Ginseng en Corea del Sur

Tras ganar el Premio Loewe de Poesía en 2017 con La policía celeste (Visor), el poeta ibicenco Ben Clark comenzó a cruzar océanos. Aquí nos cuenta su primer viaje a Asia, concretamente a Pyeongchang, en Corea del Sur.

¿Qué hacía un poeta de habla hispana en Pyeongchang?

Me invitaron a un foro de humanidades. Era una actividad cultural previa a los Juegos y paralimpiadas de Invierno celebradas este año allí. El pasado mes de enero organizaron este foro en torno a temas diversos como ecología, paz o pobreza, que fue mi tema.

¿Le parecía estar en los Alpes?

Sí, hay nieve, montañas y hace mucho frío. Hay también tejados a dos aguas cubiertos de nieve… pero ciertos elementos bizarros te podían hacer ver que no estabas en Suiza o aledaños. Por ejemplo, unas esculturas gigantescas de burros y otros animales.

Para coger fuerzas, ¿bebió ginseng?

En efecto, es un producto popular porque lo cultivan en la zona desmilitarizada. “Nuestro ginseng es el mejor del mundo”, me decían. Y es verdad que daba mucha energía.

¿Hubo sorpresas culinarias?

Sufrí una pequeña decepción. Encontré la comida poco sabrosa, algo insulsa. Demasiados alimentos hervidos. Las barbacoas me gustaron más, aunque la carne fuese siempre panceta.

Acercarse a Corea del Norte no estaba entre sus planes…

No, pero casi llegamos a la frontera. Visitamos la zona desmilitarizada. A través de unos catalejos pudimos observar Corea del Norte. Lo han convertido en experiencia turística, a pesar de que en la zona se respire un ambiente tenso.

¿Le sorprendieron los avances tecnológicos?

El aeropuerto de Seúl es muy moderno: al pasar por el control de seguridad entras en un escáner que te desnuda metafóricamente, te hace como una especie de TAC. Eso me sorprendió. Los surcoreanos están muy orgullosos de ser una potencia mundial tecnológica sin haber invadido otro país. Esta idea me parece importante destacarla.