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Fin de semana

Érase una vez en Urueña...

200 habitantes y una docena de librerías en la Villa del Libro, en Valladolid

Las murallas de Urueña con la ermita románica de la Anunciada en primer plano.
Las murallas de Urueña con la ermita románica de la Anunciada en primer plano.Félix González

Hay lugares en España que se diría necesitan de un señuelo para atraer a viajeros despistados, y luego al descubrirlos nos parece imposible no haber sabido de ellos antes. Urueña es uno de esos pueblos estáticos de la meseta castellana que hay que buscar con el dedo en un mapa, probablemente sin un motivo concreto que nos decida a tomar el desvío hasta él. Tras la última curva de una tranquila carretera surge en la línea de los campos la ermita de la Anunciada posada en un valle suave, y sobre ella, la larga muralla que protege la villa de miradas intrusas. Bajo el cielo limpio de un día claro es una visión un poco irreal, de una belleza tan perfecta que se hace innecesaria una etiqueta embaucadora para querer adentrarse en ella.

A Urueña la nombraron en 2007 Villa del Libro siguiendo el modelo de localidades europeas como Hay-on-Wye en Gales, quizá la más conocida por sus festivales literarios. El boato de este título puede parecer excesivo en una población de tan humildes dimensiones a la suspicacia del visitante, que, llevado por la curiosidad, atravesará la muralla por la Puerta del Azogue. Al otro lado hallará una pulcra aldea medieval de apenas 200 habitantes donde podrá curiosear entre los volúmenes viejos o nuevos de una docena de librerías, visitar varios museos y exposiciones o participar en alguna actividad cultural. Si le gustan los libros y los pueblos del interior, este sereno lugar le parecerá el paraíso.

Un mapa indica los puntos de interés relacionados con la ruta del libro en la villa vallisoletana de Urueña.
Un mapa indica los puntos de interés relacionados con la ruta del libro en la villa vallisoletana de Urueña.Heinz Hebeisen

Para materializar la idea de una villa del libro, la Diputación de Valladolid creó el Centro e-LEA Miguel Delibes, un moderno edificio con biblioteca y exposición permanente en torno al libro y la escritura ubicado en la parte alta, y recuperó diversos espacios destinados a albergar librerías. Atraídos por el proyecto, acudieron algunos libreros, aunque según Jesús Martínez, dueño de la librería Alcaraván, la más antigua, aquellos que vinieron con ciertas perspectivas económicas acabaron marchándose.

Hoy la mayor parte de los libreros de Urueña son un puñado de personas apegadas a esta tierra cuyo negocio se mantiene gracias a la venta en Internet, por lo que muchas abren sus puertas solo de jueves a domingo con la afluencia de público. En algunos casos, como el de la librería Bibliomanía, sus fondos editoriales alcanzan los treinta mil volúmenes. Sergio Escudero llegó hace solo un año, y su librería La Bodega Literaria cuenta en su catálogo con primeras ediciones y libros científicos del siglo XVIII. Junto a esta, Inés Toharia e Isaac García abrieron hace dos años la librería El Grifilm, dedicada a la música, la literatura y el cine, con especial atención a las adaptaciones literarias a la gran pantalla y que, entre otras actividades, organiza proyecciones de clásicos, ciclos y talleres temáticos en los que participan escritores y directores de cine.

Guía práctica

Dormir y comer

Información

  • Hotel rural Pozolico (www.pozolico.com; 983 71 74 81). Urueña. Habitación doble, desde 43 euros.
  • Restaurante El Rincón del Labrador (653 97 92 93). La Santa Espina. Desde 15 euros.

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Además de otras librerías especializadas en arte, poesía o teatro, también hay en Urueña una boutique del cuento con preciosos libros desplegables y un museo que recrea la fantasía de los relatos infantiles, un taller de encuadernación artesanal, un Museo de Campanas con piezas de los siglos XV al XX y una enoteca donde documentarse y probar vinos con denominación de origen de Valladolid. En la calle Nueva, la Asociación Alcuino para la Recuperación de la Caligrafía Antigua programa numerosos cursos impartidos por especialistas, a los que acuden calígrafos desde todos los puntos de España. Su primoroso trabajo puede verse en las fachadas de algunas casas reproduciendo frases de escritores o fragmentos literarios clásicos y modernos.

Hace más de veinte años, el músico y folclorista Joaquín Díaz (www.funjdiaz.net) cedió sus colecciones de libros, grabados, pliegos de cordel e instrumentos musicales al centro etnográfico que ocupa la Casona de la Mayorazga del siglo XVIII, en la calle Real, sede también de la fundación que lleva su nombre y de una cátedra de estudios sobre tradiciones populares que organiza simposios a lo largo del año. Dependientes de la fundación, el Museo de la Música (www.luisdelgado.net/museo.htm) y el Museo del Gramófono exponen una enorme colección de instrumentos y aparatos de grabación del músico Luis Delgado.

Obras de Francisco Mateos en la muestra 'Piedra y cielo', en el espacio DiLab de Urueña.
Obras de Francisco Mateos en la muestra 'Piedra y cielo', en el espacio DiLab de Urueña.

También la diseñadora Miryam Anllo decidió instalar aquí en 2009 su laboratorio de diseño DiLab (www.di-lab.org) y abrir un espacio de actividades y exposiciones en una luminosa nave casi a las afueras del pueblo, donde es probable que se sorprenda al encontrar obras de artistas como Concha García o Isabel Muñoz. Mañana se inaugurará en este espacio una nueva muestra, Piedra y cielo, con obras del artista vallisoletano Francisco Mateos.

El castillo de Doña Urraca

El castillo de Urueña, levantado en el siglo XII sobre una fortaleza romana, hace honor al título de la villa y contiene en su historia muchas novelas. En él vivió Doña Urraca, y entre sus muros María de Padilla recibía a su amante Pedro I, pero también fue cárcel para el conde Pedro Vélez y la infanta Beatriz de Portugal. Desde el adarve de la muralla, la Tierra de Campos extiende al atardecer sus tapices ocres y verdes hasta la sierra de la Culebra. En el valle del lienzo sur brilla la ermita de la Anunciada, erigida en el siglo XI con piedra clara sobre un monasterio mozárabe. Aunque tiene algún añadido posterior, es un raro ejemplo en la zona del románico lombardo con su decoración de bandas y arquillos ciegos.

Si es usted un rendido admirador de estos templos, puede hacer una breve ruta triangular que le lleve a San Cebrián de Mazote para visitar su iglesia del siglo X, una de las joyas arquitectónicas del mozárabe español, y luego acercarse a contemplar los vestigios cistercienses del monasterio de la Santa Espina. Incluso podría seguir unos kilómetros más hasta Wamba, donde el románico ciñe las trazas visigodas y mozárabes de la iglesia de Santa María.

Ana Esteban es autora de La luz bajo el polvo (Ediciones del Viento).

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