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10 hoteles españoles para el verano

De Mallorca a Finisterre, y de Girona al Cabo de Gata, refrescantes alojamientos con vistas al mar

Hotel Jumeirah Port Soller, en la localidad de Sóller (Mallorca).
Hotel Jumeirah Port Soller, en la localidad de Sóller (Mallorca).

Refrescantes, chisporroteantes, paradisíacos y no siempre al alcance de todos. Son aquellos lugares adonde nos iríamos a pasar unos días sin pensarlo, aunque luego haya que mirarles la etiqueta por detrás a ver qué cuestan. Paraderos frente al mar, con buena temperatura, mejor cama, atenciones personales y ventanas abiertas al horizonte. A veces, desde piscinas sin límites. Y todos se pueden reservar por Internet sin importar el destino o el paquete turístico en el que se incluyen. Constituyen la alegría del PIB español, los hoteles que gustan al turismo internacional, el sueño de nuestras próximas vacaciones de verano.

01 Jumeirah Port Soller

SÓLLER (MALLORCA)

Terraza y piscina del hotel Jumeirah en Sóller (Mallorca).
Terraza y piscina del hotel Jumeirah en Sóller (Mallorca).

Es la novedad de la temporada. Y, por si algunos no lo saben, es la primera inversión en Europa de un grupo hotelero que se ha hecho célebre por su ascendente en Dubai, donde explota el hotel vela, Burj Al Arab. En Mallorca no ha querido ser tan estridente, pues su emplazamiento sobre el puerto de Soller ya le regala unas vistas que ya quisieran para sí en el golfo Pérsico. Ni que hablar de otros lujos en sus habitaciones... Desde el Lounge Bar se asiste a unos crepúsculos impagables. Es, probablemente, el hotel más caro de España.

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02 Barceló Asia Gardens

BENIDORM (ALICANTE)

Hotel Barceló Asia Gardens, en Benidorm (Alicante).
Hotel Barceló Asia Gardens, en Benidorm (Alicante).

Ni en Bangkok, Muscat o Manila, aunque lo pudiera parecer desde sus jardines impregnados de orientalismo vegetal o desde su spa especializado en masajes balineses. Un muro de piedra esculpe rostros totémicos frente a la piscina de horizonte infinito. A su alrededor, tumbonas y templetes de paja. Las habitaciones respiran a maderas de Java y estampados tailandeses, así como en los cuartos de baño los kimonos japoneses sustituyen a los albornoces mediterráneos. Por supuesto, la cocina es de fusión asiática.

03 El Far

LLAFRANC (GIRONA)

Terraza del hotel El Far, en Llafranc (Girona).
Terraza del hotel El Far, en Llafranc (Girona).

¿Un faro para el chapuzón? Sí, el Far de Sant Sebastiá, en plena Costa Brava. Gestionado por los mismos propietarios del cercano y legendario Mas de Torrent, aunque sin los lujos y precios de éste. En el patio interior, una espectacular doble escalera de piedra distribuye los espacios y permite el acceso a la suite principal, colgada sobre el acantilado de Llafranc. Las demás habitaciones, decoradas en tonos marineros, tampoco se quedan cortas en vistas sobre el Mediterráneo o las estribaciones del Pirineo catalán. ¿Acaso nunca hemos soñado con la vida solitaria de los fareros?

04 Magnolia

SALOU (TARRAGONA)

Piscina del hotel Magnolia, en Salou (Tarragona).
Piscina del hotel Magnolia, en Salou (Tarragona).

De prestaciones distintas a los típicos hoteles de playa, su minimalismo decorativo enraiza más con parejas que con familias. No es un hotel veraniego, propiamente dicho. Su fachada blanca en esquinazo con balcones voladizos esconde una piscina sutil, de madera, en medio de una soleada terraza, preludio del spa con gimnasio y solárium. Todo este conjunto permanece abierto las 24 horas del día. Pertenece al mismo grupo empresarial que gestiona el complejo oleoturístico del Mas La Boella, una marca de aceite presente en el bufé del comedor y en el snack de la piscina.

05 Termas Marinas El Palasiet

BENICÀSSIM (CASTELLÓN)

Hotel El Palasiet, en Benicàssim (Castellón).
Hotel El Palasiet, en Benicàssim (Castellón).

Qué visión tuvo hace casi medio siglo el doctor Joaquín Farnós al elegir Benicàssim para instalar el primer centro de talasoterapia que hubo en España. Ahora el relevo lo han tomado sus hijos Pablo y Ximo, empeñados en seguir librando a los vacacionistas de sus achaques gracias a las propiedades del agua de mar. Las instalaciones asoman entre los pinos y se proyectan en altura hacia la playa de Voramar con el eje central de una piscina de horizonte infinito. En ellas se ofrecen elixires relajantes de oligoelementos y sales minerales, hidromasajes de algas, baños de barro, envolturas de lodo, duchas cervicales y presoterapia. Un must salutífero para este verano.

