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Terror y catas de vino

El actor Carlos Areces conoció a Christopher Lee en un sorprendente viaje al festival de cine de terror en Eslovenia

El actor Carlos Areces en la redacción de EL PAÍS en Madrid.
El actor Carlos Areces en la redacción de EL PAÍS en Madrid. Álvaro García

Estos días, cuando le preguntan a Carlos Areces que en qué anda, se da el gustazo de poder responder: “Pues nada, aquí, ensayando con Raphael”. Está a punto de empezar a rodar la película de Álex de la Iglesia en la que el cantante de Linares interpreta a Alphonso, una especie de reverso suyo en fracasado. Además, estrena Negociador, el filme de Borja Cobeaga en el que da vida a Thierry y, según muchos críticos, se come la película. Admite que no es muy viajero porque donde mejor lo pasa es en su casa. Aun así, hace unos años disfrutó a lo grande en Eslovenia.

¿Cómo fue a parar allí?

Me invitaron al festival de cine Grossmann, en la ciudad de Ljutomer, que resulta que combina el cine de género y la cata de vinos. Como me parecía lejos y yo soy un señor mayor, más de lo que dice mi DNI, pedí si me podía llevar a un colega al que le gusta mucho el cine de terror. La cosa es que empezamos a hablar y nos dimos cuenta de que todo era muy hostel. Pintaba a que nos iban a secuestrar y que un señor millonario nos iba a utilizar para todo tipo de actos horrendos. Si la hija de Liam Neeson en Venganza se las arregla para estar metida en una red de prostitución a las dos horas de llegar a París, qué no nos podría pasar a nosotros en Eslovenia.

Pero veo que vivió para contarlo.

Sí, fue fantástico. Nos trataron estupendamente y la ciudad era preciosa, medieval y con mucho verde. A la que te alejabas un poco del centro aparecías en un trigal.

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Bueno, pues que al llegar allí vemos en el programa que tienen de invitado especial a Christopher Lee. No lo habían anunciado mucho para que la prensa no le agobiase. Fíjate qué majos. Maniobré para sentarme frente a él en la comida. Con lo mitómano que soy, tenía mil cosas que preguntarle. Por las pelis de la Hammer, por La guerra de las galaxias…

No me diga que le decepcionó.

Qué va. Fue encantador y además habla español. Iba con su mujer, que fue modelo y a los 75 años conservaba una elegancia magistral.

¿Y lo del vino?

Francamente bien. Teníamos que hacer de jurado y nos ponían a probar copas distintas por la mañana. A la décima llevas un ciego considerable y las películas de terror parecen mucho mejores.

¿Qué se trajo de recuerdo?

El premio que me dieron, y que creo que se inventaron especialmente para dármelo a mi. Se llama Vicious Best Actor [mejor actor despiadado] y la estatuilla representa como a un gato retorcido.

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