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VIAJEROS URBANOS

Uno de los monumentos más visitados de Holanda

El Palacio de La Paz alberga la Corte Internacional de Justicia, el máximo tribunal de la ONU Este edificio de La Haya estrenó hace unos meses un Centro de Exposiciones

Isabel Ferrer
El Palacio de la Paz fue inaugurado en 1913.
El Palacio de la Paz fue inaugurado en 1913.<a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Corte_Internacional_de_Justicia">Wikimedia</a>

Mucho antes de que La Haya se convirtiera en la capital de los tribunales internacionales, la ciudad holandesa contaba ya con un palacio dedicado a la búsqueda de la paz a través de la justicia. Se llama justamente así, Palacio de la Paz, y fue inaugurado en 1913. Desde 1946, alberga a su vez el Tribunal Internacional de Justicia, máximo órgano judicial de la ONU.

Situado en una explanada en la ruta hacia la playa de Scheveningen, el edificio es imponente. De estilo neorenacentista tiene dos torres, cuidados jardines y fuentes y un interior que hace honor a su nombre. Hay mármoles italianos, alfombras persas, maderas de Indonesia y Estados Unidos, un enorme jarrón ruso, lámparas de cristales preciosos colgando del techo, y sedas japonesas en las paredes. Todo son regalos de los países que asistieron a las dos Conferencias de Paz de La Haya. Celebradas en 1899 y 1907, respectivamente, para prevenir los conflictos armados, de la primera surgió la Corte Permanente de Arbitraje. Era un organismo pionero para mediar entre las naciones con ganas de guerra, y en 1900, el diplomático ruso Friedrich Martens, y su colega Andrew White, de Estados Unidos, pensaron que merecía un hogar adecuado. Para hacerlo realidad, pensaron que nadie mejor que el millonario del momento: Andrew Carnegie. De origen escocés, empezó de telegrafista y logró una fortuna en la industria siderúrgica estadounidense. Este filántropo muy generoso con ideales pacifistas atendió la petición.

Al principio, Carnegie solo quería donar dinero para establecer una Biblioteca de Derecho Internacional. Lo logró, y hoy es la más importante de su clase. Pero el cheque final enviado fue más abultado aún. Sumaba 1,5 millones de dólares de la época y cubrió la construcción del Palacio de la Paz. En un acto que revelaba cierta ingenuidad, o tal vez por su costumbre de hacer negocios rápidos, quiso darle el dinero a la entonces reina Guillermina de Holanda. Al ver que no era posible, en 1903 se creó la Fundación Carnegie. La misma que sigue ocupándose hoy de la conservación del palacio. Desde 1923, el edificio incluye la Academia de derecho Internacional de La Haya. En 1946, tras la II Guerra Mundial y con el nacimiento de la ONU, llegó el Tribunal Internacional de Justicia. Con el tiempo, La Haya ha acogido, en otros edificios, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, la Corte Penal Internacional y el Tribunal Especial para el Líbano. Todos juntos, forman un ramillete justiciero que ha elevado el estatus de la ciudad y hace las delicias del Ayuntamiento. Hasta el escudo de armas de la villa, con una cigüeña flanqueada por leones, ha añadido el lema "Paz y Justicia", para satisfacción de todos.

Pero el único de estos espacios de la justicia que puede visitarse como un museo es el Palacio de la Paz. Situado, como no, en la Plaza de Carnegie (Carnegieplein, 2. (0031) 70 302 42 42), se llega en autobús (número 24, en dirección a Kijkduin) y en tranvía (números 10 y 16). El recorrido con guía debe ser pactado con anterioridad y las entradas valen 8,50 euros por persona. Desde el pasado marzo, cuenta con un Centro de Exposiciones para los visitantes. Construido con materiales novísimos, abre todos los días de 10.00 a 16.00. Es el nuevo envoltorio de los mismos ideales, cuya factura habría encantado a Andrew Carnegie: el techo es de titanio.

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