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fuera de ruta

Curvas panorámicas

Junto al mar, de playa en playa, con trazados sinuosos y paisajes que quitan el hipo. Emociones desde el coche en Mallorca, Tenerife, Gran Canaria y Lugo

Curvas de Sa Calobra (Mallorca), en una fotografía de larga exposición.
Curvas de Sa Calobra (Mallorca), en una fotografía de larga exposición.Marcos Molina/AGE

A veces singulares carreteras costeras se convierten en reclamos turísticos. Su interés viajero suele ser directamente proporcional al número de curvas, aunque no siempre. Si no el vértigo, la amenidad de los relieves y paisajes impactantes están garantizados.

Alarde ingenieril

Sa Calobra, Escorca, Mallorca

Desde los primeros giros se adivina la manera en que el pliegue gris del asfalto se inserta en la sierra de Tramontana. También se adivinan los tremendos impedimentos que tuvo que sortear el ingeniero mallorquín Antoni Parietti (1899-1979). En los 12 kilómetros de bajada a Sa Calobra se salva un desnivel de 900 metros, y alternan muretes con quitamiedos de madera. Especial interés reviste el bucle de 270 grados que traza la carretera en el Nudo de Corbata (hay un bar). Muchos bajan a pie unos metros, por la cuneta, para fotografiar este trazado casi hiperrealista, que tiene mucho de maqueta.

La angostura termina siendo una cuestión de convivencia con ciclistas y el medio centenar de autocares que invaden el carril contrario al menos en las 12 curvas de 80 grados. Descienden en mayor número alrededor de las 11.30 y suelen regresar entre las 13.30 y las 15.30. Y es que Sa Calobra se utiliza para el almuerzo de las excursiones por la sierra. Una vez en el muelle, hay que visitar el bellísimo torrente de Pareis. Tanto para comer —en Es Vergeret— como para bañarse, lo mejor es desviarse hasta la cala Tuent.

La cola del dragón

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La Aldea-Agaete, Gran Canaria

Los 35 kilómetros entre La Aldea y Agaete, que recorre la carretera GC-200, es una secuencia de curvas y subibajas entre riscos que desprende todo el aroma de la aventura. Empezamos en el mirador del Balcón, delante de una alineación vertiginosa de acantilados. No faltará en la carretera la caravana de Tomás ofreciendo agua y dulce de mango. Empieza el zigzagueo por una pared costera con forma de cola de dragón. A 600 metros de altura alcanzamos el Andén Verde (Artenara), el tramo más espectacular; aparcar justo antes del cartel, o después en la parada de guaguas (autobuses). La playa fósil de Las Arenas luce fascinante; y el imponente roque Faneque, y la línea de costa grancanaria occidental. Paramos en El Risco para tomar una tapita de queso en el bar Perdomo.

Al entrar en el barranco de Guayedra habrá que estar atentos a los contenedores, puesto que de alguna manera señalan la pista de bajada —a pie después— hasta la playa naturista de Guayedra. Representa una estampa inolvidable.

Vista de la carretera TF-134, en las cercanías de Almáciga, en Tenerife.
Vista de la carretera TF-134, en las cercanías de Almáciga, en Tenerife.Jan Wlodarczyk/AGE

De la laurisilva al mar

Taganana, Santa Cruz de Tenerife

La sensación al descender al pueblito de Taganana —en guanche, lugar de roques— es uno de los secretos más impactantes de Tenerife. Tras el bosque de laurisilva y sus mares de nubes asociados, el túnel de la TF-134 ejerce de área de transición climática hacia la vertiente norte de la península de Anaga. Así se dibuja una bajada serpenteante de cinco kilómetros que impone respeto: discurre sin línea que la delimite, pero con apartaderos muy socorridos. Puro vértigo y escarpadura natural. Justo en el punto kilométrico 2, el mirador de Amogoje pertenece a la más alta esfera del arte. Se halla en la base de un promontorio donde la imaginación popular ha preferido ver un león, y su campo visual se abre frente al Atlántico hasta incluir los roques, de Dentro y Fuera. Las casas de Taganana son una mancha blanca que se amolda a los caprichos del terreno.

Si seguimos carretera abajo, pasaremos por el Roque de las Bodegas, la playa de Almáciga, para subir después a catar las parrilladas de pescado y el pulpo frito de El Frontón (+34 922 59 02 38). La jornada se remata paseando por la playa de Benijo. Para disfrutar del crepúsculo, se aconseja pernoctar en Taganana y dejar para el día siguiente la salida de este laberinto.

Ruta playera

Ribadeo/Barreiros, Lugo

La Mariña Lucense a partir de Rinlo consta de una carreterilla plana y casi rectilínea, unos 10 kilómetros que no hacen más que ensartar abanicos de arena. Empezamos en Os Castros, la playa dilecta de los ribadenses para tomar el sol, a la que sigue As Illas, que requiere horario de bajamar para recorrer los islotes y las curiosas formaciones rocosas que la adornan. Una maravilla. Tras la icónica playa de Las Catedrales (solo se puede visitar previa reserva en ascatedrais.xunta.es), salimos de Ribadeo y entramos en el concejo de Barreiros, en paralelo a la pasarela de madera. De la playa de Arealonga llegamos a As Pasadas, con el centro expositivo, realizado con materiales reciclados, del pintor sin manos Eido Dourado.

Saltamos a la playa de Lóngara, donde los surfistas tienen acotado un sector de playa y los curiosos asisten a sus evoluciones desde el cantil. Siguen Balea, Fontenla y en especial el arenal de Coto. Alargada, tranquila, sin edificios que la vulneren y escoltada por cordones dunares. Acabamos en el islote de la playa de Altar, que ofrece una vista de la desembocadura de la ría del Masma; registra arena incluso en pleamar.

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