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24 horas en

Le Havre, la ciudad imaginada

El arquitecto Auguste Perret planificó la reconstrucción esta ciudad francesa destruida en la Segunda Guerra Mundial. Un trabajo de sutiles modulaciones declarado patrimonio mundial

Álex Vicente
La playa y, al fondo, zona de Le Havre reconstruida entre 1945 y 1964 por Auguste Perret.
La playa y, al fondo, zona de Le Havre reconstruida entre 1945 y 1964 por Auguste Perret.Patrick Forget

Percibida durante décadas como una anodina ciudad portuaria de clima inclemente y arquitectura brutalista, la suerte de Le Havre cambió hace exactamente una década, cuando la Unesco la declaró patrimonio mundial de la humanidad. Desde entonces, este enclave del litoral de la Mancha, destruido casi íntegramente durante la Segunda Guerra Mundial, se empieza a situar en el mapa turístico, jugando bazas tan contundentes como la alucinante reconstrucción urbanística liderada por Auguste Perret (1874-1954) o el Volcán de Oscar Niemeyer, centro cultural ahora reabierto tras una larga renovación.

9.00 La catedral de hormigón

El recorrido por este diamante en bruto puede comenzar en el lugar emblemático de la reconstrucción de la posguerra, la iglesia de Saint-Joseph (1) (Boulevard François I). Adentrarse en esta catedral futurista corta la respiración incluso a los más escépticos. Concebida como memorial a los caídos, el templo fue erigido por Perret con 50.000 toneladas de hormigón, su material predilecto, que considera tan bello como la piedra o incluso más, y que resultaba adecuado durante la estrechez económica de los cincuenta. Sus alucinantes vitrales están formados por pequeños cristales que recuerdan a los de un caleidoscopio, cuyo reflejo cambia según la luz exterior y la hora del día.

10.00 Cultura en erupción

Mapa de Le Havre, en Francia.
Mapa de Le Havre, en Francia.Javier Belloso

A pocos minutos a pie se alcanza el Volcán (2) (plaza Niemeyer), erigido por el arquitecto brasileño en 1982. Se trató de un encargo del Partido Comunista Francés, que gobernó la ciudad durante tres décadas y la convirtió en uno de sus principales feudos. Este complejo cultural consta de dos unidades independientes en forma de volcán. El mayor reabrió sus puertas en enero y funciona como teatro de programación selecta, completado por un espectacular foyer. El menor lo ocupará, a partir de septiembre, una mediateca.

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11.00 Entre Monet y Malraux

Avanzando por la Rue de Paris se llega hasta la catedral de Notre-Dame (3), que conserva un campanario de 1540 y una desconcertante fachada barroca, ambos restaurados tras la guerra. Siguiendo en la misma dirección se alcanza el lugar donde Monet, quien vivió en la ciudad durante su juventud, pintó el mítico lienzo Impresión sol naciente. Tras tomar un café en alguno de los bares que bordean el desembarcadero —como Le Spi (4) (35, Chaussée John Kennedy)—, se impone una visita al Museo André Malraux (5) (MuMa; 2, Boulevard Clemenceau), cuadrilátero de cristal en primera línea de mar que expone una colección permanente que incluye obras de Renoir, Pissarro, el mismo Monet o Raoul Dufy, otro hijo pródigo de Le Havre.

13.00 La Bretaña más normanda

Bordeando el puerto se puede hacer pausa para el almuerzo en uno de los restaurantes pegados a la Halle au Poisson, mercado del pescado de forma pentagonal. Se puede escoger Bistrôt du P’tit Port (6) (11, Quai de l’Île), un sencillo restaurante donde el chef James Heron propone un menú asequible, pero de gran calidad, con productos del día. Nos encontramos en el barrio de Saint-François, que en su día acogió a centenares de trabajadores bretones que participaron en la construcción del puerto.

