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Singapur más allá del Marina Bay Sands

La colorida Chinatown, el templo budista de South Bridge Road, los puestos de comida en los 'hawkers' y un paseo junto al río de la ciudad-Estado del sureste asiático

La escultura de el Merlion, en Marina Bay, uno de los iconos de Singapur. 
La escultura de el Merlion, en Marina Bay, uno de los iconos de Singapur.  Gonzalo Azumendi
José Luis Aranda
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Más de 62 millones de pasajeros pasan cada año por el aeropuerto de Singapur. Muchos lo hacen para usarlo como hub y, en efecto, Changi, que se anuncia como “el aeropuerto más galardonado del mundo”, da para horas de entretenimiento. Más recomendable es aventurarse al exterior para conocer esta ciudad-Estado con casi seis millones de habitantes. Una metrópolis ultradesarrollada y forjada por tres grupos étnicos: chinos, malayos y tamiles. Al sumarle la tradición colonial británica, el resultado son cuatro lenguas oficiales omnipresentes en todos los carteles.

10.00 La herencia china

Dos tipos de barrios componen Singapur: los de rascacielos y los de casas bajas. De estas últimas, buena parte son las coloridas shophouses, que en tiempos coloniales albergaban una tienda en el bajo. Entre los conjuntos mejor conservados está Chinatown (1) y merece una visita a su Heritage Centre (2) (Pagoda Street, 48). El interior de esta casa-tienda descubre cómo llegó hasta aquí la comunidad china (la mayoritaria, con el 75% del total) y cómo vivió durante décadas: desde las rutas marítimas en las que muchos murieron hasta las condiciones de hacinamiento, el tráfico de personas o los estragos del opio.

Faroles chinos frente a 'shophouses', en Singapur.
Faroles chinos frente a 'shophouses', en Singapur.getty images

11.00 Tres religiones en una calle

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En un brevísimo paseo se llega hasta al cruce de Mosque Street con South Bridge Road. Allí se ubica la mezquita Jamae (3), construida en el primer tercio del siglo XIX por la comunidad tamil musulmana. En un recorrido de menos de 250 metros, South Bridge Road ofrece otros dos ejemplos de arquitectura religiosa. El primero, en el cruce con Pagoda Street, es el templo hindú (4) más antiguo de la ciudad. Dedicado a la deesa Mariamman, se puede visitar durante los rituales, en los que la música es hipnotizante. Más adelante se llega al Buddha Tooth Relic Temple and Museum (5). Pese a la apariencia, el edificio es del siglo XXI. En sus cinco plantas se descubren miles de representaciones de Buda. En la cuarta se encuentra un diente, reliquia que le da nombre.

13.00 Un festín por 2 euros

Saliendo del templo budista por la parte trasera se llega en cinco minutos al Chinatown Complex Food Centre (6). En un país que prohíbe consumir chicles, los puestos de comida callejera ultrapresentes en otros puntos de Asia acabarían con la imagen de limpieza y asepsia que desprende aquí cada rincón. La solución fue relegar esos establecimientos a unos grandes mercados llamados hawkers. Este es el mayor y alberga un tesoro: en el puesto 126 de la segunda planta se encuentra el Liao Fan Hong Kong Soya Sauce Chicken Rice Noodle. Con platos a menos de dos euros, la guía Michelin lo galardonó con una estrella. Si la cola es excesiva, saliendo a Smith Street (7) hay una sucursal con idéntica carta y formas de restaurante de comida rápida. El pollo con salsa de soja es lo más demandado. Espere comida sabrosa, pero nada parecido a un Michelin al uso. Podrá presumir, eso sí, de haber estado en el más barato del mundo, según la plataforma de reservas Traveloka.

Terrazas en una de las calles de Chinatown, el barrio chino de Sinpagur.
Terrazas en una de las calles de Chinatown, el barrio chino de Sinpagur.G. Azumendi

15.00 Lágrimas de un primer ministro

El clima tropical garantiza tormentas imprevistas y un calor inclemente en cualquier mes del año. Una manera de sobrellevarlo es refugiarse en un museo. Para arte y arquitectura, la National Gallery (8) (St. Andrew’s Road, 1) acoge una colección de artistas del sureste asiático. Sus salas se dividen entre la antigua Corte Suprema y el City Hall, unidos en una notable intervención arquitectónica. La terraza ofrece vistas al centro de la ciudad. Para profundizar en la historia de Singapur, el National Museum (9) (Stamford Road, 93) la cuenta de manera interactiva. Entre otras cosas, puede verse a un primer ministro llorando. Lo hizo Lee Kuan Yew (padre del actual jefe del Gobierno) cuando Singapur fue expulsada de la Federación de Malasia en 1965, dos años después de independizarse de los británicos. La exhibición acaba en tono triunfalista con el relato de éxito económico que siguió la ciudad-Estado desde entonces.

17.00 El Merlion, símbolo kitsch

Las últimas horas de luz permiten explorar la desembocadura del río Singapur. Desde el puente de Coleman (10) se baja por la peatonal Boat Quay. El paseo comienza ante casas bajas y termina ante rascacielos pasando por Bird (11), una escultura de Fernando Botero. Al llegar al puente de Cavenagh, conviene cruzarlo para guardar en la memoria la imagen del skyline que se acaba de atravesar. Por el puente de Anderson se va en dirección al Merlion (12). Este ser mitológico representa el origen de la ciudad como pueblo pesquero con su cuerpo de pez. Su cabeza de león alude al topónimo (singapura, en malayo, significa “la ciudad del león”). La escultura, bastante kitsch, escupe agua hacia Marina Bay mientras decenas de turistas se fotografían ante ella.

cova fernández

19.00 Unidos por lo alto

El lado opuesto de la bahía lo ocupa Marina Bay Sands (13). Vale la pena acercarse a estos tres rascacielos unidos por una cubierta con forma de barco solo para ver el altísimo techo de la recepción del hotel que acogen. Desde allí, un túnel conduce al centro comercial que completa el complejo. En uno de los extremos está su food court, algo que nunca falta en este tipo de espacios en Singapur, donde se degustan platos de casi cualquier rincón del sureste asiático. Desde aquí se ve Gardens by the Bay, con sus superárboles de entre 25 y 50 metros de altura y sus exóticos jardines (visitarlo necesita varias horas).

En la plataforma que une las azoteas de los tres rascacielos de Marina Bay Sands, a 200 metros sobre el suelo, se encuentran una piscina infinita, un mirador, jardines y restaurantes. 
En la plataforma que une las azoteas de los tres rascacielos de Marina Bay Sands, a 200 metros sobre el suelo, se encuentran una piscina infinita, un mirador, jardines y restaurantes. G. Azumendi

23.00 Una copa a 282 metros

No puede irse de la ciudad sin probar su animada vida nocturna. Y ahora conviene aclarar que los puestos de comida y el transporte son una anomalía: Singapur es muy caro, y el alcohol, todavía más. Si quiere ver su skyline, no se mueva de Marina Bay Sands y suba a la terraza de CÉ LA VI (14). Si prefiere emociones más fuertes, cruce la bahía hasta el rascacielos One Raf­fles Place (15) (Raffles Place, 1; entrada, desde 30 euros con dos consumiciones). Sus 282 metros culminan en 1-Altitude, una terraza con visión de 360 grados que presume de ser el bar al aire libre más altos del mundo.

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Sobre la firma

José Luis Aranda
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, diario donde entró a trabajar en 2008. Escribe habitualmente sobre temas de vivienda y referentes al sector inmobiliario. Es licenciado en Historia por la Universitat de València y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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