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15 razones para enamorarse de La Habana

De la animada calle Obispo a las playas del Este, una ruta irresistible por la capital cubana

Ambiente de la calle Obispo, vía peatonal de La Habana Vieja.
Ambiente de la calle Obispo, vía peatonal de La Habana Vieja.

Caminar, caminar y caminar. No hay otra forma de conocer La Habana. Los mapas, por muy precisos que sean, no indican los puntos realmente interesantes. Hay que tener paciencia, lanzarse a pasear por sus calles, olvidarse de prejuicios y dejarse llevar por los buenos consejos de los habaneros. Solo así disfrutaremos de una de las ciudades más auténticas de Latinoamérica y descubriremos las verdaderas joyas de la capital cubana.

1. Vida en la calle en Centro Habana

En el barrio más densamente poblado de la ciudad, Centro Habana, tendremos la sensación de vivir en un antiguo decorado de cine. La vida aquí trascurre al margen de los turistas y de lo que ocurre en Internet o en el resto del mundo. Es el lugar perfecto para ver cómo viven los habaneros, un verdadero microcosmos de la vida cubana.

La arteria principal de Centro Habana es la avenida de Italia, que los habaneros conocen como calle Galiano y que en otros tiempos estaba flanqueada por grandes almacenes de lujo. Pero podríamosdecir que el centro de todo es Prado, un paseo arbolado de estilo europeo que los fines de semana se llena de artistas y en el que entre semana juegan los niños o transita la gente de camino a sus trabajos. El punto de encuentro de muchos cubanos es la llamada Esquina Caliente, cerca de la estatua de José Martí en el parque Central, donde siempre hay un grupo de locales discutiendo acaloradamente sobre béisbol. Evidentemente, no es una esquina, pero rememora al lugar donde se hacia antiguamente: una esquina del barrio del Vedado.

Vista aérea del Paseo del Prado, en Centro Habana.
Vista aérea del Paseo del Prado, en Centro Habana.Delphine Poggianti (Getty)

También tiene mucho sabor local el Bulevar, que en realidad es la calle peatonal San Rafael, cerca del hotel Inglaterra. Allí hay puestecillos y tiendas destartaladas de alimentación en la que se paga en pesos y recuerdan a la Cuba de los años 50. Y se respira nostalgia y aire vintage en el parque de la Fraternidad, donde docenas de viejos y fotogénicos auto­móviles utilizados como colectivos (taxis comunitarios) se congregan en torno al Capitolio, en el denominado coloquialmente parque Jurásico.

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Para evocar el ambiente africano hay que adentrarse en el peculiar callejón de Hamel, entre, por ejemplo, un caldero lleno de palos viejos (un nganga o altar de Palo Monte) o numerosas personas vestidas de blanco, los iyabós (iniciados de la santería). Este pasaje, pintado totalmente de vivos colores, es un centro de la cultura afrocubana y famoso por sus espectáculos gratuitos de tambores de rumba.

Centro Habana se asoma al mar en el Malecón, mítico espigón al que acuden los habaneros a pasear durante la puesta de sol, donde los pescadores echan sus cañas y los amantes se susurran palabras de amor mirando al mar.

Turistas y cubanos paseando por la plaza Vieja, en La Habana Vieja.
Turistas y cubanos paseando por la plaza Vieja, en La Habana Vieja.Roberto Machado Noa (Getty)

2. La Habana Vieja rehabilitada

La Habana Vieja es un gran imán para los viajeros. En una reconstrucción que parece eterna, desde los años 70 se han ido restaurando los edificios históricos más emblemáticos y se han creado proyectos sociales pione­ros dirigidos a la población local que han recibido premios internacionales. Paseando por estas calles históricas se encuentran verdaderas joyas, como el callejón de los Peluqueros: apenas cien metros de la calle Aguiar que el barbero local Papito y la Oficina del Historiador de la Ciudad han transforma­do en un proyecto de arte temá­tico. Además de su propia barbería, que acoge a su vez el museo Arte Corte, este pasaje cuenta con un estudio de arte, una tienda de ropa, restaurantes y una zona de juegos infantiles.

Otra local que todos los viajeros suelen fotografiar es la farmacia Taquechel, una antigua botica en la calle Obispo, restaurada en 1996. Museo farmacéutico y farmacia en activo a un tiempo, especializada en medicamentos homeopáticos. También es muy visitada la Casa de la Obra Pía, una antigua mansión noble española en la calle Mercaderes, convertida en museo y proyecto comu­nitario donde se venden tejidos elaborados allí mismo por trabajadores de una cooperativa. Esta calle, Mercaderes, es una de las más completas de la ciudad, con hoteles, museos, galerías, tiendas e incluso un cine educativo y un taller que fabrica papel de forma artesanal. Pero tal vez el rincón más bello sea la plaza Vieja, y no solo para turistas: los niños de una escuela juegan al aire libre o se sientan a leer bajo los inmensos portales ajenos al trasiego de los visitantes.

