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24 horas en

‘Gelato’ con Julieta en Verona

Shakespeare situó su historia de amor universal en esta apacible ciudad italiana cuyas calles esconden coquetas plazas e iglesias, pero también heladerías y ‘trattorias’ exquisitas

Una multitud de turistas frente al balcón de Julieta en Verona.
Una multitud de turistas frente al balcón de Julieta en Verona. WALTER ZERLA

Cuando William Shakespeare situó en Verona su célebre Romeo y Julieta no podía imaginar que cuatro siglos después la fama de la ciudad seguiría flotando en la más desgarradora historia de amor: a diario miles de turistas visitan el balcón de la señorita Capuleto, el drama se representa cada temporada y hasta hay un helado (delicioso) llamado beso de Romeo. Pero, más allá del escenario de la tragedia amorosa, Verona, con 265.000 habitantes, es un lugar lleno de historia y de vida, con importantes enclaves artísticos, y se la considera una de las ciudades más seguras de Europa. Aquí van unas sugerencias para aproximarse a ella en 24 horas.

9.00  Desayuno y en marcha

Empecemos el día con un desayuno en alguna de las terrazas de la Piazza Bra (1, pinche sobre el mapa para verlo ampliado). Elija cualquiera: los precios son similares y la oferta también. El lugar es estupendo para presenciar cómo la ciudad empieza a desperezarse. En un extremo, ya en la Via delle Alpini, está la oficina de turismo. Entre y compre la Verona Card: durante un día entero tendrá acceso a los principales monumentos. Iniciemos el paseo por Via Roma, una populosa calle comercial con muchos negocios locales.

10.00  Un granizado cremoso

El puente de Castelvecchio, en la ciudad italiana.
El puente de Castelvecchio, en la ciudad italiana.Zoe Baker

Llegamos a la fortaleza de Castelvecchio (2), construida a mediados del siglo XIV para proteger la ciudad. Suba a las almenas y disfrute de una gran panorámica sobre el río Adigio. Dentro, el Museo Cívico guarda algunas piezas interesantes de Mantegna, Pisanello o Bellini. Al bajar, cruce el puente Scaligero, proyectado en 1356 por Guglielmo Bevilacqua y que fue en su momento el más largo de Europa. Vuelva sobre sus pasos y bordeando la fortaleza tome el Regaste San Zeno y cruce la Piazza Portichetti. Al llegar a la Piazza Corrubbio pasará por delante de la iglesia de San Procolo, cuya construcción fue iniciada en el siglo V.

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A solo unos metros está la basílica de San Zeno (3), uno de los grandes tesoros de la ciudad. La planta data del siglo VI, y fue concebida para albergar las reliquias de san Zeno, obispo de Verona. Reconstruida varias veces, está considerada una de las principales iglesias románicas de Italia, con sus tres naves, tres ábsides, la cripta y el retablo de la capilla mayor obra de Andrea Mantegna.

Un helado de Savoia, una de las heladerías más antiguas de la ciudad.
Un helado de Savoia, una de las heladerías más antiguas de la ciudad.

Regresamos a la Piazza Bra dando un pequeño rodeo por la Via Aurelio Saffi para visitar la iglesia de San Bernardino (4). Avanzamos por el Stradone Antonio Provolo y el Corso Castelvecchio para recuperar la Via Roma. Un alto en el camino: en el número 1 de esta calle está Savoia (5), una de las heladerías más antiguas de Verona, que abrió sus puertas en 1939. Cualquiera de sus especialidades es exquisita, pero hay que probar su granita siciliana, cremoso granizado de limón o de almendra hecho de manera artesana.

12.30  En busca del mejor ‘spritz’

De nuevo en Piazza Bra, es el momento de visitar la Arena de Verona (6), un anfiteatro romano construido en el año 30 con piedra caliza, que es sede del famoso festival de ópera que atrae cada año a miles de aficionados al bel canto. Si no se puede disfrutar de alguna de sus producciones operísticas, al menos hay que recorrerlo para hacerse una idea de su arquitectura y sus soberbias dimensiones.

