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El trigal de Roma

La villa de La Olmeda, en Palencia, es una de las ricas haciendas que los romanos construyeron en Castilla y León

Guillermo Altares
Villa romana de La Olmeda, protegida por la estructura obra de Ángela García Paredes e Ignacio Pedrosa.
Villa romana de La Olmeda, protegida por la estructura obra de Ángela García Paredes e Ignacio Pedrosa.Javier Prieto Gallego

Roma fue un imperio global y los intercambios económicos dentro de sus fronteras fueron intensos y constantes, pese a la inmensidad del territorio que llegó a controlar en su apogeo, que iba desde Oriente Próximo y el Sáhara hasta el norte de Europa. Los ejemplos son infinitos: en el Muro de Adriano, en el norte de Inglaterra, se ha encontrado garum -la salsa a base de pescado podrido con la que se embadurnaban muchos platos y que debía estar bastante alejada de los gustos actuales- producido en España; en Pompeya, un hueso de jirafa en una taberna.

Cuando se recorren los inabarcables trigales de Castilla en busca de restos del Imperio se entiende rápidamente qué hacían allí esas inmensas villas romanas que aparecen por todos lados, algunas extraordinariamente bien conservadas como la de La Olmeda, en Palencia. Algo similar ocurre en Túnez o Sicilia: el trigo era esencial para Roma, la clave de su estabilidad, lo que mantenía el imperio y a su gran capital -hasta el Londres victoriano, ninguna ciudad alcanzó tantos habitantes como Roma- sin revueltas. El trigo era el poder. Lo que hoy parece un paisaje perdido en la llanura castellana formaba parte de la estructura comercial del Imperio.

Interior del museo sobre la villa romana de La Olmeda.
Interior del museo sobre la villa romana de La Olmeda.

El museo construido literalmente sobre la villa romana de La Olmeda, un delicado trabajo de los arquitectos Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa, está situado en Pedrosa de la Vega y permite recorrer (y comprender) su estructura y ver los mosaicos desde el ángulo para el que fueron creados: de arriba a abajo. Es una de las villas mejor conservadas del mundo, comparable a la del Casale, en el sur de Sicilia. A unos kilómetros, la Villa Romana de La Tejada, en Quintanilla de la Cueza, parece mucho más perdida en el paisaje. Es mucho más pequeña que la de la Olmeda pero sólo en la superficie: la mayor parte del yacimiento no está excavado todavía.

Todas las provincias de Castilla y León tienen villas romanas visitables -es muy interesante el Museo de las Villas Romanas y la Villa Romana de Almenara-Puras, en Valladolid-, salvo Segovia, donde existe un proyecto para habilitar la villa de Santa Lucía, en Aguilafuente, cerca de Turégano. Sólo en esta provincia, también se han localizado villas en Armuña, donde se descubrió un impresionante mosaico en 2006; Espirdo; El Guijar; Madrona; Paradinas; Laguna Contreras... Queda todavía mucha historia por descubrir e imaginar bajo los trigales.

Escapadas es una sección de Revista de Verano y El Viajero en la que, durante el mes de agosto, diferentes periodistas y colaboradores de El País cuentan sus planes para salir  un par de días este verano. 

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Información

» Villa Romana la Olmeda (+34 979 11 99 97/ +34 670 45 01 43). Pedrosa de la Vega (Palencia). Abierto de martes a domingo, de 10.30 a 18.30 horas.

»  Villa romana de la Tejada (+34 650 41 09 13). El teléfono es el del guía. La villa está localizadas en el municipio de Cervatos de la Cueza, localidad de Quintanilla de la Cueza. Abre de martes a domingo, de 10.30 a 13.30 y de 16.00 a 18.00

» Museo de las Villas Romanas y la Villa Romana de Almenara-Puras (+34 983 62 60 36). Carretera N-601 Valladolid-Adanero, kilómetro 137. Del 1 de octubre al 30 de marzo abre de jueves a domingo y festivos de 10.30 a 14.00 y de 16.00 a 18.00. Del 1 de abril al 30 de septiembre, de martes a domigo y festivos de 10.30 a 14.00 y de 16.30 a 20.00.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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