_
_
_
_
_

Psicodelia asiática en Tailandia

La cantante Javiera Mena se quedó prendada de los templos de Bangkok

La cantante chilena Javiera Mena.
La cantante chilena Javiera Mena.

Desde hace ya unos cuantos años, la música y cantante Javiera Mena pasa el verano en Madrid. De ahí va moviéndose a los distintos festivales en los que toca o pincha y se dedica a “vivir la vida”. Este año ha estado de gira con su disco Otra era —un batido de pop y electrónica vintage— por las Rías Baixas, Málaga y Cartagena, donde actuó en el festival La Mar de Músicas. “Siempre relaciono el viaje con el trabajo, menos cuando me tomo unos días y me voy al sur de Chile”, dice. Por eso, cuando hace un par de veranos unos amigos le contaron que se iban a Tailandia, decidió apuntarse.

Su estreno asiático, ¿verdad?

Pues sí, yo nunca había salido de Occidente. Ya la escala que hicimos en Turquía me encantó, pero llegar a Bangkok fue de alto impacto. Me enamoré. ¡La psicodelia que tienen esos templos! Mis amigos querían irse enseguida a la playa y a mí lo que me apetecía era quedarme en esa ciudad increíble. No me gusta llegar a un sitio, estar un día y marcharme. Creo que para experimentar una ciudad necesitas al menos una semana. Además, el avión va demasiado rápido y siento que tu espíritu no llega a la vez que tu cuerpo. Los primeros días eres como un robot, no asimilas.

Bangkok tiene también un lado oscuro.

Dicen que es la capital del turismo sexual, pero yo, la verdad, no llegué a verlo. Eso sí, desde el primer momento estaba impactada con una sociedad dominada por el budismo. Tienen una gentileza especial. Es cierto que, cuando se cruzan con un turista, ven en ti una fuente de dinero. Aunque no me importó. Veía que me estaban timando y me daba igual. Me cobraron como 20 euros por un pescado fresco en un puesto callejero y todo el mundo me decía que estaba loca por pagar eso.

¿Consiguieron llevarla finalmente a la playa?

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

Sí, fuimos hacia el sur, a bucear a la isla de Koh Tao. Había muchos guiris australianos borrachos, pero también conseguí a ratos hacerme invisible y observar a la gente de allí. Me fascinaba el culto que tienen al rey, que es como una mezcla de dios y estrella de Hollywood. Imagínate, si pisas un billete con la cara del rey te pueden llevar preso.

Seguro que se trajo a casa música tailandesa.

Sí, compré un montón de CD pirateados con música tailandesa. Me encanta. Me recordaba a la música del altiplano chileno, peruano y boliviano.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_