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Guía ‘El Viajero’ de Beirut

Mesas llenas de especialidades libanesas, noches en el barrio de Hamra y paseos por la Corniche. La ciudad libanesa engancha con su energía y modernidad entre edificios a medio derrumbar y muros acribillados

Atardecer en el paseo de la Corniche, en Beirut (Líbano).
Atardecer en el paseo de la Corniche, en Beirut (Líbano).Guido Cozzi

LA CIUDAD

Beirut no te lo va a poner fácil, eso es demasiado aburrido. Quizá es la razón por la que engancha al viajero, como una superviviente, aferrándose al aquí y ahora. No te lo va a poner fácil. Beirut no se ve, se esconde entre edificios a medio derrumbar, muros acribillados, aceras imposibles y un tráfico esquizoide. Se tapa con hiyabs y minifaldas en anatomías reconstruídas a golpe de bisturí, como las torres que comparten manzanas con los restos del modernismo colonial francés.

La capital libanesa habla en presente, saluda con un "Hi, kifah, ça va?" y da las buenas tardes con un "bonsoirten", en ningún idioma. Puede que una de las razones por las que conserva los símbolos de la Guerra Civil que duró 15 años (1975-1990) como monumentos nacionales sea evitar que se le escape el pasado. Hoy habla de jóvenes cubiertas con pañuelo que hacen skate a la entrada de la Corniche, vigilada por la mole de cemento agujereada del Holiday Inn. Habla de escaparates que brillan con la pedrería de los diseños de Elie Saab en el Downtown, donde da la bienvenida el cobre atravesado de la estatua de los mártires. En Beirut no existe el tiempo.

Si te pierdes en este punto donde acaba Occidente y arranca Oriente (no en vano sus calles no tienen número y sus nombres son apenas conocidos), cuando no sepas hacia dónde apuntar la cámara, cierra los ojos y huele el humo del narguileh saliendo de los cafés de Hamra, los jazmines que cuelgan en los balcones de Geitawi o la basterma cocinada en Burj Hammoud. Afina el oído en busca del momento en que el canto del muecín en las mezquitas coincide con las campanadas de las iglesias. Saborea el ajuet (café árabe), refréscate con una Almaza y sobreponte al arak. Beirut no es evidente.

Y aprovecha el viaje, porque cuando escapes de la ciudad cercada por el Mediterráneo y atravesada de cicatrices, sabrás que apenas acabas de empezar a conocerla.

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Hoteles


  • Commodore (http://www.lecommodorehotel.com/). El hotel Commodore es una de las leyendas de Beirut. El edificio da nombre a la misma calle donde se ubica y fue refugio de ciudadanos y periodistas durante los años de partición de la ciudad en la guerra civil.

  • Villa Clara (http://villaclara.fr/). Casona colonial reconstruida recientemente en Rmeil, y a unos minutos en línea recta de la nueva calle de moda en Mar Mikhael. Con wifi gratis (todo un lujo), restaurante francés y un pequeño jardín-terraza.

  • Mayflower (http://www.mayflowerbeirut.com/index1.asp). Opción cómoda y económica en Hamra. Habitaciones sobrias y elegantes, servicios correctos (el precio de la habitación incluye wifi) y una perfecta ubicación en uno de los barrios más cosmopolitas de la capital.

  • Saifi Urban Gardens (http://www.saifigardens.com/). Punto de reunión de la comunidad expatriada en Beirut. Saifi Gardens es, más que un hotel, un complejo en el que contratar habitaciones, colectivas o individuales, dar clases de árabe, tomar un mezze en su terraza-comedor o probar el arak en Coop d’Etat, su propio bar en la azotea.

  • Talal Hotel (http://www.talalhotel.com/). La opción económica para mochileros. Talal Hotel ofrece dorms y habitaciones con baño privado o compartido en una ubicación inmejorable a las faldas de Gemmayzeh y a cinco minutos a pie de la Plaza de los Mártires, la entrada al Downtown.

COMER

Desde Líbano con amor


  • Kahwet Leila (Calle Gouraud, Gemmayzeh. http://www.kahwetleila.com/). El Café Leila, uno de los locales con más solera de Gemmayzeh, la penúltima zona de moda en la parte cristiana de la ciudad, ofrece una carta de mezze caliente (foul, alitas de pollo especiadas, rollitos de queso) y especialidades como el fatteh o el bayd, a degustar con un narguileh en la mesa.

  • Ta Marbouta (Hamra Square, Hamra). El auténtico estilo libanés en la mesa consiste en abarrotarla de platos de los que ir picando hasta llenar el estómago. La carta de Ta Marbouta, en Hamra, da opción a eso y más en un ambiente totalmente in, rodeado de libros para leer y gente enganchada a trabajar con el ordenador fuera de casa.

