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Fin de semana

El Ampurdán neobohemio

Cosmopolitas, ‘hippies’, ecologistas. Buscan lo intangible, huyen de la ostentación. Y encuentran en la comarca gerundense un laboratorio para sus ideas. Una ruta hacia una sensibilidad diferente

Hay una generación cansada del lujo, son hijos y nietos del refinamiento, lo han tenido todo, lo han disfrutado y ya no les llena, su vida ahora busca ser otra, están de vuelta, quieren ser más auténticos; su refinamiento les empuja a disfrutar de la vida de otra manera.

En el Ampurdán, la reserva, la esencia, el laboratorio estético y la tendencia adelantada de Cataluña emergen ya con claridad este cansancio y se intuye un desplazamiento hacia otra cosa.

Esta pequeña Toscana disfruta de una situación privilegiada, colocada entre el Mediterráneo de la Costa Brava y las estribaciones de los Pirineos, y su paisaje relajante trufado de pequeños pueblos medievales invita al descanso y al cultivo del espíritu.

Ya por los años veinte el Ampurdán atrapó a pioneros europeos prendados de su belleza, como el coronel exilado ruso Nicolai Woevodsky, casado con la inglesa Dorothy Webster, gran aficionada a la jardinería y viuda de uno de los descubridores de la tumba de Tutankamón. En Cap Roig, volcados literalmente sobre el mar, construyeron un castillo neogótico y un fascinante jardín botánico alrededor en el que cada verano se celebra el famoso y algo decadente Festival de Música de Cap Roig.

Gracias a este matrimonio llegó al Ampurdán también Madeleine Carrol, la primera de las calculadoras e imperturbables rubias de Hitchcock en la película 39 escalones, y junto a ella también pasaron temporadas aquí Gary Cooper, Gregory Peck y Lauren Bacall.

Mapa del Ampurdán
Mapa del AmpurdánJAVIER BELLOSO

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En este castillo tenían fama las reuniones del Gitano de Llafranc (el bailarín Manel Bisbel), con Salvador Dalí, el surrealista y genial imán del Ampurdán, el bigote catalizador alrededor del cual giraba toda la fama y el glamour ampurdanés.

Dalí ya pasaba temporadas con Gala a finales de los treinta en Mas Juny, masía de Josep Maria Sert a la que invitaba a sus amigos europeos y norteamericanos. Dalí, que se hizo construir un estudio entre los pinos, contaba cómo “con Gala iba con frecuencia a pasar allí unas semanas”. “Al Mas Juny iba a parar todo el mundo que yo conocía en París, y allí, hacía el fin de verano, se vivieron los últimos días felices de la Europa de posguerra —felices y al mismo tiempo de inteligente calidad…” (Vida secreta de Salvador Dalí, Girona, 1942).

Un milagro sin edificar

Mas Juny se asoma todavía sobre la virgen playa de Castell, un milagro sin edificar gracias al referéndum popular que la protegió en el arranque del siglo XXI, casi como anunciando una nueva sensibilidad para el nuevo siglo, la misma playa donde se rueda Pandora y el holandés errante, la película dirigida por Albert Levine, con Ava Gardner y James Mason.

Y junto a Dalí, otro gigantesco catalán, Josep Plá, que produjo en estas tierras una de las prosas más precisas en catalán y también en castellano. La misma tierra que ha alimentado la gastrocreatividad desbordada del genial Ferran Adrià o de los hermanos Roca, condensadores para el paladar de las esencias de esta tierra.

Y por todo esto no es casual que esta zona se convirtiera en los años sesenta en imán y refugio de artistas, de burgueses ilustrados y de la incipiente gauche divine, aquellos cosmopolitas que buscaban la evasión sofisticada en un escenario natural inmejorable para sus aspiraciones intelectuales y hedonistas. Desde entonces, durante los ochenta y noventa, el sueño de muchos barceloneses sería restaurar primorosamente las masías de la zona o los impecables pueblos medievales inalterados, y trufar sus interiores y jardines con estupendas obras de arte.

Pero las nuevas generaciones están inquietas. Andan huyendo del lujo refinado de sus padres y abuelos, e invierten sus herencias en nuevos escenarios para su ocio e inspiración.

Ellos tienen otra mirada, e impulsan esa tendencia emergente global, algo así como el neobohemio, el shabby chic, o como quiera que se le llame a esta sensibilidad extrema que destila propuestas del movimiento hippy, ecologista y cosmopolita hacia una nueva mezcla que busca casi lo intangible, lo pobre, repitiendo en el subconsciente la precisión de Dalí al definir Mas Juny como “el lugar más pobre y más lujoso de Europa”. Una vez más Dalí da la clave de lo que quiere esta generación: ser pobre sin dejar de ser rica, vivir ricamente pobre, empobrecer su riqueza, enriquecerse con pobreza…

Proponemos una lista de sugerencias para disfrutar de unos días de otoño inspiradores, descubriendo los locales donde se dan cita los cachorros de la avanzadilla cultural catalana, cansados del lujo.

» Josemaría Churtichaga y Cayetana de la Quadra-Salcedo son arquitectos, autores del proyecto de la Cineteca en el centro cultural Matadero de Madrid.

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