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Diccionario para trotamundos del tercer milenio

‘Resfeber’, ‘solivagant’ y otras cinco palabras para ampliar nuestro vocabulario viajero

Charnchai Guoy (getty images)

Después de las staycations (vacaciones en casa), el bleisure (un mix de viaje de trabajo y de ocio) y las aventuras con las pank (esas tías solteras sin niños a las que les encanta enseñar mundo a los sobrinos), ampliamos nuestro vocabulario viajero.

1. ‘Resfeber’

Por fin le podemos dar un nombre corto a ese desasosiego —inquietante pero gozoso— que sentimos antes de embarcarnos en un viaje. Es la resfeber, una palabra importada del sueco que describe los sentimientos contradictorios, esa especie de fiebre que nos sobreviene tras comprar los billetes para un viaje con el que hemos soñado mucho. Que no cunda el pánico: son solo unas décimas de resfeber.

2. Nómadas digitales

Los autónomos que solo necesitan un ordenador e Internet empezaron yendo a un café con wifi, luego se apuntaron a un local de coworking y han acabado conviviendo con otros trabajadores de similar perfil en, pongamos, Lisboa o Palermo. Para atender a estos nómadas digitales han surgido plataformas como WiFi Tribe o Nomad House.

Dibujo del mercado de Sant Antoni de Barcelona.
Dibujo del mercado de Sant Antoni de Barcelona.Daniel Castro Alonso

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3. 'Urban sketching'

¿Todavía retrata las ciudades con el móvil? ¿Y si a cambio se hace con una libreta tipo Moleskine, un rotulador de punta fina y una caja de acuarelas y se lanza a representarla con la mano? Eso hacen los urbansketchers o dibujantes urbanos.

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4. ‘Solivagant’

Los viajes en grupo suelen incluir al menos dos o tres discusiones y enfados. Para evitar perder amistades tras lo que pintaba como una experiencia grupal gozosa, existe la opción de convertirse en solivagant, es decir, en viajero o viajera que elige lanzarse en soledad a vagar por el mundo. Se distinguen por su sonrisa perpetua pintada en la cara, ajena a discusiones sobre dónde comemos hoy o por qué entramos en el museo justo ahora que no llueve. Vagar solitarios por el planeta es hoy una práctica cada vez más valorada, cuya popularidad va en aumento, especialmente entre las mujeres.

5. ‘Flashpackers’

Si seguimos siendo mochileros a edades provectas, probablemente nos hayamos convertido en flashpackers sin darnos ni cuenta. Sí, en esos viajeros talluditos que llevan cantimplora y un aislante enrollado, pero cuando no pueden con sus ampollas y se niegan a compartir litera con desconocidos, deciden reservar en un hotel con encanto y participar en una cata de vinos.

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6. ‘Pet sitting’

Si los gatos no nos dan alergia o si sacar a pasear dos veces al día a Pluto y a Laika nos parece un plan grato, ¿por qué no hacerlo en San Francisco o en Liubliana? Esto de cuidar mascotas instalándose en casa de sus dueños, acuñado en inglés se llama pet sitting, y es una manera de viajar en las antípodas del turista que no contribuye en nada al barrio donde se aloja. Eso sí, cuando paseemos a los perretes de turno, no hay que olvidar llevar siempre una bolsita de plástico con nosotros.

7. ‘Wanderlist’

No, no es la wanderlust del diccionario alemán, ese deseo irrefrenable por explorar mundo. Pero algo tiene que ver. La wanderlist funde ese concepto con la lista de deseos: es esa enumeración que suele aumentar en lugar de reducirse y que recoge todos los destinos y visitas que queremos conocer algún día.

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