La iglesia, que jugó un papel decisivo en la antigua colonia española, sigue presente en la ciudad a través de edificios como la iglesia y monasterio de San Francisco de Asís (1608), convertida ahora (en parte) en un teatro infantil, o el colosal edificio de Nuestra Señora de Belén (del siglo XVIII), restaurado en los años 90 y destinado actualmente a un activo proyecto comunitario que incluye un centro para la tercera edad y un museo de la meteorología.

Cine 23 y 12, en el barrio de Vedado (La Habana).
Cine 23 y 12, en el barrio de Vedado (La Habana).tovfla (Getty)

3. La noche en Vedado

Tal vez haga falta un amigo cubano (o recomendaciones de locales) para sacar todo el partido a los célebres locales nocturnos de La Habana y a sus bares menos turísticos. Entre los muy conocidos (e imprescindibles) está la heladería Copelia, (calle 23 esq.calle L) en pleno barrio comercial, punto de encuentro local a pesar de los turistas. Pero hay otros menos visitados, como el café Fresa y Chocolate (en la calle 23), junto al Instituto de Cine Cubano y centro de reunión de jóvenes cinéfilos que incorporan fácilmente a cualquiera con ganas de hablar de cine.

El cine es importante en Cuba, y también sus cines. El mejor para conocer la activa cultura cinematográfica cubana es el cine Yara (calle 23 esq. calle L), y si preferimos el teatro, hay que ir al café teatro Bertolt Brecht (calle 13 esq. calle I) los miércoles por la noche. El Hurón Azul, sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) atrae a la intelectualidad local con sus espec­táculos de boleros sábado por la noche.

El rock también tiene locales de referencia en La Habana, como El Submarino amarillo (calle 17 esq. calle 6), bar con música en directo y un luminoso interior amarillo en honor a los Beatles, pero que acoge casi todo tipo de música. Y para los interesados en la moda, nada mejor que el café Cantante Mi Habana, un local de música en vivo y baile instalado en el Teatro Nacional (Paseo esq. calle 39), siempre abarrotado.

Una calle del barrio de Guanabacoa, en La Habana.
Una calle del barrio de Guanabacoa, en La Habana.byron howes_1 (Flickr)

4. Guanabacoa más allá de la santería

Casi ningún turista se adentra en Guanabaoa, un denso barrio que fue un pueblo indígena, más tarde un núcleo de resistencia y actualmente baluarte de la santería, motivo por el cual algunos viajeros se animan a explorarlo en busca de nuevas emociones. Es un lugar para conocer la verdadera Habana (diferente al centro de la ciudad) en lugares como el parque Martí, centro neurálgico del barrio, cuya iglesia esconde un bello interior barroco (generalmente cerrado). Aquí se rinde culto al héroe local, Pepe Antonio, batallador alcalde que lideró la resistencia contra el ejército invasor británico en 1762. Otro de los símbolos del barrio es el convento de Santo Domingo, sólido edificio barroco con 280 años de historia y estado muy descuidado que conserva en su interior la venerada imagen de la Virgen de la Candelaria.

Otro icono del barrio es el Liceo, club para escritores y artistas de larga historia convertido ahora en la Casa de Cultura Rita Montaner (Máximo Gómez, esq. Nazareno) donde se puede ver una exposición, un espectáculo en vivo o un trovador de paso. Fundada en 1861, aquí pronunció José Martí su primer discurso público en Cuba. Y entre las referencias históricas está la Ermita de Potosí, un pequeño santuario de 1675 considerado el edificio eclesiástico más antiguo de Cuba.

Una mansión neocolonial en la zona de Miramar, en La Habana.
Una mansión neocolonial en la zona de Miramar, en La Habana.W. Buss (Getty)

5. Senderos y cafés bohemios en Playa

Playa no es un barrio que aparezca en los itinerarios habituales para los turistas. Tal vez por eso guarda un montón de secretos por descubrir, como el parque Almendares, lugar sagrado para la santería al que acuden sus adeptos para dejar ofrendas rituales bajo los árboles. O como la Quinta Avenida, la vía principal de Miramar, que antes de la revolución era un barrio elegante y residencial lleno de mansiones. Sus propietarios huyeron a Estados Unidos y sus propiedades fueron requisadas y convertidas en embajadas y oficinas.

