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11 razones para viajar a Canadá

De parques nacionales alucinantes a ciudades tan atractivas como Vancouver, ruta por el país norteamericano que celebra el próximo año su 150 aniversario

Panorámica del lago Moraine, en el parque nacional de Banff, en Alberta (Canadá).
Panorámica del lago Moraine, en el parque nacional de Banff, en Alberta (Canadá). Westend61 (Getty)

Canadá ha sido elegido por la comunidad de expertos viajeros de Lonely Planet como el mejor destino para viajar en 2017. Hay muchas razones obvias –parques nacionales alucinantes, paisajes casi vírgenes, las interesantes ciudades de su costa Este– pero, sobre todo, será el gran año de Canadá porque celebra su 150 aniversario como confederación y lo hará con un amplio programa de actos conmemorativos concentrados, especialmente, en torno al 1 de julio, día nacional de Canadá.

En el segundo país más grande del mundo (en extensión) sobran los atractivos viajeros, por lo que escogemos ahora 11 de los más imprescindibles.

Ruta en kayak por el lago Emerald, en el parque nacional de Yoho (Canadá).
Ruta en kayak por el lago Emerald, en el parque nacional de Yoho (Canadá).Nicolas Kipourax Paquet (Getty)

Aventura en las Rocosas

El perfil que dibujan estas blancas montañas a ambos lados de la frontera entre Alberta y la Columbia Británica inspira respeto y deseo de aventura. En esta vasta cordillera se extienden hasta cuatro parques nacionales –Banff, Yoho, Kootenay y Jasper– con muchas oportunidades para hacer excursionismo, kayak y, por encima de todo, esquí. El tren facilita el recorrido. Son parques de belleza espectacular y paisajes casi intactos: luminosos lagos, flores silvestres y glaciares que se ven pasar mientras los vagones de acero traquetean por los pasos montañosos y recorren valles fluviales de camino a los puntos más poblados del este o el oeste del país.

Vista de la ciudad canadiense de Vancouver y, a la izquierda, el Stanley Park.
Vista de la ciudad canadiense de Vancouver y, a la izquierda, el Stanley Park.Allan Baxter (Getty)

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Vancouver, calidad de vida

Esta ciudad de la Columbia Británica, en la costa del Pacífico, siempre figura en los ránkings de los mejores lugares para vivir de planeta. Y por algo será. Vancouver es una animada fusión de culturas (y cocinas) de Asia, pero además es una ciudad rodeada por un magnífico paisaje marino, montañas aptas para practicar esquí, 11 playas en torno a su núcleo y el espeso bosque lluvioso de Stanley Park a solo unas manzanas de los rascacielos del centro urbano. En conjunto, una armoniosa unión de ciudad y naturaleza que se mezcla con algo del encanto de Hollywood (aquí se ruedan muchas películas estadounidenses), con una animada actividad contracultural (de una popular playa nudista a la sede política del Marijuana Party) y con los bulliciosos barrios asiáticos.

Sin temor a exagerar, se puede decir que la cercana isla de Vancouver lo tiene todo. La preciosa Victoria, de interesante escena cultural, es su corazón, con tiendas bohemias, cafés con suelos de madera y un pasado inglés de aficionados té. La bucólica reserva nacional de Pacific Rim se recorre siguiendo el West Coast Trail, donde un océano azotado por el viento se junta con impresionante naturaleza virgen y los surfistas hacen cola para disfrutar de las olas. Luego está el valle del río Cowichan, salpicado de pequeñas y acogedoras granjas y bodegas, muy apreciado por los paladares curiosos.

Las cataratas del Niágara, en Ontario (Canadá).
Las cataratas del Niágara, en Ontario (Canadá).Jane Sweeney (Getty)

El bello estruendo del Niágara

Catorce millones de personas visitan las cataratas del Niágara, de día o de noche, en cualquier época del año. Incluso en invierno, cuando el flujo de agua de las orillas queda parcialmente oculto por el hielo… Estos potentes saltos de agua son uno de los espectáculos naturales más visitados del mundo. Abarrotadas de turistas y comercializadas en exceso, las del Niágara son, sin embargo, cataratas de escasa altura: apenas figuran entre las 500 de mayor caída del mundo. Pero cuando se ven esas enormes y poderosas cortinas de agua curvarse sobre el precipicio y caer con un ensordecedor rugido al vacío, impresionan. Equivalen a más de un millón de bañeras de agua despeñándose cada segundo.

Las cataratas son una falla tectónica natural entre Ontario y el estado de Nueva York. En el lado canadiense, las cascadas más espectaculares son las poderosas Horseshoe Fall, que se precipitan en el estanque Maid of the Mist Pool. A unos pocos metros, desde Table Rock, se pueden ver de forma espectacular las cascadas.