14.00 El pasado marítimo

El barrio bretón acoge dos atracciones que merecen una visita: la Maison de l’Armateur (7) (3, Quai de l’Île), residencia de cinco plantas con espectacular claraboya central. Perteneció a empresarios marítimos del siglo XVIII y ha sido clasificada como monumento histórico y reconvertida ahora en museo municipal. A pocos metros, el Museo del Hôtel Dubocage (8) (1, Rue Jérôme-Bellarmato) recoge estampas, cuadros y objetos que permiten descubrir la historia de Le Havre y de su puerto. Una idea para postre y café: la pintoresca crêperie La Bigouden (9) (88, Rue de Bretagne).

15.30 En la piscina de Nouvel

La piscina Les Bains des Docks, un proyecto de 2008 del arquitecto Jean Nouvel.
La piscina Les Bains des Docks, un proyecto de 2008 del arquitecto Jean Nouvel.

El paseo puede proseguir en dirección hacia el Este, donde se ubican los muelles industriales, convertidos en zona comercial y de ocio. Entre centros comerciales y salas de conciertos destaca el complejo acuático de los Bains des Docks (10) (39, Quai de la Réunion), compuesto por varias piscinas interiores y al aire libre, firmadas por el arquitecto Jean Nouvel en 2008. En el mismo rincón se impone una visita al bar Le Marie-Louise (11) (21, Quai de la Saône), un antiguo café de marineros donde el cineasta Aki Kaurismöki rodó parte de Le Havre, su oda fílmica a la ciudad. De regreso hacia el centro, al otro lado del Boulevard Churchill, los amantes de la arquitectura contemporánea pueden detenerse en el Conservatorio Honegger (12) (70, Cours de la République), de la arquitecta Isabelle Vasseur, que responde al nombre del compositor contemporáneo nacido en Le Havre. Algo más allá, la Biblioteca Universitaria (13) (25, Rue Philippe Lebon) sorprende por sus escaleras sinuosas y balcones flotantes.

17.00 Apartamento piloto

Un apartamento diseñado por Auguste Perret.
Un apartamento diseñado por Auguste Perret.Rieger Bertrand

De regreso al centro, resulta imprescindible detenerse en el llamado appartement témoin (al que se accede por la Maison du Patrimoine (14); 181, Rue de Paris). Se trata de un “piso piloto” que permite visitar el interior de uno de los apartamentos ideados por Perret a principios de los cincuenta, decorado con muebles y objetos de época, muchos de ellos donados por los vecinos. Se organizan visitas guiadas los miércoles, sábados y domingos por la tarde (consultar horarios en www.lehavretourisme.com). La visita se completa frente al Hôtel de Ville (15), templo racionalista de reflejos neoclásicos inaugurado en 1958. Durante los meses de verano se permite trepar hasta la 17ª planta de la torre lateral (previa autorización de la oficina de turismo), donde se logra observar la reconstrucción de la ciudad a 360 grados, con la puesta de sol reflejada en la fachada ocre de los edificios de Auguste Perret.

19.00 Paseo vespertino

El paseo marítimo de Le Havre.
El paseo marítimo de Le Havre.Hughes Hervé

Tras un breve paseo por la aburguesada Avenue Foch, donde los edificios lucen pequeños frisos que recuerdan la historia de Le Havre, se atraviesa la Porte Océane (16), la gran puerta de entrada que separa Le Havre de su playa. Al atardecer, se recomienda recorrer el paseo marítimo hasta los Jardines Suspendidos (17), en la localidad vecina de Sainte-Adresse, donde veraneaban los burgueses de hace un par de siglos.

20.30 Vieiras y ‘foie gras’

La jornada puede terminar en Chez André (18) (9-11, Rue Louis Philippe), pequeño bistró con excelente carta de vinos, donde se puede degustar el excelente foie gras de la casa. Los paladares más sofisticados tal vez preferirán acercarse al vecino restaurante de Jean-Luc Tartarin (19) (73, Avenue Foch), con dos estrellas Michelin, que propone un reputado menú de cinco platos a 59 euros.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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