También en Miramar se encuentran ahora algunos de los mejores restaurantes y bares de la ciudad, como Espacios, un moderno bar de tapas y lounge chill-out en una gran casa unifamiliar; para encontrarla habrá que preguntar por el barrio, no está señalizada. En Miramar hay dos cafés Fortuna, ambos bastante extravagantes, pero solo uno tiene el añadido de “Joe”. El Fortuna (calle 24 esq. av. 1, Miramar) en cuestión está en­caramado sobre el restaurante El Pa­lio, en la avenida 1, y dentro el viajero podrá disfrutar del mejor café de La Habana en alguno de sus singulares reservados, como un carruaje de caballos, un barco y hasta un retrete. Otra de las referencias del barrio es La Fontana, probablemente el mejor asador de la ciudad. Se aloja tras unos altos muros en una enmarañada zona de cuadriculadas calles, pero una vez dentro sus grandes filetes, el ceviche y su atractivo lounge hacen pensar que las privaciones de los años noventa nunca existieron.

El Salón Rosado Benny Moré (conocido coloquialmente como El Tropical) es un bastión de música en vivo y clientela local y más bien joven. Mientras los turistas pagan más de 75 pesos cubanos (60 euros) por entrar al cercano Tropicana, los cubanos disfrutan de los mejores intérpretes de salsa por solo un peso (80 céntimos) en un espacio al aire libre, más abarrotado y algo más básico. Don Cangrejo representa la diversión del viernes por la noche en Miramar. El restaurante del Ministerio de Pesca se convierte en el epicentro de la fiesta, con música en vivo al aire libre (grandes figuras) y un ambiente de baile univer­sitario.

Tres banistas en una playa de Guanabo, en Playas del Este (Cuba).
Tres banistas en una playa de Guanabo, en Playas del Este (Cuba).Ph.Giraud (Getty)

6. Playas del Este

Escenario ideal para conocer a veraneantes cubanos –al margen de turistas foráneos–, estas playas extienden (casi ininterrumpidamente) a lo largo de 15 kilómetros al este de La Habana desde Bacuranao hasta Guanabo. Y aunque no tienen el ambiente de Varadero y sus resorts, son perfectas para descubrir otros aspectos y ambientes de la sociedad cubana. Playas como Bacuranao y Tarará, que acoge uno de los puertos depor­tivos de La Habana, cuentan con bungalós vacacio­nales de los años 60 a los que acuden, especialmente, los amantes locales del kitesurf, que conocen bien sus olas oceánicas.

Más populares son El Mégano, lo suficientemente apartada y a salvo del reguetón que se escucha más al este, o la playa Santa María del Mar, pro­tegida por dunas bajas y sombreada por algún que otro grupo de palmeras, que alberga los tres principales hoteles de Playas del Este. En su extremo oriental, tras la dunas, alberga una excelente sorpresa: la laguna Itabo, un pequeño y pantanoso lago rodeado de manglares frecuentado por cubanos e ideal para avistar aves acuáticas. O Boca Ciega, con un sistema dunar de mayor altura y que desde los años noventa ejerce como la playa gay no oficial de La Habana. El final de la costa es Guanabo, una animada po­blación nada elegante, pero muy animada y auténticamente cubana.

Plaza del Cristo, en La Habana.
Plaza del Cristo, en La Habana.P. BAUDRY (Getty)

7. Plaza del Cristo

En cuestión de pocos años, la antaño ignorada “quinta plaza” de La Habana Vieja se ha convertido en el lugar más candente, gracias a sus innovado­res bares y tiendas y conciertos ocasionales. Aun así, al estar algo apartada del centro histórico no se ha beneficiado aún de una reforma exhaustiva, lo que también, a cambio, forma parte de su encanto.

Exterior del restaurante Los Nardos (edificio verde de la izquierda), en La Habana Vieja.
Exterior del restaurante Los Nardos (edificio verde de la izquierda), en La Habana Vieja.Patrik Bergström (Getty)

8. Los Nardos

Un secreto a voces frente al Ca­pitolio, en La Habana Vieja, Los Nardos (paseo de Martí 563) es un restaurante semiprivado ges­tionado por la Sociedad Asturiana. Su exterior no resulta muy prometedor, pero la decora­ción en cuero y caoba y los genero­sos platos en su interior demuestran lo contrario. En algunos barrios lo publicitan como uno de los mejores restaurantes económicos de la ciudad.

