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12 lugares de la Comunidad Valenciana que me enamoraron

Tres provincias mediterráneas, pero cada una con sus peculiaridades. Aquí va una docena de lugares imprescindibles para ver si viajas por la Comunidad Valenciana

Castillo del Papa Luna en Peñíscola (Castellón)
Castillo del Papa Luna en Peñíscola (Castellón)Jacopo Werther (Wiki Commons)
Paco Nadal

Morella (Castellón)

Morella.
Morella.Ángela Llop (Wiki Commons)

Además de por sus fiestas sexenales, Morella es famosa por su castillo, que compone una visión sobrecogedora cuando lo ves a lo lejos, viniendo por la carretera de Vinarós. Si te dicen que acabas de llegar a la Tierra Media, te lo crees. El recinto amurallado corona una montaña puntiaguda y en torno a él se despliega el casco urbano monumental, que se adapta como un guante a las irregularidades y los escarpes de la montaña. Morella es la capital de la comarca de Els Ports y una de las ciudades más atractivas del arco mediterráneo.

Peñíscola (Castellón)

Peñíscola.
Peñíscola.Rastrojo (Wiki Commons)

Otra de las grandes y más fotogénicas fortalezas valencianas. Además de ser el mayor recurso turístico de una de las poblaciones veraniegas más conocidas de la provincia de Castellón, el castillo fue el lugar donde se refugió Benedicto XIII, el Papa Luna, en un confuso momento para la cristiandad en el que llegó a haber tres Papas. Construido por la orden del Temple, el castillo llegó a albergar una de las mejores bibliotecas de Europa.

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El Alto Palancia (Castellón)

Embalse del Regajo, en el Alto Palancia.
Embalse del Regajo, en el Alto Palancia.Millars (Wiki Commons)

La provincia de Castellón esconde parajes de media montaña que resumen las esencias del paisaje mediterráneo característico de la Comunidad Valenciana: bosques de pino, macizos calcáreos, pequeñas aldeas de adobe y teja moruna, arroyos que juguetean entre peñascos escoltados por álamos, sauces y chopos y un rico patrimonio histórico en el que son visibles las huellas íberas, romanas, árabes y, sobre todo, mudéjares. Un buen ejemplo de ello es la cabecera del río Palancia, un valle escondido entre la últimas estribaciones del sistema Ibérico y la costa mediterránea. Una comarca tranquila y apacible que sin embargo ocupó un lugar estratégico en las comunicaciones entre Valencia y el reino de Aragón. Segorbe es su capital y principal centro de servicios.

Penyagolosa (Castellón)

Penyagolosa.
Penyagolosa.Manel (Flickr)

Por su altura (1.814 metros) y por su cercanía al mar (unos 60 kilómetros), el macizo de Penyagolosa goza de unas características especiales que lo han convertido en una especie de microcosmos de flora, diferente a otras cadenas calcáreas del litoral mediterráneo. Su cima, con paredes que se precipitan 200 metros en vertical, es uno de los destinos favoritos para los amantes de la escalada en la región. En verano, la oficina del parque natural organiza excursiones guiadas aptas para todos los públicos que tienen como destino lugares como el barranco de la Pegunta, la Font del Pleit, el ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa o las trincheras de la loma Belart. Hay incluso programadas subidas nocturnas al pico Penyagolosa.

La Albufera (Valencia)

La Albufera (Valencia).
La Albufera (Valencia).Marcela Escandell (Wiki Commons)

La Albufera es una de las principales lagunas litorales del Mediterráneo y antaño motor de la economía pesquera de la comarca. Por desgracia, el lago ha ido reduciendo paulatinamente su tamaño hasta los seis kilómetros de diámetro actuales (a finales del siglo XIX ocupaba tres veces más). Los arrozales, importantes también para la economía local, han ido colmatando la laguna. Una barrera de dunas arenosas la separa del mar. Aunque ya no hay tantas velas latinas ni tantas perchas como cuando Blasco Ibáñez reflejó el costumbrismo de sus riberas en Cañas y barro, la Albufera sigue siendo la gran reserva natural y rural a las puertas de la gran ciudad, donde ir a comer un arroz y anguila los fines de semana.

Un paseo en bici por el río (Valencia)

Jardines del Turia (Valencia).
Jardines del Turia (Valencia).Thelmil (Pixabay)

Valencia es perfecta para desplazarse en bicicleta: es llana y tiene casi siempre buen clima. Muchos ciudadanos la emplean como medio de transporte local. Si vas de visita, uno de los mejores paseos en bici lo tienes por los Jardines del Turia, el increíble (y alargado) pulmón de la ciudad. Se trata del antiguo cauce del río, desviado hace décadas para evitar riadas, y se ha reconvertido en zona verde tras muchas polémicas y luchas vecinales (en principio estaba pensado meter por ahí las vías rápidas de circunvalación de la ciudad). Un verdadero pasillo verde que recorre todo el casco urbano a lo largo de 10 kilómetros y que ya lo quisieran para sí muchas ciudades. Se pueden alquilar las bicis en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, ubicada en uno de los extremos del cauce.

