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Albacete, vivero de humoristas

Joaquín Reyes es el mentor de una serie de brillantes cómicos locales. La ciudad manchega, afable y divertida, cuenta con atractivos como el Pasaje de Lodares o la Casa del Hortelano

Interior del Teatro Circo de Albacete, de 1887.
Interior del Teatro Circo de Albacete, de 1887.

Atormentada tradicionalmente por su condición de ciudad de paso, un enclave a medio camino entre la meseta y el litoral levantino, Albacete a veces sufre un problema de autoestima ante sus visitantes. “Aquí está la zona de la catedral, y aquí la zona de tapeo. El resto es ciudad residencial”, le indica el recepcionista de un hotel a un viajero que contempla el plano con gesto apesadumbrado. Pero tal diagnóstico resulta parcial y, sobre todo, injusto. No importan las contradicciones: afable, divertida y coqueta, además de cuna de los últimos genios del humor (Joaquín Reyes, Pablo Chiapella, Ernesto Sevilla, Raúl Cimas), este enclave interior de 170.000 habitantes da para 24 horas con mucho juego.

10.00 Parque con museo

La mejor opción para empezar la jornada es un buen paseo por el parque de Abelardo Sánchez (1), muy céntrico, apacible y hermoso, el más grande (12 hectáreas) de cuantos conocen las geografías urbanas castellano-manchegas. Y en su extremo sureste alberga el Museo de Albacete (2), edificio funcional que bien merece una visita. Repasa la historia albacetense desde los primeros asentamientos íberos (el recepcionista aquel haría bien en darse una vuelta) e incluye curiosidades como un mosaico romano medio chamuscado, posiblemente por algún incendio.

El Pasaje de Lodares, galería comercial de 1925, en Albacete.
El Pasaje de Lodares, galería comercial de 1925, en Albacete.Juan José Pascual (Agefotostock)

12.00 Aproximación a la bohemia

Si desde el museo abandonamos el parque por la calle del Arcángel San Gabriel, podremos detenernos en el joven Café del Sur (3) (plaza de San Felipe Neri, 4), a tres minutos apenas, uno de los locales más vivaces y encantadores del nuevo Albacete. A las puertas del barrio de Parque Sur, el lugar no es tanto un mero establecimiento como un punto de encuentro para intelectuales, escritores y bohemios varios. Tras la parada, bordeemos Abelardo Sánchez para adentrarnos en el cogollo central a través de Tesifonte Gallego (4), una de las grandes vías comerciales y, sobre todo, un muestrario de arquitectura civil con muchísimo encanto. El palacete de la Diputación Provincial, el Casino o el Colegio de Notarios evocan aquel Albacete señorial y próspero de un siglo atrás, con ribetes modernistas y neoclásicos. Una ciudad en la que las últimas casas huertanas convivían con los comerciantes y hombres de negocios. A medio camino, al tomar hacia la izquierda el cruce con la calle del Tinte, se nos ofrece el Pasaje de Lodares (5), el único lugar del todo ineludible del municipio, un rincón que, con justicia, subrayan todas las guías. Se trata de un proyecto de 1925 del arquitecto valenciano Buenaventura Ferrando Castells, una galería de comercios y viviendas que ocupa una manzana justa, un centenar de metros. Pero tan curvilínea y hermosa que apetece recorrerla de un extremo a otro varias veces, para curiosear sus balcones y cúpula desde todas las perspectivas.

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14.30 Biblioteca y vino

Con los pies ya ligeramente cansados, curioseemos un poco más hacia el este en busca del Depósito del Sol (6), un precioso vestigio de la llegada de las nuevas canalizaciones de agua potable a principios del siglo XX, hoy reconvertido en biblioteca municipal. A pocos pasos hacia el sur podemos hacer escala técnica en Catacaldos (7) (Padre Pascual Suárez, 2). Ofrecen por copas más de 100 vinos diferentes de todas las denominaciones posibles. Para dar y probar.

Molino de agua en el Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, en Albacete.
Molino de agua en el Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, en Albacete.

16.00 Una relojería de ayer

La plaza Mayor de Albacete (8) nos sirve como punto de partida para callejear por el cogollo central. La calle Mayor, a mano derecha, es el típico eje comercial y de paseo. Y la de Zapateros, a la izquierda, tiene el encanto de lo vetusto: viejos luminosos de “Gran variedad en tapas” o “Cena económica”, o la señorial y añeja Relojería Pastor. En algunos rincones albaceteños los niños que hoy rondan el medio siglo pueden sentirse dando un paseo por su infancia.

17.00 Los azulejos verdes

Toca enfilar en dirección norte hacia las dos plazas emblemáticas de la ciudad, la de la Catedral (9) y la del Altozano. La catedral, en origen parroquia de San Juan Bautista, terminada en 1949 en un estilo ecléctico, hace bien en presumir de los casi un millar de metros cuadrados pintados hace medio siglo por un sacerdote y artista de la provincia, Casimiro Escribá (1898-1982), que utilizó en su gigantesca obra la técnica del óleo sobre soporte de lienzo adherido al muro. Pero la auténtica joya local, una preciosidad ecléctico-modernista que celebró hace poco su primer centenario, es la Casa del Hortelano, que hoy alberga el Museo de la Cuchillería (10), edificio de 1916 obra del arquitecto Daniel Rubio. Y por los tres euros de la entrada aprendes cómo se fabrican las navajas, esas que todos nuestros padres compraban de souvenirs. En la plaza del Altozano, donde el añejo cine Capitol hoy es Filmoteca y cuyas tripas albergan un refugio antiaéreo de la guerra, el antiguo Ayuntamiento sirve como sala de exposiciones. Y el Gran Hotel nos retrotrae a aquel Albacete cuco y modernista.

javier belloso

19.00 Tres siglos de feria

Toca caminar para apurar la tarde. En el extremo oeste, el recinto ferial (11) (de finales del siglo ­XVIII, con sucesivas reformas y ampliaciones, y buena muestra de la arquitectura popular manchega) queda a trasmano pero es de visita obligada. Aunque sea por fuera: solo abre durante las gloriosas fiestas locales, que en septiembre son garantía de jarana. Los martes por la mañana hay mercadillo alrededor de la feria. Una sugerencia. En vez de regresar al centro por la calle de la Feria, caracoleemos hacia el sur hasta dar con la calle del Doctor Collado Piña. El Estudio de Arte Pablo Alfaro (12) (con exposiciones en sus escaparates), la galería La Lisa (13) y Nemo (14), la deliciosa librería que regentan Mortimer y María, le han dado mucha vidilla.

21.30 Cena y trajes de luces

La zona de la calle de Tejares es ideal para acabar la jornada con un buen condumio y algún néctar fresquito para la garganta. Y, entre todos los posibles, un enclave singularísimo es El Callejón (15), restaurante en varias plantas y 11 estancias que constituye un museo de la tauromaquia único en España. Por sus paredes, ocupadas hasta el último centímetro cuadrado, se agolpan casi 10.000 carteles, trajes de luces y documentos históricos como las fotos de Manolete en su último día de vida. La experiencia gastronómica incluye cordero, rabo de toro o alubias estofadas.

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