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Ruta silenciosa por Leiden

Casas antiguas donde hallar la paz, vagones sin ruido o una biblioteca en la que solo se permite usar la palabra escrita

Iglesia de Santa Ana.
Iglesia de Santa Ana.Alejandra Mahiques

En silencio y sin prisa. Solo así se pueden admirar las casas de beneficencia repartidas por la ciudad holandesa de Leiden. Construidas entre el siglo XV y XVI por familias acaudaladas como una forma de ganarse el cielo, estas pequeñas viviendas típicamente holandesas se cedían a personas sin recursos, en su mayoría mujeres. Se disponían alrededor de un jardín como si de un claustro monacal se tratase, cerrado al exterior por una majestuosa entrada. Hoy siguen estando habitadas y son auténticos remansos de paz, tan ocultos del mundanal ruido que solo se encuentran con paciencia y un buen mapa. La excusa perfecta para recogerse, pasear en silencio y reencontrarse a uno mismo por un día.

Leiden cuenta con 35 grupos de estas casas de asilo, por lo que conviene hacerse con uno de los mapas que ofrece la Oficina de Turismo de Leiden (Stationsweg, 41, +31 (0)71 516 70 00) y que incluye dos rutas, una larga y otra corta, por las más significativas. Entre ellas destacan las casas de Santa Ana (Middelstegracht, 2-4), fundadas a finales del siglo XV solo para mujeres. Es el único grupo que cuenta con capilla propia, de la misma época y que todavía hoy conserva las vidrieras originales, siendo una de las pocas en sobrevivir a la Reforma protestante de los años posteriores. Tan coqueta y bien conservada como las casas que la circundan, la iglesia era de uso exclusivo para las trece mujeres que allí vivían, con el fin de redimirlas de los pecados de una vida anterior más ajetreada. Hoy en día todos podemos visitarla cada sábado y transportarnos al Leiden de las típicas pinturas flamencas. Otros patios que destacan por sus bellos jardines son los de Coninckshofje, Jean Pesijn o Pieter Gerritsz.

Con casi la totalidad de sus calles cerradas al tráfico de coches, no se puede decir que el centro de Leiden sea ruidoso. Aun así, para los amantes de la calma y de las visitas pausadas existe una forma de hacer de esta excursión una experiencia contemplativa y de reflexión. También en el casco antiguo, dentro de la biblioteca pública, se encuentra el único café de Leiden donde solo se permite la palabra escrita (Coffee Star, Nieuwstraat, 4, +31 (0)71 516 16 27). Si bien la carta de sándwiches es muy limitada, un buen libro hace el resto. El ambiente es relajante y tranquilo: la pausa perfecta para cultivar el espíritu sin llenar mucho el estómago. Y a la hora de regresar es mejor hacerlo al anochecer cuando las últimas luces del día muestran el Leiden de postal, la estampa holandesa más característica de canales, callejuelas y timbres de bici. Es también la hora punta, cuando la estación de tren bulle con estudiantes y trabajadores que vuelven a casa. Pero no importa. Todavía se puede disfrutar de unos últimos instantes de tranquilidad subiéndose a los llamados vagones 'silenciosos', introducidos en los trenes Intercity en 2003 y en los que no está permitido hablar alto ni hacer ruido.

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