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Pistas gastronómicas

Visiones marinas

ANTONIO, un restaurante frente al mar en Zahara de los Atunes donde comer buen pescado

José Carlos Capel
Comedor del restaurante Antonio, en Zahara de los Atunes (Cádiz).
Comedor del restaurante Antonio, en Zahara de los Atunes (Cádiz).

Se come mirando al mar, frente a la playa, en un espacioso comedor cerrado por amplias cristaleras en los bajos del hotel en el que se aloja. Es, sin lugar a dudas, la pista más fiable de Zahara y algunos kilómetros a la redonda. En el fondo y en las formas, un bar con hechuras de restaurante en el que se sirven tapas y raciones de corte popular que alcanzan un punto de refinamiento considerable.

No podía ser de otra manera a tenor de la apabullante calidad de los pescados y mariscos que atiborran sus vitrinas. Grandes besugos de Tarifa, urtas, doradas, pargos gigantes y salmonetes de arena que alternan con gallinetas, cigalas, langostinos alistados y gambas. Despensa de excepción con la que se preparan algunas de sus mejores especialidades. Entre ellas el tartar de gambas, de sabor suave y textura sedosa. O las frituras de pescado (calamares, pargo, boquerones, puntillitas), que se realizan en aceite limpio, impecables.

La proximidad a las 4 almadrabas gaditanas en plena ruta de los grandes atunes le permite proveerse de grandes piezas con las que se elaboran platos que no hay que perderse. Entre ellos el tartar de atún, muy fino. O el atún en escabeche, excelente, con pimentón y cominos, además del atún con tomate, dos guisos insoslayables. Y también, el atún a la plancha, que permite apreciar todas las cualidades de este pescado en plena temporada. Y por supuesto “Latapatún”, tapa ganadora en el concurso local IV Ruta del Atún 2012, guisillo que se presenta dentro de una lata. Tampoco se pueden olvidar las gambas a la plancha, las almejas a la marinera, el revuelto de ortiguillas y gambas y las tortillitas de camarones. Incluso el jamón ibérico, que es bueno y no desmerece.

Para terminar, una corta selección de postres caseros entre los que figuran el huevo “soplao”, el arroz con leche, el tocino de cielo y el flan de la casa. En pleno verano, su comedor rebosa, el servicio se muestra desbordado y es imprescindible contar con reserva.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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