06 Hotel de la Playa

POBLA DE FARNALS (VALENCIA)

Habitación del Hotel de la Playa, en la playa de Pobla de Farnals (Valencia).
Habitación del Hotel de la Playa, en la playa de Pobla de Farnals (Valencia).

Margarita Sánchez Casares lo es todo aquí. Propietaria, diseñadora, recepcionista, camarera y hasta conserje de su hotelito en la playa de Farnals, pura luz del Mediterráneo valenciano. Luz blanca, restallante, sin atisbo de color. Como le gusta a ella. Formas puras, minimalistas. Abres las terrazas acristaladas y respiras pura brisa. Casi salpica. Habrá quien no logre conciliar el sueño de noche por el oleaje, pero nadie puede decir que este hotel no está en el mar. Escucha al mar. Vive del mar. Antes de irse a la cama, una excursión por el bar terraza sirve para entablar una animada conversación con Margarita, está linda la mar.

07 Illa d’Or

POLLENÇA (MALLORCA)

Habitación del hotel Illa d'Or, en Port de Pollença (Mallorca).
Habitación del hotel Illa d'Or, en Port de Pollença (Mallorca).

Desde tierra, franqueado el arco oriental de la entrada, cuesta imaginarse un hotel tan metido en el mar como éste. Desde el agua, imposible saber si el hotel flota o se abalanza hacia el mar. No hay playa. Hay hotel. Y todo el hotel es la playa. Heredero de aquellos establecimientos únicos que se hicieron un hueco en las despreciadas playas de la belle époque, el Illa d’Or mantiene todavía el encanto que lo viera nacer en 1929. Barandas retorcidas, habitaciones escalonadas, mobiliario con sabor añejo... El hotel de irás y no dejarás de regresar.

08 Doña Pakyta

CABO DE GATA (ALMERÍA)

Terraza del hotel Doña Pakyta, en San José, en el Cabo de Gata (Almería).
Terraza del hotel Doña Pakyta, en San José, en el Cabo de Gata (Almería).

Del antiguo hotel San José apenas quedan su emplazamiento y la apariencia de caserío vasco que siempre confundió a los visitantes del Cabo de Gata. Entejado a dos aguas, viguería oscura a través de la fachada y contraventanas como en los altos valles norteños. Dentro es ya otra cosa. Los espacios luminosos informan de que estamos nadando en el Mediterráneo. O volando sobre cantiles que cierran por un lado el parque nacional almeriense. Dormitorios aparte, el mar se disfruta desde una pequeña sala con sillones alegres que tutean a los del comedor. San José aparece en su esplendor a través de la imponente cristalera del salón principal, una postal difícil de olvidar.

09 Mar da Ardora

FISTERRA (A CORUÑA)

Habitación del hotel Mar da Ardora, con vistas a la Playa de Mar de Fora, en Fisterra (A Coruña).
Habitación del hotel Mar da Ardora, con vistas a la Playa de Mar de Fora, en Fisterra (A Coruña).

Apenas un año tiene este emprendimiento que mira de cara a la Costa da Morte. Sin miedo, porque el precio de asistir a las puestas de sol únicas del finisterre europeo es soportar los temporales que castigan duro del oeste. Y, encima, con amplias cristaleras casi pegadas a las camas, para que la experiencia sea aún más aterradora o subyugante. No, este hotel con nombre de mar no es para espíritus amilanados. Ni para nostálgicos del pasado. Su arquitectura cúbica denota interés en lo esencial: unas vacaciones sin descanso de mar. Ideal para peregrinos confesos del Camino de Santiago.

10 Ses Sucreres

FERRERIES (MENORCA)

Recepción del hotel Ses Sucreres, en Ferreries (Menorca).
Recepción del hotel Ses Sucreres, en Ferreries (Menorca).

No todo iba a ser mar en estas vacaciones de verano. Aunque sea una isla, Menorca ha mantenido durante siglos un ánimo introspectivo que ha convertido su interior en un anhelo vacacional de verano para los más tranquilos. Gente de andares pausados como Ignasi y Stéphanie, los propietarios de esta casa edificada en 1844 cuya rehabilitación les llevó a manosear sus materiales primigenios: lana de celulosa, pintura al agua y cal, madera en las ventanas, piedra de marès. Desde la azotea casi se tocan los tejados de Ferreries.

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