Marta Etura (San Sebastián, 1978) es de las de ponerse a viajar con calma, ponerse al volante, hacer kilómetros y parar si algo le llama la atención. Así le gusta viajar a la actriz vasca, y por eso su medio de transporte preferido es el coche: “Me permite ir a mi ritmo”. Valora la rapidez con la que el avión devora kilómetros y le permite cumplir su sueño anual de un gran viaje. “He sido madre hace poco y este año me he saltado mi regla de oro”. Pero piensa retomar tan buena costumbre con su pequeña. “Hay muchos sitios a los que ir con niños”.
De dónde acaba de volver.
Mi último gran viaje fue a las Maldivas, el paraíso absoluto.
¿En qué lugar del mundo se ha sentido más feliz?
En muchos. No es solo ir a los sitios, es vivirlos. Destacaría Costa Rica, adonde viajé con mi hermano: durante 20 días recorrimos el país, conociéndolo en profundidad, su naturaleza, su cultura, hablando con la gente, improvisando.

Mencione el lugar que más merece la fama que posee.
San Sebastián: es pequeña, preciosa, tiene playa y monte y se come muy bien.
Y el que menos la merece…
No me ha pasado eso de decepcionarme. Viajo con espíritu de descubrir.
¿Cuál es su destino favorito?
Para descansar, Maldivas. Para naturaleza, Costa Rica. Y para descubrir, México o Brasil.
Háblenos de algún rinconcito estupendo que conozca.
El monte Urgull, con su ubicación entre la bahía de San Sebastián y el mar. Es una maravilla ir en otoño para contemplar las mareas vivas y el espectáculo de las olas.
¿Algún placer inconfesable?
Sí, uno, aunque confesable: comer, descubrir las comidas de los destinos.

Describa un plato memorable.
En Vietnam, en la bahía de Halong, estuvimos varios días en un barco y una mujer vietnamita nos cocinaba. Algunos platos no sabía ni lo que eran, y mejor no preguntar, pero estaban buenísimos.
Y alguno incomprensible…
Los desayunos en Tailandia. Eran como almuerzos, arroz con pollo y cosas así, y muy especiados. Me mataban esos platos tan fuertes a primera hora.
Un recuerdo viajero de su niñez.
En verano iba con mis padres y mi hermano a las Landas, la costa oeste del sur de Francia, preciosa, con esos kilómetros de playa y pinares…
¿Cuál es la persona más interesante que ha conocido en sus viajes?
Una mujer marroquí que nos alquiló casa. La habían casado siendo niña, tenía siete hijos, tres trabajos… A través de ella conocí lo dura que es la vida de las mujeres en África. Yo tenía 21 años y se me quedó grabada en la memoria.

¿Qué tipo de turista se considera?
Activa, y me gusta mezclar. Si en una parada toca echarse en una hamaca, allá que voy, y si en la siguiente veo un hotelazo que me gusta, me quedo.
¿Qué no falta nunca en su maleta?
Un bañador o un biquini, aunque viaje a sitios fríos. Me encanta nadar y no permito que haya una piscina en el hotel y yo no pueda bañarme.
Alguna asignatura pendiente.
África, me gustaría explorarla más.
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