  • Le Chef (Calle Gouraud, Gemmayzeh). Un must de la comida libanesa recién redecorado (conserva un cartel de Welcome con marca registrada, aunque la reforma le ha quitado parte de su encanto) en mitad de la calle Gouraud. Además de la sopa del día, el menú incluye variedad de kebbeh (una especie de croquetas de pescado, queso, pollo…) y platos y postres tradicionales.

  • Café Em Nazim (Calle Pasteur, Gemmayzeh). La terraza-comedor del complejo Saifi Gardens (http://www.saifigardens.com/) permite salir al paso con una buena y económica ración de mezze frío: muttabal, hummus, fatoush, tabulleh, hojas de parra, halloumi…


Como en casa…



  • Pasta di Casa (http://www.pastadicasaonline.com/; Calle Clemenceau, Hamra). En este rincón escondido en los alrededores de Hamra se sirve pasta fresca preparada diariamente sobre manteles de cuadros al más puro estilo de La Dama y El Vagabundo. La bruschetta y los risottos no desmerecen en absoluto.

  • Hasmik (Calle Nour Najjine, Jisr). Este restaurante armenio en Rmeil no tiene carta. La cocinera informa al comensal de qué especialidad ha preparado esa mañana y lo sirve en mesas que bien pueden recordar el comedor de la casa de cualquier abuela. Una opción imprescindible para adentrase en los fogones de este pueblo cuya diáspora forma una de las mayores minorías de Líbano.

  • Oceanus (Calle Youssef Sursock, Mar Mikhael -junto al Hospital Ortodoxo-Saint Georges-). Lo que marca la diferencia de este local con el resto de las decenas de establecimientos que ofrecen sushi en Beirut es la calidad de su pescado. Los dueños son los mismos distribuidores de frescos para casi toda la ciudad. Una acertada elección por la relación calidad/precio en una de las capitales extranjeras del plato estrella japonés.

  • L’Humeur du Chef (Calle Bin el Rabbih, Mar Mikhael). No hay un nombre más descriptivo. El propietario, cocinero y sumiller prepara cada día el menú cerrado que se le antoja por 40 dólares (ensalada, entrante, plato principal y postre), todo a partir de productos orgánicos de huertos libaneses. La carta de vinos incluye exclusivamente caldos ecológicos de Bekaa y Monte Líbano que se sirven en una única mesa con espacio para solo 20 comensales al día. Como organizar una cena en casa.

LA NOCHE

Pubs y cócteles


  • Rue 78 (Calle 78, Hamra). Rue 78 no es el nombre de un local, sino de un callejón donde los fines de semana se apretujan la mitad de residentes y estudiantes (la AUB está a unas calles de distancia) de Hamra. La happy hour (hasta las 21.00) es un buen momento para arrancar con una cerveza en el clásico Danny’s o el posh February30 o lanzarse a probar, no sin miedo, el doudou, el chupito más aclamado de Beirut.

  • EM Chill (http://www.emchill.com/; Calle Armenia, Mar Mikhael). El pionero de los pubs que ahora colapsan la calle Armenia, el lugar de moda en Mar Mikhael. Ofrece música en directo con grupos y artistas locales e invitados (desde reggae o jazz, hasta rap árabe) para disfrutar del principio (o el final) de la noche y conseguir evitar las aglomeraciones que los fines de semana hacen imposible el tráfico de coches y personas.

  • Kayan (Calle Lubnan/Líbano, Gemmayzeh). Para probar un cóctel, mejor hacerlo bien. Este local está especializado en todo tipo de mezclas, pero su auténtica especialidad son los daiquiris, elaborados con frutas naturales. La selección incluye al menos media docena, siempre dependiente del producto de temporada: fresa, mango, kiwi, cactus, piña, melón…

  • Dictateur (Calle Baddawi, Rmeil). Decorado por sus propios dueños (tres jóvenes arquitectos), el Dictateur reutiliza todo tipo de artilugios para crear un ambiente de lo más in en el que disfrutar de un arak artesano en la terraza, la azotea o el mismo interior.

  • Metro al Medina (http://metromadina.com/; Calle Hamra). Uno de los locales míticos de la noche beirutí. Metro es, más que un cabaret, un símbolo en Hamra. Sus paredes acogen desde conciertos y espectáculos de todo tipo a noches temáticas de salsa o danza árabe hasta la madrugada.

  • Sky Bar (http://www.sky-bar.com/). Beirut se ha ganado, no sin razón, el calificativo de la capital nocturna de Oriente Medio. Esta terraza en las alturas del puerto de Beirut es el mejor sitio para juzgar el brillante hedonismo de una ciudad que se deleita consigo misma y que engancha a toda la clase turística de la región.