El castillo de Xátiva (Valencia)

Castillo de Xàtiva.
Castillo de Xàtiva.Joan Banjo (Wiki Commons)

La Comunidad Valenciana es también –aunque muchos no lo sepan- tierra de castillos. Fortalezas increíbles como las de Novelda, Sagunto, Sax o Villena. Uno de los más espectaculares y de los de mayor raigambre histórica es el de Xátiva. Sobre este espolón calizo que domina la ciudad hubo ya un fortín íbero y luego otro romano. Como tantos otros, el castillo de Xátiva acabó hecho una ruina  (en manos privadas), pero al pasar a depender del Ayuntamiento se rehabilitó por completo. Tiene un buen restaurante a la entrada en el que probar un genuino arroz al horno de Xátiva, el delicatesen local.

Mercado Central (Valencia)

Mercado Central de Valencia.
Mercado Central de Valencia.Mónica Torres

No es ningún descubrimiento, pero Valencia capital cuenta con uno de los mercados minoristas más bellos, grandes y bien abastecidos de España. Desplegado bajo las cúpulas de hierro y cristal de un gran edificio modernista, el Mercado Central es un deleite para los sentidos. Se puede encontrar de todo, desde anguilas vivas a jengibre, pasando por toda la rica variedad de verduras y hortalizas de la huerta valenciana, pescados, mariscos, salazones. Un lugar para ir de compras o simplemente para pasear y tomar el aperitivo.

Valles de la Marina Alta (Alicante)

Vista del barranco del Infierno, en el valle de Ebo.
Vista del barranco del Infierno, en el valle de Ebo.Joan Banjo (Wiki Commons)

A veces basta con separarse unos pocos kilómetros de los lugares transitados para descubrir pequeñas joyas ocultas. Eso pasa en la costa alicantina: si desde Denia dirigimos nuestros pasos hacia el interior, en dirección a Pego, en apenas media hora de viaje en coche sentiremos que hemos atravesado el túnel del tiempo. Un estrecho congosto de roca y palmeras da acceso a los tres valles de la Marina Alta: Gallinera, Alcalá y Ebo, último reducto morisco de Alicante. Un paisaje de otro tiempo a solo unos kilómetros de las urbanizaciones playeras. Huertas y azarbes, almunias y acequias, aldeas blancas de callejuelas frescas, palmerales y campanarios que despuntan sobre la techumbre de adobe de las casas morunas. La cara más costumbrista de la provincia de Alicante.

Tabarca (Alicante)

Tabarca.
Tabarca.Jesús Císcar

Podría ser una ínsula barataria o un refugio de piratas. Porque algo de las dos tiene aunque “…no es movible ni fugitiva, tiene raíces tan hondas, echadas en los abismos de la tierra, que no la arrancarán ni mudarán de donde está a tres tirones…”, como la isla de Sancho Panza. Pese a su perfil llano y abierto (los romanos la llamaron Planaria, isla plana) fue refugio de piratas berberiscos hasta el siglo XVIII. Tabarca es la única isla habitada de la Comunidad Valenciana y objeto de deseo de miles de turistas cada verano por su cercanía y facilidad de acceso desde Alicante o Santa Pola. La calidad y riqueza de las aguas transparentes azul-verdosas que rodean Tabarca y sus islotes satélites —La Cantera, La Galera y la Nao— merecieron la declaración de Reserva Marina en 1986.

Altea (Alicante)

Altea.
Altea.Phillip Capper (Wiki Commons)

Podría optar con éxito al título de localidad más bonita de la Costa Blanca. Situada en la comarca de la Marina Baixa, Altea es una de las pocas ciudades costeras de la Comunidad Valenciana que supo conservar un tanto de sabor añejo y un mucho de construcciones tradicionales en su casco antiguo. La vieja Altea, encaramada en un cerro, es el referente artístico y cultural de toda la comarca. Vista de lejos es como un compacto mar de paredes blancas y tejas morunas que parece abrazar la montaña. En las noches de verano, carentes de tráfico (el coche hay que dejarlo fuera), las calles empinadas de esta vieja Altea se transforman en el escenario de lo que debió ser un pueblo costero mediterráneo.

Castillo de Guadalest (Alicante)

Castillo de Guadalest (Alicante).
Castillo de Guadalest (Alicante).Joan Banjo (Wiki Commons)

La puerta de San Josep, excavada en la roca, da paso a la única calle de este pueblecito de la montaña alicantina, uno de los más visitados de toda la Comunidad. Guadalest sorprende por todo: por su emplazamiento casi imposible, por lo genuino de su ambiente y porque los vecinos lo han preservado de modernidades que habrían arruinado su estampa rural. En tan reducido espacio de una sola calle caben el Ayuntamiento, la casa de los Orduña (antiguos señores feudales), hoy reconvertida en museo municipal, la iglesia parroquial y el pequeño cementerio. Lo que rodea el enclave no es menos vistoso. El valle de Guadalest guarda toda la esencia del valle morisco, con sus palmerales, sus acequias y sus huertas feraces.

Esta noticia, patrocinada por Turismo de la Comunidad Valenciana, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.

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