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Tapas por el barrio Húmedo de León

Pinchos de morcilla entre murallas romanas y un edificio de Gaudí

La calle Cervantes del centro de León.
La calle Cervantes del centro de León.José Antonio Otero

Callejuelas llenas de tascas y bares con encanto a las que dan sombra muros de mampostería y sillares con hasta 2.000 años de historia. Bares de copas y cervecerías en las que algunos de sus muros son murallas romanas o medievales. Tomarse un vino y una tapa bajo una escultura de Eduardo Arroyo. Comer o cenar en un palacio. Escuchar un concierto en el hall del Museo de Arte Contemporáneo o escuchar a un espontáneo bajo los soportales de la Plaza Mayor. Disfrutar de una catedral gótica de noche... Son solo algunas de las posibilidades que ofrece, sin orden ni concierto aparente, la ciudad de León, que con la llegada de la primavera se anima además en sus barrios históricos, el Húmedo y el Romántico, gracias a sus míticas tascas y bares de tapas. Historia, arte, cultura, gastronomía y ocio se dan la mano en un mestizaje insólito y espontáneo.

Con ese encanto, forasteros y oriundos se entremezclan en estos dos barrios cargados de historia, intramuros ambos de una muralla medieval visitable y separados por una avenida peatonal, la calle Ancha. Un extremo lo compone la catedral de Santa María, icono del arte gótico europeo, y el otro el modernista Palacio de Botines, obra de Gaudí. Es además Camino de Santiago.

En los alrededores de la catedral, las criptas romanas de los restos de la urbe Legio VII que le dio origen son visitables. De hecho, durante los fines de semana de junio León celebra con diversos actos el aniversario de su fundación en el año 68 después de Cristo, cuando una importante legión romana se asentó aquí.

A un lado de esa calle Ancha que se despliega desde la época romana está el barrio Romántico, al que ha respetado más la fiebre constructiva y que conserva una arquitectura tradicional. Allí se enclava la románica Real Colegiata de San Isidoro, con su extraordinario Panteón de los Reyes, el Instituto Bíblico Oriental, que alberga tesoros escondidos en el estudio del texto religioso y sobre el origen del lenguaje escrito, o la Casa de Espiritualidad, hoy hospedería y hasta hace poco cenobio centenario.

Cerca, en las fachadas de callejuelas y plazoletas cuelga esparcido el conjunto escultórico conocido popularmente como ‘las moscas’ de Eduardo Arroyo, insectos que se observan de camino a los museos de la Fundación Vela Zanetti o el de Sierra Pambley, padre de la Institución Libre de Enseñanza.

En León esta historia se degusta. Casi en el sentido literal de la palabra. De un sitio a otro, mientras se pasea de forma pausada, es obligado e irresistible parar a tomar un vino y probar una tapa de la típica cecina, de morcilla, de chorizo, de patata, de tortilla, de picadillo y hasta de cocina de autor en algunos locales. Porque en el barrio Romántico se entremezclan locales de aquellos que ya no quedan con espacios y propuestas vanguardistas.

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Al otro lado también hay tapas. Es en los bares del barrio Húmedo, a cuyas puertas está uno de los únicos tres ejemplos de la arquitectura de Gaudí fuera de Cataluña, el Palacio de Botines. Hoy es sede de Caja España-Duero, y suele albergar en su planta inferior cuidadas exposiciones. En los alrededores, el Palacio de los Guzmanes, el Ayuntamiento y la moderna Plaza de Santo Domingo. En esta área, por la calle La Rúa y en callejas como la del Cid o en la plaza de Torres de Omaña, están los mejores bares de tapas y el mayor encanto.

La oferta cultural, museística y gastronómica es también interesante en el Húmedo, que alberga palacios como el del Conde Luna, el de Don Gutierre, la Plaza Mayor o las calles con el viejo comercio tradicional…, ese que aún conserva en algunos sitios vara de medir, balanza o romana. Colmados y el mercado que cada miércoles y sábado se celebra en la Plaza Mayor.

En esta zona están también los establecimientos de ‘tapeo’ más populares de León. Por ejemplo, en la plaza de San Martín. Es aquí a donde se viene a degustar la tapa de morcilla del lugar, cecina, embutido, mollejas, patatas… Por aquí está la plaza con mayor encanto y de más tradición, la plaza del Grano, que aún conserva el adoquinado canteado como durante siglos.

No es la zona histórica la única que une cultura y gastronomía. Al León tradicional se ha unido desde 2005 uno de los espacios de vanguardia más dinámicos de España, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac). Además de exposiciones, performances, talleres y laboratorios artísticos, acoge durante primavera y verano conciertos en su sala de acceso principal. Su restaurante y los locales hosteleros de la zona son recomendables.

Muy cerca está el Parador de San Marcos, un conjunto renacentista que alberga el mejor alojamiento de la ciudad y que se puede visitar en parte. Cuenta con uno de los restaurantes más afamados de la cadena pública.

Antes de rematar la jornada, pronto se podrá disfrutar de nuevo, quizá sentado en una terraza, de las espectaculares proyecciones del prestigioso iluminador Xavier de Richemont sobre la fachada románica de San Isidoro.

O quizá prefiramos acercarnos a la catedral y su Sueño de la Luz. Allí podremos encaramarnos a una plataforma elevada y, hasta mediados de octubre en horario de 23:30 a 00:30 horas, gozar del espectáculo nocturno único del templo gótico y sus vidrieras, que se iluminan con luz artificial para gozar de todo el esplendor del monumento

Y después, de marcha. Por los locales de copas, cervecerías y pubs del mítico barrio Húmedo. Hasta que el cuerpo aguante.

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