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Subidón en la pulquería

Marinah Abad, la excantante de Ojos de Brujo, probó el pulque y tuvo una experiencia mística en México DF

Pablo León

A Marinah Abad le ha pasado de todo estando de viaje. La cantante, exvocalista de Ojos de Brujo, al frente ahora de Marinah y los Argonautas y que actúa el martes 22 y el miércoles 23 de julio en Cartagena dentro del festival La Mar de Músicas, tuvo una experiencia mística en México DF y sus alrededores.

¿Qué le ocurrió?

Dábamos un concierto en la plaza del Zócalo y nada más pisarla noté algo diferente.

¿Por qué?

Nos fuimos a tomar una chelita por sus alrededores y a visitar la casa de Frida Kahlo. Mientras tanto, los técnicos no paraban de decir que los dioses precolombinos pululaban por ahí.

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¿Les rindió culto?

Poca gente sabía quiénes éramos, pero el concierto fue muy divertido. Al día siguiente nos escapamos a visitar las pirámides del Sol y de la Luna en Teotihuacán. La energía que manaba de allí era muy fuerte.

¿No se tomaría algo?

De camino, apareció en la carretera un puestecito con un toldo de colores: Pulquería, anunciaba con unas letras pintadas. Decían que tenían el mejor pulque de la zona.

¿Qué lleva esa bebida?

Es un brebaje que realizan a base de una planta suculenta, como un cactus, llamada agave. Las culturas precolombinas fermentaban sus hojas crasas y obtenían una bebida que usaban los sacerdotes en sus rituales.

¿Qué sensación le produjo?

Ni el sabor ni los efectos tienen nada que ver con el alcohol. Eso sí, desde el primer sorbo te pone como una moto. Estuve tres o cuatro horas en las que me daba la sensación de estar en una escena de Abierto hasta el amanecer, la película de Tarantino.

¿Vio vampiros?

No, pero las ruinas, el desierto, la pulquería, alguna serpiente que nos cruzamos… Perdí la noción del tiempo. Teníamos que volver al DF a dar otro concierto.

¿Llegaron a tiempo?

Debíamos de coger un avión y casi lo perdemos. Cuando llegamos al siguiente escenario yo me sentía rarísima. El concierto fue único. Cuando terminó, salí de escena y me caí redonda; me desmayé.

¿Por el pulque?

Al despertar casi no me podía mover. El médico dijo que me había dado una insolación en el desierto. Pero yo estoy convencida de que fueron los efectos de esa bebida de los dioses. 

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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