Escaleras de acceso un mirtador en Cabot Trail (Canadá).
Escaleras de acceso un mirtador en Cabot Trail (Canadá).Picasa (Getty)

Aires celtas en Nueva Escocia

Por el famoso Cabot Trail se llega a los alrededores de uno de los parques más espectaculares de Canadá. Los 300 kilómetros de este sendero serpentean y suben por montañas costeras, con imponentes vistas al mar en cada curva y la posibilidad de contemplar ballenas que asoman frente a la costa, alces a los lados de la carretera y numerosos itinerarios alternativos para desviarse y explorar a pie. La zona además está salpicada de comunidades celtas y acadias, y en los pubs locales suena su rítmica música de violines.

Un tercio del Cabot Trail transcurre dentro del inmenso Cape Breton Highlands National Park, fundado en 1920, la joya natural de las islas de Nueva Escocia.

Un tráiler circulando por la Trans-Canadá Highway, a su paso por el parque nacional de Banff, en las montañas Rocosas.
Un tráiler circulando por la Trans-Canadá Highway, a su paso por el parque nacional de Banff, en las montañas Rocosas.georgewinstonlee (iStock)

Trans-Canada Highway, carretera infinita

Es la carretera más larga del mundo y la principal arteria de Canadá, un cinturón de asfalto de más de 7.800 kilómetros desde St John’s, en Terranova, la ciudad más antigua de Canadá, hasta Victoria, en la Columbia Británica. En su recorrido atraviesa casi todos los principales lugares de interés del país. Por ejemplo, el parque nacional de Gros Morne; la isla de Cape Breton, la ciudad de Quebec, los parques nacionales de Banff y Yoho, en las Rocosas, así como urbes tan interesantes como Montreal y Vancouver. La mayoría de los que viajan por carretera tardan más de un mes en conducir de costa a costa, así que, una vez llenado el depósito y sintonizada la radio, solo queda pisar a fondo.

Panorámica nocturna de la ciudad de Quebec, con el Château Frontenac en lo más alto.
Panorámica nocturna de la ciudad de Quebec, con el Château Frontenac en lo más alto.Philippe Renault (Getty)

Las murallas canadienses

Quebec es la única ciudad amurallada de América al norte de México. La capital del estado de Quebec tiene más de cuatrocientos años de antigüedad y sus muros de piedra, sus catedrales culminadas por agujas y sus cafés con jazz en directo dan un ambiente romántico, melancólico y sugerente a esta urbe, comparable a cualquier ciudad europea. La mejor forma de captar su espíritu es pasear por las laberínticas callejas del casco antiguo y perderse entre artistas callejeros, cafés au lait, pasteles hojaldrados o un rebosante plato de poutine: patatas fritas cubiertas de requesón y salsa.

En Quebec está el Château Frontenac, el hotel más fotografiado del mundo, construido en 1893 por la Canadian Pacific Railway como parte de su cadena de lujo. Fue aquí donde Mackenzie, Winston y Roosevelt comenzaron a planear el día clave de la Segunda Guerra Mundial, el desembarco de Normandía, y la visita se puede redondear después degustando los productos de las granjas locales en el Marché du Vieux-Port.

Plaza Jacques Cartier, en Montreal (Canadá).
Plaza Jacques Cartier, en Montreal (Canadá).David Chapman (Getty)

Montreal, capital cultural

Es la segunda ciudad más grande de Canadá y su capital cultural; también la única genuinamente bilingüe en todo el continente norteamericano. Pero si hay algo que hace a Montreal irresistible es su mezcla de vitalidad y dinamismo cosmopolita de inspiración francesa. Cuenta con una interesante escena artística, una explosión de rock indie, así como una combinación de hoteles boutique, restaurantes elegantes y ambiente parisiense en las terrazas de su Quartier Latin. El Viejo Montreal es la parte más antigua de la ciudad y un laberinto de callejuelas adoquinadas sinuosas que nos hacen pensar que estamos en Europa: hay una basílica, la de Notre Dame, una plaza repleta de cafés y restaurantes, la de Jacques Cartier, y un viejo puerto que se ha convertido en parque y zona recreativa. B.B. King, el ya desaparecido Prince y Astor Piazzolla son algunas de las figuras que han actuado en el Festival de Jazz de Montreal, que se celebra durante 11 días a finales de junio.

