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rutas urbanas

Durmiendo en el hotel Le Corbusier

Visita a la Unidad Habitacional creada por el genial arquitecto en Marsella en 1952

Borja Hermoso
Pasillo de la Unidad Habitacional de Marsella, de Le Corbusier.
Pasillo de la Unidad Habitacional de Marsella, de Le Corbusier.Samuel Sánchez

Entrar en el vestíbulo de la denominada Ciudad Radiante de Le Corbusier, subir en uno de sus ascensores a la tercera planta de su legendaria Unidad Habitacional (donde se encuentra el hotel con el nombre del arquitecto), recorrer las calles (que no pasillos) bajo esa luz tenue con destellos de color y acabar en esa azotea infinita que mira al cielo y al mar de Marsella es ejercicio suficiente para darse de bruces con el genio, la sabiduría y la heterodoxia que encerró la cabeza de Charles-Édouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier.

Obsesionado desde sus primeros bocetos por trascender la mera génesis, desarrollo y culminación de edificios bellos y prácticos, Le Corbusier (La Chaux-de-Fonds, Suiza, 1887–Roquebrune-Cap Martin, Francia, 1965) fue, más que un arquitecto, un filósofo de la arquitectura. El creador de estructuras y espacios que, junto a Mies van der Rohe, Walter Gropius y Frank Lloyd Wright, más y mejor influyó en la arquitectura moderna alcanzó la plenitud de su oficio cuando aún no había cumplido 40 años.

javier belloso

Su manifiesto Cinco claves de una nueva arquitectura (1926) y su concepto de arquitectura de la felicidad se erigieron con el tiempo en una biblia pagana de lo que debe ser el cruce de caminos entre la física y la metafísica en lo que a concepción de soluciones de habitabilidad se refiere. ¿Pueden hacer los edificios mejores personas? Le Corbusier insistió toda su vida en ello.

Viviendas sostenidas sobre pilotes de hormigón para permitir el libre movimiento de personas y vehículos, terrazas-jardín en las que los habitantes pudieran deambular libremente, pasar su tiempo de ocio y hacer vida en común; ventanales alargados que permiten con más eficacia el paso de la luz y mejoran la relación entre el interior y el exterior de las viviendas…, todo eso está en la Unidad Habitacional de Marsella, verdadero compendio de la sabiduría de Le Corbusier.

Una de las fachadas de la Unidad Habitacional de Le Corbusier, en Marsella.
Una de las fachadas de la Unidad Habitacional de Le Corbusier, en Marsella.S. Sánchez

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Autogestión

La Unidad de Marsella (el arquitecto realizó otras cuatro en Nantes, Metz, Saint-Étienne y Berlín), conocida como la Ciudad Radiante, fue construida entre 1947 y 1952 por encargo del Estado francés. El objetivo era realojar a todos aquellos marselleses que habían perdido sus casas tras la II Guerra Mundial. El mastodonte de hormigón armado de 17 plantas, 137 metros de largo, 56 de alto y 24 de profundidad fue concebido por su creador como un intento de auténtica ciudad vertical y autogestionaria.

Le Corbusier profesaba un progresismo social que quiso traducir en formas y contenedores arquitectónicos de talla humana. Y lo demostró con obras como esta, inspirada en los viejos ideales de los socialistas utópicos. Y en eso quedó: en una utopía. La idea original de una ciudad autárquica, solidaria y autosuficiente acabó con el tiempo desembocando en bloques de apartamentos de compraventa o alquiler, un hotel comercial de 18 habitaciones (decoradas con muebles y lámparas del maestro) en la tercera planta, unos 1.200 habitantes y miles de visitantes que cada año se acercan para recorrer el edificio.

“A veces es molesto tanto visitante… En 2013 Marsella fue capital europea de la cultura y desde entonces cada vez viene más gente. A veces la terraza está invadida y es cierto que nos entra un complejo de animales de zoológico…, ya sabe, ¡casi tenemos que poner el cartel de ‘por favor, no echen cacahuetes a las fieras’!”, explica sentado en el salón de su coqueto apartamento dúplex Patrick Bouquet, uno de los habitantes de la Unidad.

Chimenea del edificio de Le Corbusier, intervenida por el artista Felice Varini.
Chimenea del edificio de Le Corbusier, intervenida por el artista Felice Varini.S. Sánchez

La Unidad Habitacional de Marsella es, además de monumento histórico francés, uno de los 17 edificios de Le Corbusier que el pasado día 17 de julio fueron incluidos por la Unesco en la lista de obras patrimonio mundial en virtud de una candidatura apoyada desde Argentina, Alemania, Francia, Suiza, Bélgica, Japón e India. “Es lógico que sea patrimonio mundial. Le Corbusier era un manipulador fascinante y mediante esta estructura descomunal en la que estamos nos vuelve a manipular como a niños. Él aplicó a las calles (los pasillos del edificio) una luz tenue, relajante, y cuando vienes del exterior y te encuentras con esa luz, sin darte cuenta te comportas de manera distinta, y hablas más bajo, y entonces molestas menos a los vecinos. Eso es civilización. La obsesión de Le Corbusier estaba clara: poner al ser humano en medio de las preocupaciones de hoy”, explica orgullosa Dominique Gerardin, propietaria desde hace 13 años del hotel Le Corbusier y del restaurante El Vientre del Arquitecto, situado también en la tercera planta del edificio.

Hubo un tiempo en que la Ciudad Radiante era toda una 13 Rue del Percebe a la francesa. El conjunto acogía carnicería, pescadería, panadería, ultramarinos, dispensario médico, supermercado, guardería (que sobrevive), librería, droguería, lavandería y un cine-club, además del hotel. Hoy todavía están ahí la librera y el panadero, André Muller, propietario de Le Régency desde ¡1969!, que da la razón a la dueña del hotel: “Siempre hubo un antagonismo entre los habitantes y los comerciantes, siempre se nos vio mal”, asegura esta jurista experta en contenciosos administrativos reconvertida en briosa hostelera. “Tradicionalmente este edificio era un feudo comunista, y cuando vieron abrir un hotel comercial y tiendas de todo tipo, después de que su proyecto inicial de hotel asociativo fracasara, se echaron las manos a la cabeza… ‘¡Los comerciantes fuera del templo!’, gritaban”.

Guía

Información

» Hotel Le Corbusier (+ 33 4 91 16 78 00) Boulevard Michelet, 280. Marsella. A partir de 87 euros la habitación doble.

» Turismo de Marsella.

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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