tres Micos

Caldes d’Estrac (Barcelona)

El disponer de vía férrea junto al mar permite bañarse en todas las playas del Maresme. Apeándonos en Caldes d’Estrac, el paso subterráneo nos conduce al paseo de los Ingleses, tachonado de casonas en las que impera la arquitectura eclecticista de entre 1917 y 1920. Sin solución de continuidad, en el número 29 saltamos al paseo del Marqués de Casa Riera, municipio de Sant Vicenç de Montalt, en cuyo número 18 podemos dar la vuelta. Resta probar las paellas del Marola, que hasta finales de abril celebra las jornadas del guisante con un menú de 38 euros.

Parador de Málaga Golf, en Málaga capital.
Parador de Málaga Golf, en Málaga capital.

Campo de Golf

Málaga

Lo que el arenal de El Saler es a Valencia, la playa del Campo de Golf es a Málaga. Se trata de la más extensa (2.250 metros de longitud) y meridional de la ciudad, cuyo parador anexo (esta playa corresponde al frente marítimo del parador) a su campo de golf nos acerca a uno de los playazos menos construidos de la Costa del Sol. Siguiendo la valla que separa la arena del parador, podremos extender la mirada, usar el tramo de 150 metros de largo consagrado al naturismo, contemplar el ir y venir de kitesurfistas y surfistas a remo, cuando no de los aviones, y recalar en el bar del parador o en La Playa Summer Club, ya en Torremolinos.

Cala del Pinar, en Vinaròs (Castellón).
Cala del Pinar, en Vinaròs (Castellón).

El Pinar

Vinaròs (Castellón)

Hay que conocer las calas urbanas de Vinaròs. Son de piedrecillas, pero constituyen un refugio seguro cuando en los meses de verano a la costa castellonense le revientan las costuras. Esta calita presenta un aspecto recogido y agradable, insonorizado del tráfico, con peñascos y fondos propicios para practicar snorkel. Aunque sea en finca privada, uno siente gratitud por la mancha de pinos. Tras el baño siempre es buena idea desplazarse al mercado (plaza de Sant Agustí, 8) para comprar langostinos o salmonetes que cocinan a la plancha los bares del mercado a razón de 2,50 euros cada 500 gramos.

Playa de La Colonia, en Águilas (Murcia).
Playa de La Colonia, en Águilas (Murcia).

La Colonia

Águilas (Murcia)

A esta curva de arenas y gravas la protege del levante el castillo de esta localidad murciana, lo que incita a disfrutar de los atardeceres junto a la pérgola fucsia de buganvillas. En el parquecillo prosperan cocoteros y palmeras de las especies Phoenix dactylifera y Washingtonia robusta, a las que se unen palmitos endémicos. Aprovechamos el vigor hostelero de estos 580 metros de línea playera para probar la fritura de pescado en la terraza de La Dolce Vita (paseo de la Constitución, 40), así como las carnes estilo argentino de la Pizzería Carlota (en el número 10).

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