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Colgados en Albuquerque

El túnel de lavado, el restaurante Los pollos hermanos y otras paradas muy 'Breaking bad' por esta ciudad con fama de fea

En los alrededores de Albuquerque (Nuevo México) empieza a cocinar metanfetamina Walter White.
En los alrededores de Albuquerque (Nuevo México) empieza a cocinar metanfetamina Walter White.Getty

Albuquerque es la típica ciudad que todo turista pasa de largo en su viaje por Estados Unidos. “¿Albuquerque? Ahí solo hay tíos con pistola, vestidos de vaquero, y muchos rockers en sus coches tuneados de los años cincuenta que pegan saltos”, me explica el ilustrador Juanjo Saez, recordando su estancia en la ciudad hace dos años, invitado por el Instituto Cervantes. Albuquerque tiene fama de ser una ciudad fea, violenta y punto de encuentro de las mafias implicadas en el tráfico de drogas con la frontera mexicana. Pero la situación ha empezado a cambiar. Especialmente desde que en enero de 2008 empezó a emitirse la serie de televisión Breaking bad y los adictos a las aventuras de Walter White, un profesor de química local que decide cocinar y traficar con metanfetaminas (cristal azul) cuando le diagnostican un cáncer incurable, han convertido la ciudad más poblada de Nuevo México en un lugar de peregrinación. La oficina de turismo ha montado un Bad Tour y existen rutas en bici bautizadas Biking Bad.

El socio traficante

“Cuando llegamos aquí, en 1985, Albuquerque era una ciudad problemática, pero, ahora, la economía crece, la gente tiene trabajo y ha mejorado sus vidas”, explica Kay, propietaria del Sandia Peak Inn, un motel de carretera junto a la avenida Central, que cruza la ciudad de este a oeste, siguiendo la antigua ruta 66. Kay y su marido, de origen indio, construyeron el hotel de la nada, invirtiendo sus ahorros. Pintado de alegre color rojo, el Sandia Peak Inn —su nombre hace honor al de la montaña más alta de la zona— está cerca de Oxnard Park, un barrio residencial con calles arboladas y torres de estilo español, con tejados rojos y porches porticados que dan al jardín. Oxnard Park es uno de los spots más reconocibles de Breaking bad: aquí está la segunda casa de Jesse Pinkman, antiguo alumno de Walter y su socio en el negocio de las drogas. Las calles tienen nombres como San Cristóbal, Laguna o San Ildefonso, con álamos a cada lado de la acera que procuran una sombra agradable y silencian el tráfico de la avenida Central, donde circulan las pick-ups sin parar.

Un 'diner' en la Ruta 66 a la altura de Albuquerque, Nuevo México, donde transcurre 'Breaking bad'.
Un 'diner' en la Ruta 66 a la altura de Albuquerque, Nuevo México, donde transcurre 'Breaking bad'.Getty

Tiara de diamantes

La ruta Breaking Bad permite descubrir rincones inéditos de esta ciudad rodeada de desierto, desde la cafetería favorita de Jesse, en el centro urbano, donde todavía se conserva un cine art déco hecho de adobe, imitando el estilo de los indios Pueblo, hasta una tienda de joyas de segunda mano en el NobHill, el distrito más hipster de la ciudad. Los adictos a la serie reconocerán enseguida la tienda donde la cuñada de Walter roba una tiara de diamantes para su futura sobrina.

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Los Pollos Hermanos

En el Nobhill está la sede de la Universidad de Nuevo México, y por la noche los bares se llenan de estudiantes embobados delante de sus portátiles. En las tiendas venden camisetas con el logo de Los Pollos Hermanos, un local decadente, de comida rápida, donde se reúnen los protagonistas de Breaking bad, y en el escaparate de Urban Outfitters, una conocida cadena de ropa americana, un póster anima a los consumidores a participar en un sorteo para hacerse ricos “y no terminar como Walter White”. En NobHill también hay cervecerías que hacen su propia cerveza, y terrazas donde permiten fumar sin poner mala cara. Algunos locales aún conservan las luces de neón y la estética retro de la ruta 66, como el Frontier, un antiguo restaurante de carretera que por las noches se llena de estudiantes y familias cenando enchiladas y limonada. “El Frontier aparece en todas las guías turísticas, pero sigue siendo muy popular entre los locales porque es de los pocos que cierran tarde”, explica el director del Museo de la Serpiente Cascabel, uno de los atractivos turísticos más exóticos de la ciudad. Situado en una de las viejas casas de adobe del centro histórico, flanqueado de tiendas de souvenirs, el museo reúne una treintena de los ejemplares más venenosos de toda América.

A diferencia de otras ciudades americanas, en Albuquerque se ven pocas banderas de barras y estrellas ondeando en patios y escaparates. De vez en cuando aparece alguna bandera mexicana, pero aquí, los protagonistas son los enormes murales de estilo naif que decoran las paredes de almacenes y negocios, desde peluquerías hasta tiendas de ropa.

Túnel de lavado

La casa del profesor White está en el típico barrio residencial de los suburbios americanos, enclavado entre centros comerciales y bulevares de tres carriles. Un matrimonio de Texas sale del coche para fotografiarse frente a la puerta del garaje. “Nos han dicho que si pagas unos dólares los propietarios te tiran pizza desde el tejado, igual que en un capítulo de la serie”, explica la mujer, que se declara adicta a la serie. Su marido la observa con aire de resignación. Al asumir que no verán volar pizzas, el matrimonio se desplaza hacia el siguiente punto de la ruta Breaking Bad, disponible en Google Maps gracias a los fans más entregados: se trata del Octopus Car Wash, el túnel de lavado donde trabajaba Walter para ganarse un sobresueldo. “Cada día recibimos la visita de amantes de la serie”, explica un empleado mexicano del Octopus. “La mayoría son estadounidenses, pero ayer vino un grupo de diez cubanos, y luego, unos brasileños”. En la recepción del Octopus han colgado fotos de los actores y venden souvenirs de la serie, como unos caramelos azules que imitan la forma de los cristales de metanfetamina.

El abogado de Walter

Cerca del túnel de lavado, entre casas prefabricadas, hay un centro comercial destartalado. Allí, junto a un bar de copas, se ubican las oficinas de Saul Goodman, el abogado de Walter. Su cuñado, Hank, un agente especial antidroga, vive solo un par de millas más arriba, en una urbanización de lujo a los pies de las Sandia Hills. Junto a su casa arranca un pequeño sendero que se adentra en esta cordillera de tierra árida y rocosa, recubiertas de cactus y arbustos salvajes. Un cartel alerta de la presencia de pumas y serpientes de cascabel y ruega al visitante que no se salga del camino: “Los pumas pueden ser peligrosos. En caso de ser atacado, use unos palos o su mochila para defenderse”.

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