Mercadillo de libros en la plaza de Armas, en La Habana Vieja.
Mercadillo de libros en la plaza de Armas, en La Habana Vieja.Alan Copson (Getty)

9. Mercado de libros bajo los árboles

Este veterano mercado se instala casi todos los días –salvo cuando llueve o en los festivos más señalados– bajo las frondosas ramas de la plaza de Armas, en La Habana Vieja. Cuenta con ejemplares antiguos, nuevos y raros, incluidas obras de Hemingway, poesía erudita y numerosos discursos de Fidel.

Restaurante La Terraza, en Cojímar, cerca de La Habana.
Restaurante La Terraza, en Cojímar, cerca de La Habana.Dennis Jones (Getty)

10. Cojímar

Esta pequeña localidad portuaria, 10 kilómetros al este de La Habana es fa­mosa por ser el lugar donde estaba amarrado El Pilar, el barco de pesca de Hemingway, en los años 40 y 50 del siglo pasado. Hoy es una escala casi de rigor en cualquier circuito sobre el escri­tor estadounidense, aunque los grupos de turistas vienen sobre todo a visitar el histórico restaurante La Terraza, donde don Ernesto solía tomar daiquiris.

Vista de la Iglesia y Convento de Nuestra Senora del Carmen (a la izquierda), en La Habana.
Vista de la Iglesia y Convento de Nuestra Senora del Carmen (a la izquierda), en La Habana.Jane Sweeney (Age fotostock)

11. Convento e iglesia del Carmen

Este conjunto luce un alto cam­panario que domina el horizonte de Centro Habana y está coronado por una colosal estatua de Nues­tra Señora del Carmen, pero los verdaderos tesoros residen en su interior: magníficos azulejos de estilo sevillano, un retablo dorado, tallas de madera barrocas y curvilíneos frescos. Curiosamente, el templo es bastante reciente: se construyó en 1923, para alojar a la orden carmelita.

Detalle del café librería Cuba Libro, en La Habana.
Detalle del café librería Cuba Libro, en La Habana.

12. Cuba Libro

Café, librería, proyecto comunita­rio comprometido socialmente y lugar idóneo para que los cubanos interactúen con los extranjeros; Cuba Libro (calle 24 esq. calle 19;) son muchas cosas a la vez. Aunque algo alejado de los principales puntos de interés, este rincón es perfecto para descubrir una parte de La Habana que pasa desapercibida. Lo mejor es pedir un zumo o un café y sumarse a la conversación.

Coco taxis delante del cine Yara, en Vedado (La Habana).
Coco taxis delante del cine Yara, en Vedado (La Habana).Patrick Syder (Getty)

13. El Vedado LGBTI

El núcleo gay se concentra en un triángulo de calles del oeste del Vedado. El cruce de la calle 23 y el Malecón es desde hace tiempo un punto de encuentro gay, así como el entorno del cine Yara y el parque de Coppelia, situado enfrente. En las inmediaciones hay también clubes frecuentados por público LGTBI que organi­zan espectáculos de drag queens.

Para cenar se puede acudir a Toke Infanta y 25 (calzada de la Infanta esq. calle 25), que goza de una amplia clientela LGTBI debido a su cercanía con un par de clubes. Bien situado entre los magullados edificios de la calzada de la Infanta –en el vértice del Vedado y Centro Habana–, sus modernos neones, exquisitos tonos de color, hambur­guesas baratas y brownies atraen a habaneros (y turistas) enamorados.

Vistas del centro de La Habana desde el barrio de Regla.
Vistas del centro de La Habana desde el barrio de Regla.Yoko Aziz (Age fotostock)

14. Habana sin turistas en Regla

Este es un barrio sobre todo de clase obrera, casi libre de es­tablecimientos para turistas. El via­jero puede pasear por la calle Martí y contemplar La Habana desde una perspectiva radicalmente distinta: desde una zona donde todavía circulan asmáticos Ladas, sobreviven decrépitas tiendas y la cultura gastronómica que parece anclada en 1995.

Paseantes en la calle Obispo, en La Habana Vieja.
Paseantes en la calle Obispo, en La Habana Vieja.Angelo Cavalli (Age fotostock)

15. Calle Obispo

Esta estrecha y concurrida calle es la principal arteria de comunicación de La Habana Vieja, repleta de galerías de arte, tiendas, bares musicales y... gente.

Edificios de cuatro y cinco plantas bloquean gran parte de la luz solar y las riadas de transeúntes parecen moverse al son de la música en vivo que sale de todos los bares.

Más información en la nueva guía La Habana de cerca de Lonely Planet y en www.lonelyplanet.es

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