Tormenta en las grandes llanuras de Manitoba, en Canadá.
Tormenta en las grandes llanuras de Manitoba, en Canadá.NZP Chasers (Getty)

Solitarias praderas en Manitoba

La soledad reina en el territorio central de Canadá. Si atravesamos las llanuras de Manitoba, Saskatchewan y Alberta nos encontraremos trigo, más trigo, y después, otra vez trigo, quizá salpicado por ocasionales silos de cereales que se elevan contra el horizonte. Estamos en las grandes praderas centrales, cubiertas por cielos enormes donde las tormentas se divisan a kilómetros de distancia. Un paisaje sin pretensiones que reserva experiencias únicas, como deleitarse observando osos polares, esturiones y hasta una fortaleza antigua en la inaccesible ciudad subártica de Churchill.

También se puede recorrer a pie (o remando) el mejor escenario natural de Manitoba, el parque nacional de Riding Mountain; disfrutar del ocio urbano al estilo de la pradera en la sofisticada y artística Winnipeg –ciudad de donde procede el personaje infantil Winnie the Pooh–, desmelenarse en el festival country más antiguo de Canadá al norte de Riding Mountain.

Villa vikinga de Norstead, en L'Anse-aux Meadows (Canadá).
Villa vikinga de Norstead, en L'Anse-aux Meadows (Canadá).Rolf Hicker (Getty)

El camino vikingo de Terranova

El Viking Trail, también llamado Ruta 430, conecta dos puntos declarados patrimonio mundial en Terranova, en la Northern Península: el parque nacional de Gros y la casa de Leif Eriksson. En un extremo, en la base, encontramos el Gros Morne, con sus lagos similares a fiordos y sus extravagancias geológicas, mientras que en la punta de la península se asoma el recuerdo vikingo de la casa de Leif Eriksson, en L’Anse aux Meadows, de mil años de antigüedad.

La carretera es una atracción por derecho propio, siempre pegada al mar mientras avanza resuelta hacia el norte, pasando junto a los antiguos terrenos funerarios de Port au Choix y al embarcadero del ferri que conduce al Gran Labrador. Muchos turistas centran su viaje a Terranova en esta península, así que conviene reservar con antelación durante los meses de verano. Se tarda unas cinco o seis horas en realizar esta ruta. Hay pocos pueblos o puntos de abastecimiento en el camino, así que conviene tenerlo en cuenta.

A los europeos le llaman mucho la atención los restos de la colonia costera vikinga que fue fundada 500 años antes de la llegada de Colón. Aunque quedan solo algunas ruinas, es uno de los grandes centros históricos del país.

Un oso polar en la Isla de Baffin, en Nunavut (Canadá).
Un oso polar en la Isla de Baffin, en Nunavut (Canadá).John E. Marriott (Getty)

Isla de Baffin

SI a una extensión natural sin árboles, recubierta de hielo y azotada por un tiempo implacable le añadimos unos cuantos osos polares y una comunidad de aborígenes que han logrado dominar el territorio que ningún extranjero pudo colonizar… tendremos Nunavut, una parte de los Territorios del Noroeste y la zona más grande y menos poblada de Canadá. No es fácil llegar hasta aquí y todavía más difícil es alcanzar la región de Baffin, la constelación de islas situadas al este de Nunavut y el Ártico.

Desolado y brutal hogar de los inuit, la isla de Baffin alberga montañas que rozan las nubes y a la mitad de la población de Nunavut. La joya de la isla es el parque nacional de Auyuittuq, cuyo nombre significa “la tierra que nunca se derrite” y, de hecho, glaciares, fiordos y acantilados de vértigo dominan su extensión oriental. Es uno de los lugares más increíbles del mundo, con picos irregulares y tremendos acantilados que son un atractivo irresistible para senderistas, alpinistas y esquiadores, y para más de un oso polar. Baffin también es un centro de arte inuit. Los estudios donde se realizan tallas, estampados y tejidos de alta calidad proliferan en muchos pueblos diminutos.

Vista aérea del río Nahanni, en los remotos Territorios del Noroeste, en Canadá.
Vista aérea del río Nahanni, en los remotos Territorios del Noroeste, en Canadá.Chris Hendrickson (Getty)

Territorios del Noroeste

Los territorios del Noroeste canadiense son difíciles de imaginar: una extensa franje de bosque boreal y tundra ártica casi tres veces más grande que España pero con la población de una pequeña ciudad de provincias. Pocos visitan el solitario Aulavik, uno de los cuatro parques nacionales del territorio para fotografíar una de las cataratas más grandes del mundo, el lago más profundo de Norteamérica y una extensión de naturaleza salvaje que satisfaría a cualquier explorador.

Más información en www.lonelyplanet.es

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