QUÉ HACER

Barrios y planes


  • Las ciudades de Beirut. Conocer Beirut es recorrerla, observarla y concluir la imposibilidad de juzgarla. Ninguno de sus barrios, las pequeñas ciudades en las que se divide, ofrece lo mismo. La mejor opción para desplazarse de una zona a otra es apretujarse en un taxi colectivo (service) sabiendo que, en cuestión de precios, más que la distancia, lo realmente importante es el destino: el conductor puede cobrar el doble (la tarifa normal son 2.000 LL, poco más de un euro) por cruzar desde la parte cristiana hasta la musulmana Hamra o negarse a bajar hacia el sur (en dirección a los suburbios de mayoría chií) por menos de la tarifa taxi (10.000 LL, en torno a cinco euros).

  • Hamra. Hamra es, quizá, el barrio enseña de Beirut. Sede de la ya centenaria AUB (American University of Beirut, una de las más importantes de Oriente Medio), la zona constituye el mejor escaparate de la mezcla urbanita y el cosmopolitismo de la capital libanesa. Cafés y restaurantes chic compiten con escaparates que exponen llamativa bisutería y complementos orientales, perfumes artesanos que imitan los olores de marca más aclamados y refrescantes zumos naturales de frutas. Algo más arriba, el parque de Saadnayel permite un pequeño descanso.

  • Downtown. Todo el lujo de Beirut se concentra en el acartonado Downtown. Totalmente reconstruido después de que los aviones sirios e israelíes convirtiesen en escombros el entonces zoco principal de la ciudad, el centro ha dejado atrás su identidad como punto de encuentro popular para convertirse en la estrella de todas las postales. Allí destacan el Grand Serail, el palacio presidencial, al que se accede desde la plaza de l’Etoile, el principal templo greco-ortodoxo de Beirut, la catedral de Saint Georges, y la mezquita Al Amin (réplica de la mezquita azul de Estambul), donde se encuentra la carpa-mausoleo del primer ministro Rafiq Hariri. Todo rodeado de las boutiques de lujo que circundan Beirut Souks, el novísimo centro comercial abierto en el corazón de la ciudad donde solo dos reliquias prebélicas aún se mantienen en pie.

  • La Corniche. El paseo marítimo beirutí es de obligado recorrido, especialmente al atardecer. En el camino es posible detenerse en Al Manara (el faro), antes de enfilar hacia Raouche, donde el sol se pone entre dos macizos rocosos conocidos como las rocas de las palomas.

  • Gemmayzeh y Mar Mikhael. Ambos barrios de mayoría cristiana conforman el refugio afterwork de la muchachada beirutí. Las calles Gouraud y Pasteur, que conforman el triángulo conocido como Gemmayzeh, están tan abarrotadas de locales que es difícil decidir en cuál sentarse a tomar un café, una cerveza, una copa o un tentempié. La marcha nocturna heredera de Monot (la zona más en boga años antes) se ha ido trasladando hacia Armenia, la avenida principal de Mar Mikhail.

  • Hacia el sur. Desde la calle Damasco, la antigua línea verde que dividía en dos Beirut durante la guerra, se asciende hacia el sur. Antes de alcanzar la frontera de Dahiyeh, los suburbios de Hezbolá, merece la pena gastar una visita al Museo Nacional o caminar por el Horsh Beirut, el futurible pulmón verde de la ciudad, aún en obras.

  • Una de playa. Escapar de Beirut puede hacerse, más que recomendable, necesario, especialmente si es para darse un chapuzón en el Mediterráneo. Líbano tiene un largo verano del que se puede disfrutar alegremente entre abril y octubre. Una propuesta para todos los gustos pasa por viajar en van, una especie de bus-furgoneta, o taxi hasta Jyeh, a unos 30 kilómetros de la capital. Su playa de roca donde el agua se refugia en piscinas naturales se divide entre el resort Lazy B, el popular Jyeh Beach y la explanada de playa pública. De regreso, antes de que el sol se ponga, se puede despedir el mar con vistas a las primeras luces de Beirut con un café en la sencilla terraza de Doha.

  • Ruta de las artes. Si ni las compras ni la playa seducen, las diversas galerías y refugios colectivos para artistas pueden cerrar un día en el que conocer la cara cultural y alternativa de Beirut. Ninguno de estos locales se limita a mostrar arte, todos van un paso más allá: son un estilo de vida.

  • Plan Bey. Tienda, workshop, editorial y sala de exposiciones regentado por un colectivo de jóvenes artistas: http://www.plan-bey.com/

  • 392Rmeil393. Galería plástica “sin ánimo de lucro” concebida para mostrar los trabajos de jóvenes creadores y estudiantes de arte: http://392rmeil393.com/

  • Zico House. Casona sede de varias asociaciones y colectivos culturales. Acoge fiestas y exposiciones, además de un restaurante-escuela abierto tres días a la semana para probar nuevas creaciones: http://www.zicohouse.org/

  • Dar al Mussawir. O lo que es lo mismo, la Casa del Fotógrafo. Los responsables organizan workshops (hasta de una semana) de fotografía, fotoperiodismo y edición, además de coordinar varios proyectos artísticos, celebrar exposiciones y regentar un buen restaurante: http://www.daralmussawir.org/

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