Es la hora del aperitivo. En cualquier terraza podrá pedir el famoso spritz, pero hay un lugar donde lo preparan especialmente bien y es más económico que en otros locales: una antigua licorería en el número 23 de la Via Alberto Mario (7). Lo sirven en tarros de cristal con una aceituna gigante, y puede acompañarse con una especie de croquetas hechas con carne de caballo. No les haga ascos antes de probarlas, son exquisitas y pueden servir para un almuerzo ligero.

14.30  Un ‘duomo’ deslumbrante

Tome la Via Oberdan para llegar a la llamada Porta dei Borsari (8), un imponente arco romano erigido en el siglo I. Desde allí camine por Corso Porta Borsari, una calle comercial donde conviven tiendas de lujo, como Etro, con otras populares. También allí hay una iglesia pequeña y bonita, San Giovanni, del siglo XII.

Al llegar a la Piazza delle Erbe (9), no se detenga: siga por el Corso Sant’Anastasia. Hay varias tiendas interesantes, como la exquisita zapatería Maestria (10) o la salumeria Albertini (11), donde venden pasta fresca y embutidos. Llegará a una plaza donde está la iglesia de San Pietro y la iglesia de Santa Anastasia (12), una de las más bellas de Verona. Entre y fíjese en el techo policromado y en una de sus cuatro capillas, la Pellegrini, donde está el fresco de Pisanello San Jorge y la princesa. Tome la Via Massalongo y camine en línea recta hasta llegar al Duomo (13), la catedral. El conjunto, construido sobre las ruinas de dos iglesias paleocristianas, es deslumbrante y merece una visita sosegada. Al salir, siga sobre sus pasos para regresar a la Piazza delle Erbe.

17.30  En casa de la enamorada

Mapa de Verona.
Mapa de Verona.Javier Belloso

Haga un descanso y tome un helado en Pretto (14). Tienen siempre una selección gourmet a propuesta de grandes cocineros italianos. El de limón con polvo de regaliz es indescriptible.

Dé un paseo por la Piazza delle Erbe, alegre y ruidosa, y luego regálese una de las mejores vistas de Verona desde la torre de Lamberti (15). Antes de darse una paliza por las escaleras, sepa que por un euro puede usar un ascensor. Disfrute de los tejados rojizos y las vistas del río. Si calcula bien el tiempo, las campanas sonarán mientras esté arriba y las verá tañer.

En un extremo de la Piazza delle Erbe arranca la Via Cappello: camine hasta el número 23. Allí, entre hordas de turistas, está el archifamoso balcón de Julieta (16) y la casa en la que Shakespeare ambientó su drama. No se conforme con verla desde abajo: entre y visite, entre otras estancias, el dormitorio que aparece en la versión de Romeo y Julieta filmada por Zeffirelli. El lugar tiene encanto, y es difícil resistirse a la foto en el balcón de la enamorada más famosa del mundo. Camine luego hasta llegar a la Via Leoni, donde verá la Porta Leoni, del siglo I. Siga hasta el Stradone San Fermo y admire la iglesia de San Fermo (17). Eso sí, a esa hora ya estará cerrada y no podrá ver su techo artesonado y los frescos de las paredes.

20.00  Un ‘risotto’ o un rico plato de pasta

Es hora de descansar. Busque una terraza en una de las dos grandes plazas, Bra o delle Erbe, pida una cerveza e intente procesar todo lo visto: no es fácil. Verona es un empacho de belleza. Es posible cenar a un precio razonable en cualquiera de las muchas trattorias, pero si quiere algo especial puede optar por el restaurante del palazzo Maffei (18) o por el Vittorio Emanuele (19), que abrió sus puertas en 1895 en el corazón de Piazza Bra. En cualquier caso, no deje de brindar con una copa de bardolino, ni de probar alguna de las especialidades locales, como el risotto all’amarone (un típico vino blanco) o los bigoli (espaguetis gruesos).

Marta Rivera de la Cruz es autora de la novela La boda de Kate (editorial Planeta).

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